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Artículo La Matriz Divina – 2da Parte

EL PUENTE ENTRE LA IMAGINACIÓN Y LA REALIDAD: CÓMO FUNCIONA LA MATRIZ DIVINA

Capítulo 3

¿SOMOS OBSERVADORES PASIVOS O CREADORES PODEROSOS?

«Somos parches diminutos del universo observándose a sí mismos…, construyéndose a sí mismos»

John Wheeler (1911-2008), físico

«La imaginación crea la realidad… El hombre es pura imaginación»

Neville (1905-1972), visionario y místico

En 1854 el Jefe Seattle le advirtió a los legisladores de Washington, D.C., que la destrucción de las zonas selváticas de Norteamérica tenía implicaciones que perdurarían mucho más allá de nuestra época actual, y pondrían en riesgo la supervivencia de generaciones futuras. Con una profunda sabiduría, tan cierta hoy como lo era a mediados del siglo XIX, se dice que el Jefe afirmó: «El hombre no tejió la red de la vida, él es simplemente una de sus hebras. Cualquier cosa que él le haga a la red, se la está haciendo a sí mismo». 1

El paralelo entre las descripciones del Jefe Seattle de nuestro lugar en la «red de la vida» y nuestra conexión con (y el interior de) la Matriz Divina es inconfundible. Como parte de todo lo que vemos, participamos en una conversación en progreso (un diálogo cuántico) con nosotros, con nuestro mundo y con el más allá. En este intercambio cósmico, nuestros sentimientos, emociones, oraciones y creencias, representan en cada momento nuestras palabras hacia el universo. Y todo, desde la vitalidad de nuestros cuerpos hasta la paz del mundo, es lo que el universo nos responde.

QUÉ SIGNIFICA PARTICIPAR EN EL UNIVERSO?

Como mencioné en el último capítulo, el físico John Wheeler sugiere que, definitivamente, no sólo representamos un papel en lo que él llama «universo participante» sino que, además, representamos el papel protagónico.

La clave de la propuesta de Wheeler es la palabra participante. En este tipo de universo, usted y yo somos parte de la ecuación. Ambos somos catalizadores de los eventos de nuestras vidas, así como los «experimentadores» de lo que creamos… ¡estas cosas están ocurriendo al mismo tiempo! Somos «parte de un universo que es un trabajo en progreso». En esta creación inconclusa, «somos parches diminutos del universo observándose a sí mismos…, construyéndose a sí mismos». 2

La sugerencia de Wheeler abre la puerta a una posibilidad radical: si la conciencia crea, entonces el universo mismo podría ser el resultado de esta conciencia. Aunque la visión de Wheeler fue propuesta a finales de siglo XX, no podemos evitar remontarnos a la declaración de Max Planck en 1944 respecto a que todo existe en razón de una «Mente inteligente», la cual él llamó «la Matriz de toda la materia». La pregunta que implora una respuesta es sencillamente: ¿Cuál Mente?

En un universo participante, el acto de enfocar nuestra conciencia, de mirar a algún lugar y examinar el mundo, es un acto de creación en sí y por sí. Somos quienes observamos y estudiamos nuestro mundo. Somos la mente (o por lo menos parte de una mente mayor), como lo describió Planck. Dondequiera que miremos, nuestra conciencia hace que haya algo que podamos ver.

Clave 5: El acto de enfocar nuestra conciencia es un acto de creación. ¡La conciencia crea!

En nuestra búsqueda por encontrar la partícula más pequeña de materia y en nuestro anhelo por definir el borde del universo, esta relación sugiere que puede ser que jamás encontremos a ninguno de ellos. Sin importar lo profundo que lleguemos a asomarnos en el mundo cuántico del átomo, o qué tan lejos lleguemos en la inmensidad del espacio exterior, el acto de observar con la expectativa de que algo exista, puede ser precisamente la fuerza que crea algo para que lo veamos.

Un universo participante… ¿Qué implica exactamente? Si la conciencia realmente crea, entonces, ¿qué tanto poder tenemos en verdad para cambiar nuestro mundo? La respuesta puede sorprenderlo.

Quizá el visionario del siglo XX de Barbados, conocido sencillamente bajo el nombre de Neville, es quien mejor ha descrito nuestra habilidad de convertir nuestros sueños en realidad y darle vida a la imaginación. A través de numerosos libros y conferencias, en términos que son simples pero directos, compartió el gran secreto de cómo navegar en las muchas posibilidades de la Matriz Divina. Desde la perspectiva de Neville, todo lo que experimentamos, literalmente todo lo que nos pasa o todo lo que hacemos, es producto de nuestra conciencia y de absolutamente nada más. Él creía que nuestra habilidad de aplicar este conocimiento, a través del poder de la imaginación, es lo único que se interpone entre nosotros y los milagros de nuestra vida. Así como la Matriz Divina provee el contenedor del universo, Neville sugiere que es imposible que algo ocurra fuera del contenedor de la conciencia.

¡Qué fácil es pensar lo contrario! Inmediatamente después de los ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, D.C., las preguntas que todos nos hacíamos eran: «¿Por qué ellos nos hicieron esto?» y «¿Qué les hemos hecho a ellos?» Vivimos en una época de la historia en que es muy fácil pensar respecto al mundo en función de «ellos» y «nosotros», y preguntarnos cómo le pueden suceder cosas malas a personas buenas. Si existe, de hecho, un solo campo de energía que conecta todas las cosas en nuestro mundo, y si la Matriz Divina funciona de la manera en que la evidencia lo sugiere, entonces no puede haber ellos y nosotros, sino solamente nosotros.

Desde los líderes de naciones que hemos aprendido a temer y a odiar, hasta las personas en otros países que han tocado nuestros corazones e incitado nuestro amor, todos estamos conectados en lo que puede ser la forma más íntima imaginable: a través del campo de la conciencia, incubadora de nuestra realidad. Juntos creamos la salud o la enfermedad; la paz o la guerra. Esto puede muy bien ser la repercusión más difícil de lo que la nueva ciencia nos está demostrando. Y puede ser también la fuente de nuestro máximo bienestar y supervivencia.

La obra de Neville nos recuerda, que quizá el mayor error en la percepción de nuestro mundo es buscar razones externas para los altibajos de la vida. Aunque ciertamente hay causas y efectos que pueden llevarnos a los eventos de la vida diaria, estos parecen originarse desde un tiempo y espacio que parecen completamente desconectados con el momento. Neville comparte la esencia del misterio más grandioso en cuanto a nuestra relación con el mundo que nos rodea: «El engaño supremo del hombre es su convicción de que existen causas distintas a su propio estado de conciencia». 3 ¿Qué significa esto exactamente? Es la pregunta práctica que surge cuando hablamos acerca de vivir en un universo participante. Cuando preguntamos: qué tanto poder realmente tenemos para causar cambios en nuestras vidas y en nuestro mundo, la respuesta es simple.

Clave 6: ¡Tenemos todo el poder necesario para crear todos los cambios que deseemos!

Esta capacidad está disponible para nosotros a través de la forma en que usemos el poder de nuestra conciencia y dónde decidamos colocar nuestro enfoque. En su libro The Power of Awareness, Neville ofrece ejemplo tras ejemplo de casos que ilustran clara y precisamente cómo funciona esto.

Una de las historias más conmovedoras, que ha permanecido conmigo durante años, trata de un hombre de unos veintitantos años que había sido diagnosticado con una rara enfermedad del corazón que los doctores suponían fatal. Casado con dos niños pequeños, era amado por todos los que lo conocían y tenía todas las razones del mundo para disfrutar de una vida larga y saludable. Para cuando le pidieron a Neville que hablara con él, el hombre había perdido mucho peso y se había «encogido hasta parecer casi un esqueleto». Estaba tan débil que simplemente hablar era difícil; pero estuvo de acuerdo en escuchar solamente y asentir con la cabeza mientras Neville compartía con él sobre el poder de sus creencias.

Desde la perspectiva de nuestra participación en un universo dinámico y cambiante, solamente puede haber una solución a todos los problemas: un cambio en la actitud y en la conciencia. Con esto en mente, Neville le pidió al hombre que se sintiera como si su sanación ya hubiera tenido lugar. Como sugiere el poeta William Blake, hay una línea muy fina entre la imaginación y la realidad: «El hombre es pura imaginación». Como propone el físico David Bohm: este mundo es una proyección de eventos en un dominio más profundo de la realidad. Blake prosigue: «Todo lo que contemplas, si bien parece Fuera, está Dentro. Es tu imaginación, de la cual este Mundo de Mortalidad no es más que una Sombra». 4 A través del poder de enfocarnos conscientemente en las cosas que creamos en nuestra imaginación, les damos el «empujón» que hace que atraviesen la barrera de lo irreal a lo real.

