Saltar al contenido
Esta página web usa cookies: Éstas se usan para personalizar el contenido, ofrecer funciones de redes sociales y analizar el tráfico.

Artículo ¿Cuándo Está Demasiado Roto para Arreglarlo?

Esta es una foto de mi antigua aceitera. Está hecha pedazos porque está rota, aunque dediqué un tiempo considerable – dos días – para tratar de arreglarla. No me gusta desechar cosas y pienso que lo utensilios de cocina deben durar para siempre pero en este caso, aunque no funcionaba correctamente, lo hice peor tratando de arreglarla. Después de tratar diversas cosas, llegué al punto donde tuve que reconocer que estaba más allá de toda reparación y tenía que tirarla. A veces nuestras elecciones de liberación tienen que ver con la evaluación de si hacemos un buen uso del tiempo y energía para tratar de arreglar algo y reconocer cuando está más allá de toda reparación posible. Decir no puede ser el objetivo de una lección y la fuente de su mayor empoderamiento. Utilizo una aceitera que pueda rellenar en lugar de rociadores enlatados porque soy alérgica a los propulsores que ellos contienen. La aceitera funcionó bien al principio pero entonces se puso pegajosa y no rociaba.  Así que hice lo que siempre hago cuando las cosas no funcionan, las desarmo. Entonces sumergí las partes en vinagre blanco, y en agua jabonosa caliente, las sequé y traté, sin éxito, de armarla de nuevo. Es ahí donde decidí que iba a arreglarla y hacer que funcionara. Así que volví a desarmarla rompiéndola más allá de toda reparación. Entonces entendí que estaba dedicando más tiempo del necesario tratando de arreglarla y era tiempo de tirarla.

¿Dónde está ese punto donde algo está roto más allá de la reparación y necesitamos liberarlo para siempre? Es una decisión fácil con la aceitera, no tan fácil con algo muy diferente, duradero, que cambia nuestras vidas y tiene consecuencias más serias. Pero a veces la elección de liberar algo para siempre es nuestra única opción, independientemente de cuánto no queramos tomar la decisión de soltar algo.

Y no siempre es nuestra elección, a veces alguien decide que lo que tienen con nosotros está roto más allá de toda reparación y nos botan a nosotros, conjuntamente con nuestros sueños y esperanzas para un futuro con ellos. Entonces se siente como si fuésemos la víctima de la elección de otros. No lo somos, pero tenemos que hacer una elección respecto a sí los liberamos a ellos y a esa situación y de no ser así, cuánto estamos dispuestos a hacer para arreglarlo. Esa elección también involucra decidir cuando algo no se puede arreglar porque está roto más allá de la reparación.

¿Cómo saben cuándo las cosas están rotas más allá de la reparación? Ayuda observarlas desde el otro lado, ¿cuánto tiempo quieren dedicar a tratar de arreglarlas? ¿Y cuánto de su tiempo y energía estará involucrada? Les va a tomar todo lo que tienen para hacerlas funcionar y ¿qué sucede entonces? Si tienen que cambiarse a sí mismos al punto donde se convierten en alguien que ya no conocen para que algo funcione, ¿merece la pena? Y si hay alguien más involucrado, ¿qué quiere?

La pregunta más difícil es, cuando hay alguien más involucrado, es si ellos quieren lo mismo que nosotros. ¿Quieren ellos que esto funcione y están listos para invertir una cantidad equivalente de tiempo, energía y esfuerzo para llegar al mismo resultado que nosotros queremos? A veces tememos hacer esa pregunta porque tememos escuchar la respuesta. Yo veo a clientes cuyos matrimonios o relaciones terminan en un final que les sorprende. Aunque el final sorprende, ellos admiten que las señales de la ruptura estaban ahí, solamente que ellos no querían verlas. Y aunque ellos quisieran avanzar, la decisión tiene que ver con la energía y el tiempo que llevará crear ese resultado. Para ser sinceros, a veces no merece el esfuerzo.

Cuando renté un coche en Europa hace algunos años, el agente de rentas me preguntó si yo sabía cómo manejar un coche de embrague. Yo dije, “sí, por supuesto, yo aprendí a manejar con transmisión manual”. Él me hizo la pregunta porque alguien recientemente había alquilado uno de sus coches y viajado desde Munich hasta París, unas 520 millas, en primera velocidad, porque no sabía cómo manejar con una transmisión manual. Si han manejado muy rápido en una velocidad baja saben que el motor hace mucho ruido y no avanza. Eventualmente el motor se recalentará, echará humo y el coche se detendrá, qué es lo que sucedió cuando ella llegó a París. Pero cómo ella manejó tan lejos sin preguntarse por qué el coche no avanzaba y no se percató de los pitazos y luces encendidas de los choferes en la carretera señalándole que algo estaba mal? Ignoró el problema y siguió avanzando con la esperanza de llegar a su destino de una pieza y que el problema desaparecería? ¿Por qué no se detuvo en una estación de gasolina y pidió ayuda? También me imagino que sucedería cuando ella llegó a París con un coche que estaba roto más allá de toda reparación. ¿Alquilaría otro para comenzar de nuevo?

Si lo vemos todo en nuestras vidas desde una posición de plenitud, alegría y paz podemos hacer ajustes por el camino al darnos cuenta que las cosas no fluyen con esa intención en lugar de esperar hasta que todo se rompa y no se puedan hacer más elecciones sencillas (o menos difíciles y exigentes).

No es fácil admitir que ya no somos necesarios en una situación, que nuestro objetivo no se cumplirá como esperábamos o imaginábamos o que alguien ya no nos quiera más, o que hayan encontrado a alguien más, pero esas cosas suceden. En lugar de sentirnos rechazados y descartados, el ser objetivos y enfocar la situación desde un punto de vista de lo que mejor funciona para nosotros puede suavizar el golpe y darnos una perspectiva más práctica. Desde este punto también hacemos elecciones más poderosas, ancladas en nuestra alegría en lugar de reaccionar desde nuestro dolor. O peor, ignorar la situación, pretendiendo que no existe y esperando que funcione de forma mágica, milagrosa y con la menor cantidad de daño para nosotros, para nuestra alegría y nuestros sueños.

A veces las cosas se rompen, sea una aceitera, un empleo, una relación o cualquier otra situación en la vida. La ruptura puede ser fácil o difícil y la cuestión no es “qué puedo hacer para arreglar esto para que funcione de nuevo?” a veces es, “¿merece mi tiempo, energía y paz mental arreglarla?” 

¿Qué ganan tratando de arreglar algo y qué pierden? ¿Qué sucede después de eso?

Cuando puedan hacerse esas preguntas, pueden decidir si están listos para soltar algo que ya se ha ido y abrirse a recibir algo que lo reemplace y que estará más alineado con sus nuevas intenciones de vida y servirá mejor a su deseo de paz, amor, alegría y plenitud.

 

 

Derechos de autor reservados © 2015 por Jennifer Hoffman. Pueden citar, traducir, reimprimir o referirse a este mensaje si mencionan el nombre de la autora e incluyen un vínculo de trabajo a: http://enlighteninglife.com

6 de Abril 2015

Traducción: Fara González

Fuente: El Manantial del Caduceo

 

0 comentarios

Dejanos tu comentario sobre el artículo ¿Cuándo Está Demasiado Roto para Arreglarlo?