En una sola frase, Neville explica cómo le ofreció las palabras que ayudarían a su nuevo amigo a lograr esta nueva manera de pensar: «Le sugerí que en su imaginación, viera el rostro del médico expresando una incredulidad asombrosa ante su recuperación, contraria a toda la razón (desde las últimas etapas de una enfermedad incurable), que lo viera examinándolo una y otra vez, y lo escuchara diciendo repetidas veces: ‘Es un milagro, es un milagro». 5 Bien, ya se imagina la razón por la cual comparto esta historia: el hombre se curó. Meses después, el visionario recibió una carta donde se enteró que, de hecho, el joven había pasado por una recuperación milagrosa. Neville lo vio poco después y lo encontró llevando una vida agradable con su familia y en perfecto estado de salud.

El secreto, reveló el hombre, fue que en vez de sentir deseos de mejorar su salud desde el día de su encuentro, vivió con la «suposición de que ya estaba bien y en perfecto estado de salud». Y aquí yace el secreto de impulsar los deseos de nuestro corazón, desde un estado de imaginación hasta la realidad de nuestro diario vivir: es nuestra habilidad de sentir que nuestros sueños ya se han convertido en realidad, nuestros deseos se han cumplido y nuestras oraciones han sido respondidas. De esta manera, compartimos activamente lo que Wheeler llamó nuestro «universo participante».

VIVIR DESDE LA RESPUESTA

Hay una diferencia sutil, no obstante poderosa, entre trabajar hacia un resultado y pensar y sentir desde el resultado. Cuando trabajamos hacia algo, nos embarcamos en una jornada eterna e indefinida. Aunque podemos identificar grandes logros y establecer metas que nos acerquen a nuestros sueños, en nuestras mentes siempre estamos «en camino» hacia el objetivo, en vez de «en» la experiencia de lograrlo. Esta es precisamente la razón por la cual la exhortación de Neville a «entrar en la imagen» del deseo de nuestro corazón y «pensar desde éste» es tan poderosa en nuestras vidas.

En el antiguo estudio de las artes marciales, vemos una hermosa metáfora en el mundo físico, precisamente para la forma en que este principio funciona en la conciencia.

Sin duda ha visto demostraciones de personas entrenadas en estas disciplinas, combinando sus poderes de concentración y fortaleza en un único momento de intenso enfoque, en donde son capaces de realizar verdaderas proezas (tales como romper un bloque de concreto o una pila de trozos de madera) que, de lo contrario, sería imposible lograr. El principio que permite estas demostraciones es el mismo que Neville describió en su historia de la sanación del joven.

Aunque a veces existen «trucos» que se usan para lograr estas sorprendentes proezas, sin el énfasis espiritual, cuando son realizadas de forma auténtica, la clave del éxito yace en el lugar en donde los artistas marciales colocan su atención. Por ejemplo, cuando deciden romper un bloque de concreto, la última cosa que pasa por sus mentes es el punto de contacto entre sus manos y la superficie. Tal como sugiere Neville en sus instrucciones al joven moribundo, la clave es colocar el enfoque en el acto consumado: la sanación ya lograda o el ladrillo ya roto.

Los artistas marciales lo logran centrando su percepción en un punto que está más allá del fondo del bloque. La única manera en que sus manos pueden llegar a este lugar, es si ya han traspasado el espacio entre ellos y ese punto. El hecho de que el espacio esté ocupado por algo sólido, como un bloque de concreto, se convierte en algo secundario. De esta manera, piensan desde el punto de la consumación, en vez de en la dificultad de llegar ahí. Están experimentando la alegría de lo que se siente lograr el acto, en vez de en todas las cosas que pueden ocurrir antes de tener éxito. Este sencillo ejemplo precisamente ofrece una poderosa analogía de la forma en que la conciencia parece funcionar.

Poco después de cumplir mis veinte años, experimenté en persona este principio. Fue durante esa época que el centro de mi vida dio un giro: pasé de trabajar en una industria de cobre y de ser músico en una banda de rock, a enfocarme en la espiritualidad del poder interior. En la mañana del día en que cumplí mis 21 años, me encontré repentina e inesperadamente atraído hacia una combinación de actividades que incluían atletismo de larga distancia, yoga, meditación y artes marciales. Comencé apasionadamente a dedicarme a estas cuatro vocaciones, y se convirtieron en la «roca» a la cual me aferraba cada vez que mi mundo parecía derrumbarse ante mí. Un día mientras estaba en el dojo (salón de práctica para artes marciales), antes de nuestra clase de karate, fui testigo del poder del enfoque concentrado de una manera que jamás había visto antes, habiendo crecido en la zona central del norte de Missouri.

Ese día, nuestro instructor entró a la habitación y nos pidió que hiciéramos algo muy diferente a las prácticas de forma y movimiento que nos eran familiares. Nos explicó que se sentaría en el centro de la gruesa estera en donde pulíamos nuestras técnicas, cerraría sus ojos y entraría en meditación. Durante este ejercicio, estiraría sus brazos hacia cualquiera de los lados de su cuerpo, con sus palmas abiertas y hacia abajo. Nos pidió que le diéramos un par de minutos para «anclarse» en esa posición de T y luego nos invitaría a que hiciéramos cualquier cosa que pudiéramos para hacerlo cambiar de posición.

Los hombres de nuestra clase superábamos a las mujeres casi por el doble, y siempre había una competencia amistosa entre ambos sexos. Ese día, no obstante, no hubo dicha división. Juntos, nos sentamos cerca de nuestro instructor, en silencio y sin movernos.

Lo observamos mientras caminaba hacia el centro de la estera, en donde se sentó con las piernas cruzadas, cerró sus ojos, levantó sus brazos y cambió su patrón de respiración. Recuerdo que yo estaba fascinado y observaba de cerca mientras su pecho se hinchaba y se encogía, cada vez más despacio hasta que era difícil darse cuenta si respiraba o no.

Asintiendo todos en acuerdo, nos acercamos e intentamos cambiarlo de lugar. Al principio, pensamos que iba a ser un ejercicio fácil, y solamente lo intentamos unos cuantos de nosotros. Tomábamos sus brazos y piernas, jalábamos en diferentes direcciones sin el menor éxito. Sorprendidos, cambiamos nuestra estrategia y nos reunimos a uno de sus lados para intentar usar nuestros pesos combinados para forzarlo hacia la dirección opuesta. Aun así, no logramos desplazar ni sus brazos, ¡ni siquiera los dedos de sus manos!

Después de unos momentos, respiró profundamente, abrió sus ojos y con el tierno humor que habíamos llegado a respetar, nos preguntó: «¿Qué pasó? ¿Cómo es que sigo aquí?» Después de una carcajada que aligeró la tensión y con un brillo familiar en sus ojos, nos explicó lo que acababa de ocurrir.

«Cuando cerré mis ojos», dijo, «tuve una visión que fue como un sueño, y ese sueño se convirtió en mi realidad. Me imaginé dos montañas, una a cada lado de mi cuerpo, y yo en la tierra entre los dos picos». Mientras hablaba, vi de inmediato la imagen con el ojo de mi mente y sentí que de alguna manera, él nos estaba instilando la experiencia directa de su visión.

«Atada a cada uno de mis brazos», continuó, «vi una cadena que me ligaba a la cima de cada montaña. Siempre y cuando las cadenas estuvieran ahí, yo estaba conectado a las montañas de una forma que nada podía cambiar». Nuestro instructor observó nuestros rostros fascinados con cada una de sus palabras. Con una gran sonrisa, concluyó: «Ni siquiera una clase llena de mis mejores estudiantes pudo cambiar mi sueño».

Por medio de una breve demostración en una clase de artes marciales, este hermoso hombre nos había brindado a cada uno de nosotros una percepción directa del poder de redefinir nuestra relación con el mundo. La lección no era tanto sobre cómo reaccionar ante lo que el mundo nos estaba mostrando, sino sobre cómo crear nuestras propias reglas para lo que optemos vivir.

El secreto era que nuestro instructor se estaba experimentando desde la perspectiva de que él ya estaba fijo en un lugar en esa estera. En esos momentos, él estaba viviendo desde el resultado de su meditación. Hasta que decidió romper las cadenas en su imaginación, nada podía moverlo. Y eso es precisamente lo que descubrimos.

En palabras de Neville, la forma de lograr tal proeza es hacer de «su sueño futuro un hecho presente». 6 En un lenguaje prosaico, que suena casi demasiado cándido como para ser real, él nos dice precisamente cómo lograrlo. Por favor, no se deje engañar por la simplicidad de las palabras del visionario, cuando nos sugiere que lo único que tenemos que hacer para transformar nuestra imaginación en realidad es «asumir el sentimiento de nuestro deseo  realizado». 7 En un universo participante producto de nuestra creación, ¿por qué anticipamos que sea difícil tener el poder de crear?

MUCHAS POSIBILIDADES: UNA REALIDAD

¿Por qué la manera en que pensamos y nos sentimos respecto a nuestro mundo tendrá algún efecto sobre los eventos que ocurren en nuestras vidas? ¿Cómo hacer que un «sueño futuro sea un hecho presente» y pueda cambiar el curso de los eventos que ya vienen en nuestro camino? Si parece que nuestro mundo se está encarrilando velozmente por el sendero hacia una guerra global, por ejemplo, ¿tiene en verdad que ocurrir ese conflicto? Cuando parece que nuestro matrimonio está a punto de derrumbarse o que estamos destinados a vivir con una condición de salud debilitante, ¿tiene que ocurrir el resultado de estas experiencias como fue pronosticado?

¿O acaso hay otro factor, un factor que a menudo es ignorado, que de hecho, puede representar un poderoso papel en la forma como experimentamos las cosas que ya hemos puesto en movimiento? ¿Sigue la vida nuestras predicciones o cumple con nuestras expectativas? La clave para vivir desde el lugar en donde nuestra imaginación ya ha sido realizada y nuestros sueños y oraciones ya han sido respondidos es, en primer lugar, comprender cómo existen las posibilidades. Y para hacer esto debemos regresar brevemente al descubrimiento central de la física cuántica respecto a nuestro mundo.

La física cuántica ha tenido un gran éxito al describir la conducta de cosas que son más pequeñas que el átomo, tanto éxito, de hecho, que se ha creado una serie de «reglas» para describir lo que podemos anticipar que ocurra en este mundo minúsculo e invisible. Aunque estas reglas son pocas y simples, también pueden sonar extrañas cuando describen las cosas que hacen las partículas a un nivel subatómico. Por ejemplo, nos dicen que:

•         Las «leyes» de la física no son universales, porque en pequeñas escalas, las cosas se conducen de forma distinta a como lo hacen en el mundo cotidiano.

•         La energía puede expresarse ya sea como una onda o una partícula, y a veces como ambas.

•         La conciencia del observador determina la conducta de la energía.

Sin embargo, por muy buenas que sean estas reglas, es importante recordar que las ecuaciones de la física cuántica no describen la existencia real de las partículas. En otras palabras, las leyes no nos dicen en dónde están las partículas ni cómo actúan una vez que llegan a ese lugar. Solamente describen el potencial de la existencia de las partículas, o sea, en dónde pueden estar, cómo podrían conducirse, y cuáles podrían ser sus propiedades. Todas estas características evolucionan y cambian con el tiempo. Estas cosas son significativas porque nosotros estamos constituidos de las mismas partículas que están describiendo estas reglas. Si podemos llegar a conocer cómo funcionan, entonces quizá podamos aprender sobre las grandiosas posibilidades de cómo funcionamos nosotros.

Aquí yace la clave para comprender lo que la física cuántica en realidad nos está diciendo respecto a nuestro poder en el universo. Nuestro mundo, nuestras vidas y nuestros cuerpos existen como lo hacen porque fueron escogidos (imaginados) desde el mundo de las posibilidades cuánticas. Si deseamos cambiar cualquiera de estas cosas, primero debemos verlas desde una nueva visión, hacer esto es seleccionarlas de entre una «sopa» de muchas posibilidades.

Entonces, en nuestro mundo, parece que solamente uno de esos potenciales cuánticos puede convertirse en lo que experimentamos como nuestra realidad. Por ejemplo, bajo la visión de mi instructor de karate, él se observó a sí mismo atado a la estera en un lugar en el tiempo, y lo estaba… nadie pudo moverlo.

Cuál de las muchas posibilidades se convierte en real, parece estar determinado por la conciencia y el acto de observación. Es decir, el objeto de nuestra atención se convierte en la realidad de nuestro mundo. Esta es el área en donde el propio Einstein tuvo problemas con la teoría cuántica, señalando: «Creo que una partícula debe tener una realidad separada independiente de las mediciones». 8 En este contexto, las «mediciones» equivalen al observador: nosotros.

Clave 7: El enfoque de nuestra conciencia se convierte en la realidad de nuestro mundo.

Claramente, nuestro papel en el universo es primordial para la pregunta de por qué el mundo cuántico funciona de la forma en que parece hacerlo. Esta es precisamente la razón por la cual es importante entender primero el «qué» de las observaciones científicas, para luego poder entender cómo podemos aplicarlas en nuestras vidas.

El misterio de la razón por la cual necesitamos estas dos series de reglas para describir el mundo, puede remontarse a un experimento que fue primero llevado a cabo en 1909 por Geoffrey Ingram Taylor, un físico británico. Aunque el experimento tiene casi un siglo de antigüedad, sus resultados siguen siendo tema de controversia y ambigüedad. Desde la época del experimento original, se ha recreado un sinnúmero de veces. Los resultados son idénticos cada vez, y son igual de sorprendentes.

El experimento, llamado de la «doble rendija», trata de proyectar partículas cuánticas a través de una barrera que posee dos pequeños agujeros y medir la manera en que son detectadas cuando pasan a través de los orificios. El sentido común sugiere que cuando las cosas comienzan en un lado como partículas, pasarían por el experimento como tales y terminarían también como partículas. Sin embargo, la evidencia demuestra que algo bastante extraordinario ocurre en algún punto entre el lugar en donde las partículas comienzan y el lugar en donde terminan.

Los científicos han descubierto que cuando un electrón, por ejemplo, pasa a través de una barrera con un solo orificio disponible, se conduce de la forma en que anticipamos: comienza y termina su jornada como una partícula. Al hacer esto, no hay sorpresas.

Figura 4. Cuando solamente existe un orificio en la barrera, la partícula se conduce tal como se anticipó.

En contraste, cuando se usan dos rendijas, el mismo electrón hace algo que suena imposible. Aunque definitivamente comienza su jornada como una partícula, un evento misterioso ocurre en el camino: el electrón pasa por ambas rendijas al mismo tiempo, como sólo una onda de energía puede hacerlo, formando el tipo de patrón en el objetivo que solamente puede hacer una onda de energía.

Figura 5. Cuando hay dos orificios disponibles, la partícula actúa como una onda, pasando a través de los dos orificios al mismo tiempo.

Este es un ejemplo del tipo de conducta que los científicos sencillamente denominan «rareza cuántica». La única explicación posible es que el segundo orificio forzó de alguna manera al electrón a viajar como si fuera una onda, pero aún así llega a su destino como empezó: como una partícula. Para hacer esto, el electrón tiene en cierto modo que percibir que el segundo orificio existe y está disponible. Y aquí es donde entra en juego el papel de la conciencia. Porque se asume que el electrón en verdad no puede «saber» nada en el verdadero sentido de la palabra, la única fuente de esa conciencia es la persona observando el experimento. La conclusión es que de alguna forma, el hecho de que el electrón sepa que tiene dos posibilidades para pasar, está en la mente del observador, y que la conciencia del espectador es lo que determina la manera en que viaja el electrón.

El punto crucial del experimento es este: a veces los electrones se conducen como anticipamos. Cuando lo hacen, se aplican las reglas de nuestro mundo cotidiano que dicen que las cosas son distintas y están separadas. Sin embargo, en otras ocasiones, los electrones nos sorprenden y actúan de forma ondulatoria. Cuando esto sucede, se requiere que las reglas cuánticas expliquen su conducta. Y aquí es cuando tenemos la oportunidad de observar nuestro mundo y a nosotros mismos bajo una nueva luz, porque significa que somos parte de todo, y que la conciencia juega un papel clave en el universo.

Históricamente, los científicos buscan en una de las dos teorías principales la forma de explicar los resultados del experimento de la doble rendija. Cada una tiene sus fortalezas y posee ciertos aspectos que tienen más sentido que la otra explicación. Hasta el momento en que este libro fue escrito, las dos seguían siendo teorías, y más recientemente, se propuso una tercera posibilidad. Miremos brevemente las tres interpretaciones.

LA INTERPRETACIÓN COPENHAGUE

En 1927, los físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg del Instituto de Física Teórica en Copenhague, Dinamarca, intentaron encontrarle sentido a la rareza cuántica que las nuevas teorías estaban revelando. El resultado de su trabajo es conocido como la interpretación Copenhague. Hasta ahora, esta es la explicación más ampliamente aceptada de por qué las partículas cuánticas actúan como lo hacen.

De acuerdo con Bohr y Heisenberg, el universo existe como un número infinito de imbricadas posibilidades. Todas están en una especie de sopa cuántica, sin una localización precisa o estado del ser, hasta que algo ocurre que fija en un lugar una de esas posibilidades.

Ese «algo» es la conciencia de una persona en el simple acto de observación. Como lo comprueba el experimento, cuando observamos algo, como un electrón pasando por una rendija en la barrera, el puro acto de observar es lo que parece convertir en realidad una de las posibilidades cuánticas. En ese momento, lo único que vemos es la versión en la que nos enfocamos.

Figura 6. En la interpretación Copenhague de la realidad cuántica, es el enfoque de nuestra conciencia lo que determina cuál de las muchas posibilidades (A, B, C, D, etcétera) se convierte en realidad.

Ventaja: Esta teoría logra un éxito grandioso en cuanto a la explicación de la conducta de las partículas cuánticas al ser observadas en experimentos.

Desventaja: La principal crítica a esta teoría (si es que puede ser considerada como tal) es que sugiere que el universo puede manifestarse solamente mediante la observación en presencia de alguien o algo. Además, la interpretación Copenhague no toma en cuenta el factor de la gravedad.

LA INTERPRETACIÓN DE LOS MUNDOS MÚLTIPLES

Después de la interpretación Copenhague, la siguiente explicación más popular para la extraña conducta de las partículas cuánticas es llamada la interpretación de los mundos múltiples de universos paralelos. Propuesta primero en 1957 por el físico de la Universidad de Princeton, Hugh Everett III, esta teoría ha obtenido tremenda popularidad y acogida porque parece cubrir muchos de los aparentes misterios del mundo cuántico. De forma similar a la interpretación de Copenhague, sugiere que en un momento dado del tiempo, hay un número infinito de posibilidades ocurriendo, y que todas ellas ya existen y están ocurriendo simultáneamente.

Figura 7 . En la interpretación de los mundos múltiples de la realidad cuántica, hay un número infinito de posibilidades (A, B, C, D, etcétera) que ya existen. Cada posibilidad existe en un universo propio que las otras posibilidades no pueden ver. De forma similar a la interpretación Copenhague, es el enfoque de nuestra conciencia lo que determina cuál posibilidad se convierte en realidad.

La diferencia entre ésta y la interpretación de Copenhague es que de acuerdo con la interpretación de los mundos múltiples, cada posibilidad ocurre en su propio espacio y no puede ser vista por las otras. Estos espacios únicos son llamados universos alternos. Presuntamente, viajamos a lo largo de una línea cronológica de una sola posibilidad en un universo y de vez en cuando damos un salto cuántico hacia otra posibilidad en un universo distinto. Desde esta perspectiva, alguien podría estar llevando una vida de dolencias y enfermedades, y por medio de un cambio en su enfoque, encontrarse de repente «milagrosamente» curado, aunque el mundo a su alrededor parezca igual que antes.

La interpretación de Everett sugiere que ya existimos en cada uno de estos universos alternos. Cuando los consideramos todos, experimentamos cada uno de los sueños y fantasías que hemos podido llegar a imaginar. Algunos adeptos de esta teoría incluso sugieren que cuando dormimos en la noche, nuestros sueños son el resultado de dejar el enfoque que nos mantiene aquí en nuestra realidad, permitiéndonos deambular a través de otros mundos de posibilidades paralelas. De forma similar a la interpretación Copenhague, solamente vemos la posibilidad en la cual nos enfocamos. Y esta es la clave para asegurar esa posibilidad en particular, en nuestra «realidad».

Ventaja: Esta teoría parece explicar la razón por la cual no vemos las muchas posibilidades propuestas en la interpretación Copenhague.

Desventaja: Al igual que con todas las ideas basadas en la teoría cuántica, esta teoría no toma en cuenta la fuerza de gravedad. A pesar de que puede explicar algunas de las cosas que vemos en el mundo cuántico, seguirá siendo vista como incompleta hasta que no pueda tomar en cuenta todas las fuerzas de la naturaleza.

En años recientes, se ha propuesto una tercera teoría, la cual parece cubrir las deficiencias de las interpretaciones Copenhague y de los mundos múltiples. Denominada según su autor el profesor de matemáticas de la Universidad de Oxford, Sir Roger Penrose, la interpretación Penrose sugiere que la fuerza de gravedad que los físicos cuánticos a menudo descartan, es precisamente lo que mantiene unido al universo.

LA INTERPRETACIÓN PENROSE

Semejante a las otras interpretaciones, Penrose también cree que en el nivel cuántico existen muchas posibilidades o probabilidades. Su teoría difiere, no obstante, en cuanto a qué es ese algo que «asegura» una posibilidad en particular en nuestra realidad.

Penrose propone que las posibilidades cuánticas de los otros dominios son una forma de materia. Puesto que toda la materia crea gravedad, cada una de las posibilidades tiene su propio campo gravitatorio. Sin embargo, mantener esto consume energía, y cuanta más energía requiere una probabilidad, más inestable es. Puesto que es imposible mantener suficiente energía para que todas ellas se mantengan funcionando eternamente, eventualmente colapsan en un estado único, el más estable, el cual vemos como nuestra «realidad».

Figura 8. En la interpretación Penrose, existen muchas posibilidades (A, B, C, D, etcétera) que colapsan eventualmente en una sola realidad, sencillamente porque mantenerlas todas indefinidamente requiere demasiada energía.

Aunque en algún punto del tiempo todas las posibilidades existen, el estado que requiere la menor cantidad de energía es el más estable y el que experimentaremos como nuestra realidad.

Ventaja: El punto más fuerte de esta teoría es que, por primera vez, considera la fuerza de gravedad, el factor que separaba las ideas de Einstein de las teorías cuánticas, y hace que esta fuerza sea crucial en la existencia de la realidad.

Desventaja: Quizá el mayor inconveniente de la teoría de Penrose (si puede considerarse uno) es que sus críticos creen que puede no ser necesaria. A pesar de que la teoría cuántica sigue siendo una teoría, hasta ahora ha tenido un éxito del 100% al predecir el resultado de experimentos cuánticos. Por lo tanto, ya tenemos una teoría viable para la realidad. La interpretación de Penrose también nos ofrece esto, incluyendo a la vez el factor de la gravedad, de lo cual carecen las otras teorías.

¿CUÁL ES ENTONCES?

El físico teórico Michio Kaku, coautor de la teoría unificante de las supercuerdas, puede ser quien mejor haya descrito la física cuántica cuando dijo: «Se ha afirmado a menudo que de todas las teorías propuestas en este siglo, la más absurda de ellas es la teoría cuántica. Algunos dicen que lo único que ha logrado probar la teoría cuántica, de hecho, es que es indiscutiblemente correcta». 9

¿Logra una de estas teorías prevalecientes explicar tanto los eventos «anómalos» del diminuto dominio subatómico, como la razón por la cual el mundo que vemos funciona como lo hace? Por muy maravillosa que sea cada una de las interpretaciones y por mucho que expliquen lo ocurrido en el laboratorio, el factor que puede ser el «eslabón perdido» es el papel que juega la Matriz Divina en conectarnos con el contenedor para todo lo observado.

Aunque el espectador parece ser el comodín o personaje cambiante en los experimentos para producir los resultados inesperados, ¿qué tal que las «anomalías» no sean anomalías en lo absoluto? ¿Qué tal que la «rareza» de las partículas cuánticas sea en verdad la forma normal en que se comporta la materia? ¿Es posible que todo, desde la información que viaja más rápido que la velocidad de la luz, hasta dos cosas existiendo en el mismo lugar al mismo tiempo, en verdad nos está demostrando nuestro potencial, en lugar de nuestras limitaciones? Si así es, debemos preguntarnos: «¿Cuál es el factor que enlaza todas estas cosas y evita que experimentemos la misma libertad que parecen tener las partículas cuánticas?»

¡Nosotros somos el factor mismo que falta en las teorías cuánticas de la actualidad! Específicamente, es nuestra habilidad de crear intencionalmente las condiciones de la conciencia (conceptos, sentimientos, emociones y creencias) que aseguran una posibilidad que hayamos escogido en la realidad de nuestras vidas.

Y ahí es donde se ponen de acuerdo la ciencia y las tradiciones espirituales antiguas del mundo. Tanto la ciencia como el misticismo describen una fuerza que conecta todo y nos brinda el poder de influir la conducta de la materia y la realidad misma, simplemente a través de la forma en que percibimos el mundo que nos rodea.

La clave es que hay una gran diferencia en la importancia que varias tradiciones espirituales y la ciencia tradicional le dan a los descubrimientos del mundo cuántico. Por razones que he descrito con anterioridad, la mayor parte de los físicos cree que la forma en que los electrones y los fotones se conducen, tiene muy poco que ver con la forma en que vivimos nuestras vidas diarias. Las antiguas tradiciones, por otro lado, sugieren que es según cómo funcionan las cosas en el ámbito subatómico que podemos cambiar nuestros cuerpos y el mundo. Si esto es cierto, entonces, lo que ocurre en el dominio cuántico tiene todo que ver con nuestras vidas cotidianas.

Como sugirió Joseph, mi amigo indio americano del cañón, no necesitamos máquinas para crear los efectos milagrosos que vemos en las partículas cuánticas. A través del poder de nuestra olvidada tecnología interna, podemos curar, realizar el acto de bilocación, estar en todas partes al tiempo, ver a grandes distancias, conectarnos telepáticamente, optar por la paz, y todas las demás posibilidades. Todo es cuestión de nuestro poder de enfocarnos en la conciencia, la cual es el mayor secreto de algunas de nuestras tradiciones más antiguas y apreciadas.

CURSO BÁSICO DE CREACIÓN DE LA REALIDAD

En las enseñanzas del budismo Mahayana, se cree que la realidad solamente puede existir en donde nuestra mente pueda crear un enfoque. De hecho, la sabiduría sugiere que tanto el mundo de la forma pura y el mundo amorfo, fueron el resultado de un modo de conciencia llamada «imaginación subjetiva». 10 Aunque cualquier experiencia ciertamente nos parece muy real, solamente cuando dirigimos nuestra atención, mientras sentimos algo respecto al objeto de nuestro enfoque, es que una posible realidad se convierte en una experiencia «real». Excepto por una ligera variación en el lenguaje, esta antigua tradición suena bastante parecida a la teoría cuántica del siglo XX.

Si todo lo que se debe y lo que no se debe hacer en las posibilidades cuánticas es cierto y la emoción es la clave para escoger la realidad, entonces, la pregunta es: ¿Cómo hacemos para sentir que algo ha ocurrido cuando la persona que está a nuestro lado nos mira de frente y nos dice que no ha ocurrido? Por ejemplo, ¿nos estamos engañando cuando decimos que un ser amado ya está curado, mientras estamos haciendo guardia en cuidados intensivos en un hospital cualquiera?

La ironía de esta última pregunta es que su naturaleza intrínseca elude una respuesta única. En un universo de muchas realidades posibles, hay numerosas respuestas potenciales. En algún lugar, entre todas esas realidades alternas, existe un escenario en donde la curación de nuestro ser querido ya ha ocurrido. En algún lugar existe una realidad en donde la enfermedad jamás ha ocurrido.

Por razones que jamás podríamos conocer o comprender, sin embargo, éste no es el resultado que ha sido concientizado, no es la realidad que yace sobre una camilla al frente nuestro.

La respuesta a nuestra pregunta se reduce a lo que creemos respecto al mundo y a nuestro poder de escoger. La respuesta sería entonces: «¿Cuál posibilidad escojo? ¿Cuál realidad escoge nuestro ser querido o el doctor que lo atiende?» Para responder a esto, debemos primero reconocer que tenemos el poder de tomar dicha decisión.

Al igual que la historia de Neville del joven que estaba gravemente enfermo, el presente no está grabado en piedra. Más bien, parece ser suave y maleable, puede incluso cambiar cuando parece que no hay razón para hacerlo. En el relato de Neville, los doctores del joven habían realizado un diagnóstico (escogieron una realidad) con un resultado esperado. Sin saber que él tenía la opción de escoger, el hombre les creyó al principio y acogió su versión de la realidad. Fue solamente cuando le fue ofrecida otra posibilidad y él la aceptó, que su cuerpo respondió a su nueva creencia, y lo hizo rápidamente. (Comparto otro ejemplo poderoso de dicha posibilidad en el capítulo 4.)

Einstein proclamó su frase célebre que decía que no podemos resolver un problema mientras estemos en el mismo nivel de pensamiento que cuando lo creamos. De forma semejante, no podemos cambiar una realidad si permanecemos en la misma conciencia que la creó. Para asegurar una de las muchas posibilidades descritas en las teorías de las realidades de Copenhague, de los mundos múltiples y de Penrose, debemos localizarla con precisión. Y logramos esto a través de la forma como la «observamos», es decir, como nos sentimos al respecto en nuestras vidas.

Una vez que reconocemos que podemos escoger en función de lo que vemos como nuestra realidad, son comunes las siguientes preguntas: «¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo podemos ver a alguien sano cuando el cuerpo de esa persona luce enfermo?» La respuesta comienza con nuestra voluntad de ver más allá de la ilusión de lo que el mundo nos está mostrando. En el ejemplo de la enfermedad de nuestros seres queridos, somos invitados a ver más allá de la enfermedad que está experimentando, pensando en ellos ya sanos y sintiéndonos como nos sentiríamos con ellos ante esta nueva realidad.

Sin embargo, para escoger esta posibilidad, debemos hacer más que simplemente pensar en esta nueva forma de ser o desear que la recuperación de nuestro ser ya haya ocurrido. Ésta es quizá la mayor advertencia de esta forma de ver el mundo, y de aquella que puede presentar el mayor peligro. En nuestro temor de perder a las personas, lugares y cosas que más apreciamos, yace la tentación de lidiar con la magnitud de la situación negando la realidad que se nos presenta ante nosotros, diciendo que no lo creemos. Pero, a menos que también tomemos las acciones que reemplacen esta atemorizante realidad por la curación, nuestra negación nos conduce a producir algo más que frustración y desengaño.

Personalmente, he experimentado la pérdida de amigos que cayeron en esa trampa y ya no están en este mundo. Aunque ellos son los únicos que saben lo que en verdad ocurrió en sus corazones y mentes antes de morir, tuve la oportunidad de ser testigo de algunos de los sufrimientos por los que pasaron en razón de sus creencias. «Si soy un ser tan poderoso», razonaban, «¿por qué sigo padeciendo esta enfermedad? He cambiado mis creencias… ¿por qué no me he curado?»

Este tema es profundo, personal y delicado. Y la respuesta puede a menudo atraer sentimientos intensos en discusiones sobre qué «es», cómo parece funcionar el universo y en dónde tiene cabida Dios en todo esto. El punto crucial es: hay un equilibrio fino y delicado entre simplemente escoger una nueva posibilidad y seguirla de verdad con pensamientos, sentimientos y creencias que despierten ese resultado como una nueva realidad.

Clave 8: ¡No es suficiente simplemente decir que escogemos una nueva realidad!

Para escoger una posibilidad cuántica, debemos convertimos en esa forma de ser. Como sugiere Neville: debemos «abandonarnos» a esa nueva posibilidad y en nuestro «amor por ese estado… vivimos en el nuevo estado y dejamos el viejo estado del ser». 11 Y eso es precisamente lo que nos invitan a hacer las instrucciones antiguas encontradas en algunas de nuestras tradiciones más apreciadas. La técnica usada para esta relación entre lo humano y lo divino es a menudo llamada oración.

HABLANDO EN TÉRMINOS CUÁNTICOS: SENTIDO ES LA CLAVE

A inicios de este capítulo identificamos varias de las interpretaciones de por qué parecen ocurrir las rarezas cuánticas de la forma en que lo hacen. Las teorías se relacionan en particular con el acto de que con el solo hecho de que observemos la materia, ésta parece cambiar. Aunque cada explicación varía en el porqué de un efecto en particular, todas parecen sugerir el mismo denominador en común: nosotros y nuestro papel como observadores en el mundo.

Cuando observamos algo, es decir, cuando enfocamos conscientemente nuestra atención en un lugar en el tiempo, parece que aseguramos una de muchas posibilidades cuánticas en un lugar en ese instante. Ya sea que esto provenga de una «realidad paralela» o de una sopa de probabilidades cuánticas oscilante, las teorías sugieren que lo que vemos como Realidad (con R mayúscula) es lo que es, debido a nuestra presencia.

A pesar de que esto parece ser una noticia revolucionaria para la ciencia moderna, ha sido aceptada como la manera en que son las cosas en las tradiciones antiguas y en las culturas indígenas durante siglos. En palabras de épocas pasadas, escribas, místicos, curanderos y eruditos, hicieron lo mejor que pudieron para preservar este gran secreto de nuestra relación con el universo y transmitírnoslo. A veces, lo encontramos donde menos esperamos encontrar una sabiduría tan poderosa.

Desde las paredes de los templos y tumbas en los desiertos de Egipto, hasta la sabiduría gnóstica de la biblioteca de Nag Hammadi y la medicina tradicional practicada hoy en día a lo largo del Suroeste de los Estados Unidos, permanece con nosotros el lenguaje que instila vida a las posibilidades de nuestra imaginación, sueños y oraciones.

Quizá el ejemplo más claro de este lenguaje ha sido descrito en las palabras de un hombre que vivió en un monasterio a casi 4,500 metros sobre el nivel del mar, en las alturas de la meseta del Tíbet. En la primavera de 1998, durante 22 días tuve la oportunidad de facilitar un viaje de investigación y peregrinaje en las montañas del centro de Tíbet. Durante ese tiempo, mi grupo y yo nos encontramos inmersos en una de las tierras más grandiosas, escabrosas, primitivas y remotas que quedan hoy en el planeta. En el camino, visitamos 12 monasterios, 2 conventos y algunos de los seres humanos más hermosos que uno podría imaginar, incluyendo monjes, monjas, nómadas y peregrinos. Fue durante este tiempo, que me encontré cara a cara con el abad de uno de los monasterios y tuve la oportunidad de hacerle la pregunta, en búsqueda de cuya respuesta viajamos tan lejos y durante tanto tiempo.

En una helada mañana, nos encontramos atiborrados en una minúscula capilla rodeados de altares budistas y antiguos thangkas (tapices intrincadamente tejidos con brocados que representan las grandes enseñanzas del pasado). Enfoqué mi atención directamente en los ojos del hombre cuya edad era imposible de determinar, sentado en la posición de loto al frente de mí. A través de nuestro traductor, le hice la misma pregunta que le había hecho a cada monje y monja que habíamos encontrado a lo largo de nuestro peregrinaje. «Cuando observamos sus oraciones», comencé, «¿qué están haciendo? Cuando los vemos entonando y cantando durante 14 y 16 horas al día; cuando vemos los cencerros, cuencos, gongs, campanillas, mudras y mantras en el exterior, ¿qué está ocurriendo en el interior de ustedes?»

Una sensación poderosa recorrió todo mi cuerpo cuando el traductor compartió conmigo la respuesta del abad. «Ustedes jamás han visto nuestras oraciones», dijo, «porque una oración no puede verse». Ajustándose la pesada túnica de lana bajo sus pies, el abad continuó: «Lo que ustedes han visto es lo que hacemos para crear el sentimiento en nuestros cuerpos. ¡El sentimiento es la oración!»

Qué hermoso, pensé. ¡Y qué simple! Tal como los experimentos a finales del siglo XX demostraron, es el sentimiento y la emoción humanos lo que afecta la materia de la cual está hecha nuestra realidad, es nuestro lenguaje interior lo que cambia los átomos, los electrones y los fotones del mundo exterior. Sin embargo, se trata menos de las palabras reales que murmuramos y más del sentimiento que ellas crean en nuestro interior. Es el lenguaje de la emoción el que le habla a las fuerzas cuánticas del universo…, el sentimiento es lo que la Matriz Divina reconoce.

Clave 9: El sentimiento es el lenguaje que le «habla» a la Matriz Divina. Sentir que su meta ya ha sido lograda y que su oración ya ha sido respondida.

El abad nos estaba diciendo lo mismo que los grandes científicos del siglo XX. No solamente estaba transmitiendo las mismas ideas que los experimentadores han documentado, él había llegado un paso más lejos: estaba compartiendo las instrucciones que describían cómo hablar el lenguaje de las posibilidades cuánticas, y lo estaba haciendo a través de una técnica que conocemos hoy como una forma de oración.

¡No es de extrañar que la oración obre milagros! Ella nos pone en contacto con el espacio puro en donde los milagros de nuestras mentes se convierten en la realidad de nuestro mundo.

LA COMPASIÓN: UNA FUERZA DE LA NATURALEZA Y UNA EXPERIENCIA HUMANA

La claridad de la respuesta del abad me hizo tambalear. Sus palabras hacían eco a las ideas que han sido registradas en las antiguas tradiciones gnósticas y cristianas desde hace 2,000 años. Para que nuestras oraciones sean respondidas, debemos trascender la duda que a menudo acompaña la naturaleza positiva de nuestros deseos. Siguiendo una breve enseñanza para superar dichas polaridades, las palabras de Jesús registradas en la biblioteca Nag Hammadi nos recuerdan el poder de nuestras órdenes. En palabras que a estas alturas deberían sonarnos familiares, nos recuerdan que cuando le decimos a una montaña: «Muévete,’ se moverá». 12

Por medio de la claridad de sus palabras, el abad respondió al misterio de qué era lo que estaban haciendo los monjes y las monjas en sus oraciones: estaban hablando el lenguaje cuántico de las emociones y los sentimientos, un lenguaje sin palabras ni expresiones exteriores.

En 2005, tuve la oportunidad de visitar de nuevo los monasterios del Tíbet por un total de 37 días. Durante la jornada, nuestro grupo se enteró de que el abad que había compartido el secreto del sentimiento conmigo en 1998, había muerto. Aunque las circunstancias nunca quedaron completamente claras, nos enteramos sencillamente de que ya no estaba en este mundo. Aunque no habíamos conocido antes al hombre que tomó su lugar, cuando escuchó que habíamos regresado, nos dio la bienvenida y nos permitió continuar la conversación que había comenzado en 1998.

En otra mañana helada del Tíbet, en una capilla distinta, nos encontramos cara a cara con el nuevo abad del monasterio. Sólo minutos antes, nos habían llevado a través del pasaje sinuoso empedrado que nos condujo a su diminuta, fría y poco iluminada habitación, en total oscuridad. Sentíamos cada paso sobre el piso peligrosamente resbaladizo por años de verter mantequilla de yac sobre la superficie. Fue en esta antigua habitación fría, llena del aire de las montañas, anidada en el corazón de ese monasterio, que le formulé a este nuevo abad mis preguntas para proseguir con el tema: «¿Qué nos conecta mutuamente, con nuestro mundo y con el universo? ¿Cuál es la ‘materia’ que transporta nuestras oraciones fuera de nuestros cuerpos y mantiene el mundo unido?» El abad me miró directamente a los ojos mientras nuestro traductor repetía mi pregunta en tibetano.

De forma instintiva, le eché una mirada al guía, quien había sido nuestro intermediario durante toda la conversación. Yo no estaba preparado para la traducción que escuché de regreso. «La compasión», dijo. «El geshe [gran maestro] dice que la compasión es lo que nos conecta».

«¿Cómo puede ser eso?» pregunté, buscando claridad en lo que estaba escuchando». ¿Está describiendo la compasión como una fuerza de la naturaleza o como una experiencia emocional?»

De repente, se desató una acalorada conversación cuando el traductor le formuló mi pregunta al abad.

«La compasión es lo que conecta todas las cosas», fue su respuesta final. ¡Y eso es todo! Después de casi diez minutos de un diálogo intenso que involucraba los elementos más profundos del budismo tibetano, ¡lo único que escuché fueron esas nueve palabras!

Unos días después, me encontré entablado en la misma conversación de nuevo, haciendo exactamente la misma pregunta a un monje de alto rango en otro monasterio. En vez de la formalidad que experimentamos en la presencia del abad, estábamos más bien en la minúscula celda del monje, en donde él comía, dormía, oraba y estudiaba cuando no estaba en el gran salón de cánticos.

A estas alturas, nuestro traductor ya se había familiarizado con la forma en que yo hacía las preguntas y lo que estaba tratando de entender. Cuando nos acuclillamos alrededor de las lámparas de mantequilla de yac, en la habitación en penumbra, observé el techo muy bajo. Estaba cubierto del tizne negro de años y años de quemar las mismas lámparas con el fin de recibir luz y calor en el exacto lugar en donde nos encontrábamos aquella tarde.

De la misma manera que le había formulado la pregunta al abad sólo unos días antes, le dije (por medio del traductor) al monje: «¿Es la compasión una fuerza de creación o es una experiencia?» Sus ojos se dirigieron hacia el mismo lugar en el techo a donde yo había mirado unos segundos antes. Dando un profundo suspiro, pensó por un momento, recolectando la sabiduría que había acumulado desde que había entrado al monasterio a la edad de ocho años. (Parecía estar entre los veinte y los treinta años ahora.) De repente, bajó la mirada, me miró y me respondió. La respuesta era corta, poderosa y tenía muchísimo sentido: «Es ambas cosas», fueron las palabras que el monje me respondió. «La compasión es a la vez una fuerza del universo y una experiencia humana».

En ese día, en la celda de un monje a medio mundo de distancia, a cerca de 4,500 metros sobre el nivel del mar y a horas de distancia del pueblo más cercano, escuché las palabras de una sabiduría que siendo tan simple, muchas tradiciones occidentales han pasado por alto hasta el día de hoy. El monje acababa de compartir el secreto de lo que nos conecta a todos en el universo, así como la cualidad que hace que nuestros sentimientos y emociones sean tan poderosos: son uno y lo mismo.

NO SE TRATA DE CUALQUIER SENTIMIENTO

Traducciones recientes de antiguas oraciones inscritas en arameo, el lenguaje de los esenios (los escribas de los Rollos del Mar Muerto), parecen apoyar la idea precisamente de lo que el monje estaba compartiendo, como los secretos de hacer que algo se haga realidad. Estas nuevas interpretaciones también ofrecen pistas respecto a por qué dichas instrucciones parecen ser tan vagas. Al traducir de nuevo los documentos originales del Antiguo Testamento, es claro que se tomaron inmensas libertades con el paso de los siglos respecto a las palabras y a las intenciones de los antiguos autores. Como dice el refrán, «mucho se perdió en la traducción».

(Describo esto, y otros ejemplos que comparto en estas páginas, en mi último libro Secrets of the Lost Mode of Prayer, pero son tan importantes todos que he decido incluirlos también aquí.)

Por ejemplo, relatando nuestra habilidad de participar en los eventos de la vida, la salud y la familia, una comparación de la versión moderna bíblica de «Pedid y se os dará», con su texto original, nos da una idea de lo mucho que puede haberse perdido. La versión moderna y condensada de la Biblia dice:

«En verdad os digo: todo lo que pidáis al Padre en mi Nombre, Él os los dará. Hasta ahora no habéis pedido nada invocando mi Nombre: pedid y se os dará, y vuestro gozo será completo».

(Juan 16: 2-24)

Cuando comparamos esto con el texto original, vemos que la clave quedó fuera del texto. En el siguiente párrafo, he subrayado la parte faltante.

«Todas las cosas que vosotros pedís recta y directamente al Padre… desde el interior en Mi nombre, se os darán. Hasta ahora no lo habéis hecho… Pedid entonces sin motivaciones escondidas y estaréis rodeados por vuestras respuestas. Envolveros en vuestros deseos, pues vuestro gozo será pleno». 14

Con estas palabras, recordamos los principios cuánticos que nos dicen que el sentimiento es un lenguaje para dirigir y enfocar nuestra conciencia. Es un estado del ser en el que estamos, en vez de algo que hacemos a cierta hora del día.

Aunque es obvio que la emoción es el lenguaje que reconoce la Matriz Divina, también es aparente que no se trata de cualquier sentimiento. Si así fuera, el mundo sería un lugar muy confuso, en donde la idea de una persona quedaría imbricada con el concepto muy distinto de la otra. El monje afirmó que la compasión es tanto una fuerza de la creación como la experiencia que hace que podamos tener acceso a ella. Los elementos más profundos de la enseñanza sugieren que con el fin de lograr la compasión, debemos considerar una circunstancia sin una fuerte expectativa sobre lo correcto o lo incorrecto del resultado de esa situación. En otras palabras, debemos percibirla sin juicios ni ego. Y parece ser que precisamente esta cualidad de la emoción es la clave para hablar con la Matriz Divina de forma que sea significativa y efectiva.

Como sugiere el físico Amit Goswami, se necesita más que un estado normal de la conciencia para hacer que una posibilidad cuántica se convierta en una realidad presente. De hecho, para hacer esto, indica que debemos estar en lo que describe como un «estado no ordinario de la conciencia». 15

Para llegar a este punto, la traducción del arameo afirma que debemos «pedir sin motivaciones escondidas». Otra forma de aclarar esta parte tan importante de la instrucción, es decir en palabras modernas, que debemos tomar nuestras decisiones desde un deseo que no esté basado en nuestro ego. El gran secreto para atraer a nuestra realidad presente el enfoque de nuestra imaginación, creencias, curaciones y paz, es que debemos hacerlo sin un fuerte apego al resultado de nuestro agrado. En otras palabras, nos invitan a orar sin juicio alguno sobre lo que debería o no debería estar ocurriendo.

Clave 10: No se trata de cualquier sentimiento. Para que podamos crear, los sentimientos deben ser carentes de ego y juicio.

Quizá una de las mejores descripciones de cómo experimentar este lugar de neutralidad, lo encontramos en la obra del gran poeta sufí Rumi. Con palabras sencillas, pero poderosas, nos dice: «Más allá de las ideas sobre lo que es correcto o incorrecto, existe un campo. Ahí me reuniré contigo». 16 ¿Con qué frecuencia podemos decir que estamos de verdad en el campo del no juicio de Rumi en cualquier momento de nuestras vidas, especialmente cuando el destino de uno de nuestros seres queridos está en juego? No obstante, ésta parece ser precisamente la lección más grandiosa de nuestro poder, el mayor reto de nuestras vidas, y la inmensa ironía de nuestra habilidad de crear en un universo participante.

Parece ser que cuan mayor sea nuestro deseo de cambiar nuestro mundo, más esquivo es nuestro poder para lograrlo. Esto ocurre porque lo que deseamos está a menudo basado en el ego. Si no fuera así, el cambio no tendría tal significado para nosotros. No obstante, cuando maduramos hacia el estado de conciencia en donde sabemos que podemos alterar nuestra realidad, parece ser que se convierte en cada vez menos importante para nosotros hacerlo. Semejante a como cuando deseamos tener un auto, por ejemplo, y luego al tenerlo el deseo languidece, al tener la habilidad de obrar milagros de sanación y paz, desaparece la urgencia por hacer que estos ocurran. Esto puede ser porque cuando sabemos que podemos cambiar las cosas, llega la aceptación del mundo tal como es.

Es esta libertad de poseer el poder sin adjudicarle tanta importancia, lo que nos permite ser todavía más efectivos en nuestras oraciones. Y aquí puede yacer la respuesta a la pregunta que formulan todos aquellos que han meditado, entonado cánticos, recitado el OM, danzado y orado por la recuperación de sus seres amados. A pesar de que sin duda alguna, todos estos actos estaban basados en buenas intenciones, a menudo involucraban un profundo apego a la curación de nuestros seres queridos. Conllevaban la creencia de que era necesaria una recuperación milagrosa. Y si la sanación tenía que ocurrir, implicaba que todavía no había sido llevada a cabo, si así fuera, no lo estaríamos pidiendo en nuestras oraciones. Es como si al desear el resultado de la curación, los esfuerzos por crearla estuvieran reforzando la realidad de que la enfermedad estaba presente. Esto nos lleva a la segunda parte de la antigua instrucción, algo que es a menudo pasado por alto en nuestro intento de atraer milagros en nuestras vidas.

La siguiente parte de la traducción nos invita a «rodearnos» de nuestra respuesta y a «envolvernos» con nuestro deseo para que nuestro gozo ocurra. Este pasaje nos recuerda, en palabras precisamente, lo que los experimentos y las antiguas tradiciones sugieren en su sabiduría compartida. Debemos, primero, tener en nuestros corazones el sentimiento de sanación, abundancia, paz y las respuestas a nuestras oraciones de bienestar como si ya hubieran ocurrido, antes de que puedan convertirse en realidad en nuestras vidas.

En el pasaje, Jesús sugiere que aquellos a quienes él les habla, todavía no lo han hecho. Al igual que mis amigos con la poderosa medicina de oración y buenas intenciones, aunque hayan creído que estaban pidiendo que sus oraciones fueran respondidas, si su solicitud eran simplemente las palabras: Por favor, permite que se realice esta curación, dice Jesús que éste no es el lenguaje que reconoce el campo universal de la Matriz Divina. Él les recuerda a sus discípulos que deben «hablar» con el universo de manera significativa. Cuando sentimos que estamos rodeados por la sanación de nuestros seres amados y envueltos en la paz de nuestro mundo, estamos usando el lenguaje y el código que abre las puertas a todas las posibilidades.

Con este sentimiento, pasamos de la perspectiva que sospecha que estamos simplemente experimentando lo que sea que llega a nuestras vidas, a la perspectiva de que sabemos que somos parte de todo lo que es. Por consiguiente, creamos un giro en la energía que puede describirse como el clásico «salto cuántico». De forma muy parecida a como el electrón de un átomo salta de un nivel de energía a otro, sin moverse a través de los espacios intermedios, cuando sabemos realmente que estamos hablando el lenguaje cuántico de nuestra elección y no simplemente pensando en lo podría ser, estamos en otro estado de conciencia. Es este estado el que se convierte en el espacio puro en donde comienzan los sueños, las oraciones y los milagros.

ESTAMOS DISEÑADOS PARA CREAR

Durante una conversación con el poeta y místico indio Rabin-dranath Tagore en 1930, Albert Einstein resumió los dos puntos de vista de inicios del siglo XX respecto a nuestro papel en el universo. «Existen dos conceptos diferentes respecto a la naturaleza del universo», comenzó diciendo. «El primero observa al mundo como una unidad dependiente de la humanidad…» y «el segundo percibe al mundo como una realidad independiente del factor humano» [itálicas por el autor]. 17 Aunque los experimentos descritos en el capítulo 2, ciertamente demuestran que nuestra observación consciente de la materia de la cual está hecho el mundo, incluyendo átomos y electrones, afecta directamente la conducta de la materia, probablemente descubriremos que existe una tercera posibilidad, una que esté en algún punto entre los dos extremos de Einstein.

Esta posibilidad puede demostrar que nuestro universo llegó a existir a través de un proceso que inicialmente no nos involucraba. Aunque la creación pudo haber comenzado sin nuestra presencia, ahora estamos aquí mientras sigue creciendo y evolucionando. Desde estrellas tan distantes que terminan sus vidas antes de que su luz llegue a nuestros ojos, hasta la energía que desaparece en los misteriosos vórtices llamados simplemente «agujeros negros», el cambio es la constante universal con que la podemos contar. Está ocurriendo como parte de todo lo que vemos e incluso en los dominios que no vemos.

A estas alturas debe estar claro que es imposible que seamos simples transeúntes en nuestro mundo. Como observadores conscientes, somos parte de lo que vemos. Además, a pesar de que los científicos todavía tienen que llegar a ponerse de acuerdo en cuál es la teoría que explica la manera en que cambiamos nuestra realidad, todos sugieren que el universo es alterado ante nuestra presencia. Es como si ser consciente fuera un acto de creación por sí mismo. Como señala el físico John Wheeler: vivimos en una universo «participante», no en uno en donde manipulamos o forzamos nuestra voluntad o somos capaces de controlar el mundo que nos rodea.

En nuestra capacidad, como parte del universo actual, tenemos la habilidad de modificar y cambiar pequeñas piezas de él a través de la forma en que vivimos nuestras vidas. En el dominio de las posibilidades cuánticas, parece que fuimos hechos para participar en nuestra creación. ¡Estamos diseñados para crear! Puesto que parecemos estar conectados universalmente a escala cuántica, nuestra conexión a fin de cuentas, nos promete que hasta el menor giro en nuestras vidas puede tener enorme influencia en nuestro mundo e incluso en el universo lejano. Nuestro enlace cuántico con el cosmos llega a tal profundidad, que los científicos han creado un nuevo vocabulario para describir lo que dichas conexiones realmente significan. El «efecto mariposa» mencionado en el capítulo 1, por ejemplo, describe cómo pequeños cambios pueden causar efectos realmente grandes.

Anteriormente conocido como dependencia sensible a las condiciones iniciales, el punto crucial de este fenómeno sugiere que un pequeño y único cambio en una parte del mundo, puede activar una enorme alteración en otro lugar y tiempo. Con frecuencia es descrito usando la analogía de que «si una mariposa bate sus alas en Tokyo, puede causar un mes más tarde un huracán en Brasil». 18 Un ejemplo de este efecto usado a menudo es el resultado originado cuando en 1914 el chofer del Archiduque Ferdinand dio un giro equivocado en una calle mientras conducía. Este error llevó al líder de Austria cara a cara con su asesino, y la historia demuestra que la muerte de Ferdinand fue el catalizador que condujo a la Primera Guerra Mundial. Todo comenzó con la ocurrencia fortuita de un sencillo error que todos hemos cometido en una u otra ocasión. Ese giro equivocado, no obstante, tuvo consecuencias globales.

En el capítulo 2, exploramos tres experimentos que nos hablan de nuestra relación con el mundo que nos rodea. Nos demuestra que el ADN cambia la materia de la cual está hecho nuestro mundo y que la emoción altera el propio ADN. Los experimentos militares y aquellos conducidos por Cleve Backster demostraron que este efecto no está limitado por el tiempo o la distancia. El resultado neto sugiere que usted y yo dirigimos una fuerza en nuestro interior, que funciona en un dominio libre de los limites de la física tal como los conocemos.

Los estudios implican que no estamos sujetos a las leyes científicas tal como las entendemos hoy en día. Éste puede ser precisamente el poder al que el místico San Francisco aludió hace más de 600 años cuando dijo: «Hay fuerzas hermosas y salvajes en nuestro interior». Si existe un poder en nuestro interior capaz de alterar la esencia del universo en formas que pueden sanar y crear paz, entonces tiene muchísimo sentido que haya un lenguaje que nos permita hacerlo conscientemente y a voluntad. Y lo hay; curiosamente, es precisamente el lenguaje de la emoción, de la imaginación y de la oración que quedó perdido para el mundo occidental a raíz de las ediciones realizadas a la Biblia por la iglesia cristiana del siglo IV.

CUANDO EL MILAGRO DEJA DE FUNCIONAR

Los efectos de la conexión mente-cuerpo y ciertos tipos de oración han sido bien documentados en literatura pública. Estudios de grandes universidades y pruebas de campo en países acosados por las guerras, muestran que la manera en que nos sentimos en el interior de nuestros cuerpos nos afecta, no solamente a nosotros, sino a todo el mundo. 19 Esta relación entre nuestras experiencias internas y externas parece ser la razón por la cual algunas oraciones nos empoderan de la forma en que lo hacen. Aunque el mecanismo preciso que explica por qué las oraciones funcionan puede no haber sido comprendido a plenitud, la verdad es que funcionan y la evidencia está allí (en el mecanismo). Sin embargo, también persiste un misterio. En los estudios, el impacto positivo de las oraciones parece perdurar solamente durante el periodo de tiempo en que están ocurriendo. Cuando se detienen, parece que sus efectos también se acaban.

Por ejemplo, durante los experimentos con oraciones por la paz, los estudios demuestran claramente que hubo una disminución estadística significativa en los indicadores claves que los investigadores estaban observando. Se redujeron las incidencias de accidentes de tráfico, los casos de emergencia en los hospitales e incluso los crímenes violentos contra las personas. En presencia de la paz, lo único que podía ocurrir era paz. Sin embargo, por muy interesantes que sean estos resultados, lo que demuestran después ha sido un misterio constante para las personas que estudian este efecto. 20

Cuando se detuvieron los experimentos, la violencia regresó, en algunos casos alcanzó niveles todavía mayores que antes de que comenzaran los experimentos. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué los efectos de las meditaciones y las oraciones parecen terminar? La respuesta a estas preguntas parece ser la clave para comprender la calidad de conciencia que se crea.

Lo que sucedió fue que los practicantes dejaron de hacer lo que estaban haciendo: cesaron sus meditaciones y oraciones. Y ésta es la respuesta a nuestro misterio.

Si creemos que escoger nuestra realidad es algo que hacemos solamente en el momento, entonces tiene mucho sentido que cuando dejamos de sentir que existe nuestra nueva realidad, el efecto de nuestra decisión también cesa. Crear nuestra realidad puede ser una elección de corta vida si asumimos que los sentimientos de sanación, paz y abundancia son experiencias que solamente duran minutos a la vez. Entre los experimentos modernos y las instrucciones de los textos antiguos, sabemos que crear la realidad es más que lo que hacemos… es ¡lo que somos!

Clave 11: Debemos convertimos en nuestras vidas, en las cosas que optamos por experimentar como nuestro mundo.

Si sentir es lo que escogemos y estamos sintiendo todo el tiempo, también estamos constantemente escogiendo. Podemos sentir nuestra gratitud por la paz en nuestro mundo con convicción porque siempre existe en alguna parte. Podemos sentir aprecio por el bienestar de nuestros seres queridos, así como el nuestro, porque estamos sanos y, en cierto modo, cada día nos renovamos.

Esto puede ser precisamente lo que las versiones arameas de los evangelios estaban tratando de transmitir a las personas del futuro, a través del lenguaje que nos dejaron hace casi 2,000 años. Puede ser, además, este efecto el que describió el texto gnóstico del evangelio perdido de Tomás: «Aquello que poseen los salvará si lo hacen surgir de su interior. Aquello que no poseen en su interior, los matará». 21

Aunque la advertencia es breve, las implicaciones son poderosas. A través de las palabras atribuidas al maestro Jesús, recordamos que el poder de moldear nuestras vidas y nuestro mundo es algo que reside en nuestro interior como una habilidad que todos compartimos.

LA VIDA NO SIEMPRE SIGUE LAS REGLAS DE LA FÍSICA

¿Qué sucede si vivimos de forma que rompemos las reglas aceptadas de la física? O, ¿qué tal que ni siquiera sepamos que las reglas existen? ¿Es posible seguir el ejemplo de las partículas cuánticas que parecen hacer esto precisamente?

El sentido común nos dice que si algo existe en un lugar, no puede estar en otro al mismo tiempo, independientemente de lo que «eso» sea. Sin embargo, eso es precisamente lo que los experimentos han demostrado.

La pregunta obvia que sigue a tales descubrimientos es: si la materia de la cual el mundo está hecho puede estar en dos lugares a la vez, y nosotros somos parte del mundo, entonces, ¿por qué no podemos hacer lo mismo? ¿Por qué no podemos cumplir con nuestro deber en nuestro lugar de trabajo o en el salón de clases y al mismo tiempo estar disfrutando en una playa soleada o escalando una montaña en algún cañón? Aunque todos nos hemos preguntado en algunas ocasiones si tal cosa pudiera ocurrir, la posibilidad es realmente pura fantasía… ¿o no lo es?

Cuando escuchamos que algo poco usual ocurre en muchas ocasiones, en donde están involucradas muchas personas distintas, normalmente hay un poco de verdad en los informes. Aunque los detalles pueden variar, a menudo es posible rastrear el tema subyacente a un evento real en el tiempo. El Diluvio Universal es un ejemplo perfecto. A través de la historia, y en una multitud de culturas, hay un tema casi universal que ha sido relatado una y otra vez. Llevado a cabo en varios continentes, en diversos idiomas y con personas distintas, la historia y el resultado son casi idénticos.

Aunque los detalles varían, la historia está marcada de forma similar con informes de personas que se han bilocado, es decir, que han aparecido físicamente en diferentes lugares en el mismo instante en el tiempo. A menudo estas proezas se le atribuyen a yoguis, místicos o individuos que de alguna manera han dominado una habilidad latente (aunque no siempre es el caso). El punto en común que parece conectar estos informes es que las personas que lo han logrado, son por lo general maestros de las emociones humanas como el amor y la compasión. Con frecuencia, los informes están asociados con las obras sagradas de los santos y están bien documentados por misioneros, indígenas y otros que se cree que han sido testigos confiables de los milagros.

Por ejemplo, de los mejores casos documentados de bilocación de entre muchos atribuidos a San Francisco de Paula, hay uno acontecido en 1507. Mientras el santo estaba cumpliendo con sus deberes en el altar de la iglesia, algunas personas que vinieron a verlo se dieron cuenta que parecía encontrarse en un profundo estado de oración, y decidieron no molestarlo. Sin embargo, cuando salieron, quedaron más que sorprendidos al encontrarlo fuera de la iglesia de la cual ellos acababan de salir. Y no estaba solo, estaba hablando con los pueblerinos y otras personas que pasaban por la calle. Rápidamente, corrieron de regreso a la capilla para descubrir que seguía ahí, «perdido en la oración». De alguna manera, a través de un misterioso estado de conciencia, asociado con un estado de profunda meditación, San Francisco de Paula había aparecido ante las mismas personas en dos lugares durante el mismo periodo de tiempo.

Entre 1620 y 1631, María de Agreda, una monja que vivió 46 años en un convento en Agreda, España, relató más de 500 travesías a través del océano, a una tierra lejana. Según las personas que la conocieron y vivieron con ella, dijeron que jamás salió del convento. Sin embargo, María afirmaba que podía «volar» a cualquier lugar distante durante lo que llamaba sus «experiencias de éxtasis».

Dicho fenómeno podría estar hoy relacionado con un informe de hace 300 años que habla de la visión remota (la capacidad de ser testigos y percibir eventos desde lejos, dirigiendo la conciencia hacia un lugar preciso), excepto por una curiosa distinción: María de Agreda no solamente visitó las tierras que describió, sino que, además, le enseñó la vida de Jesús a los indígenas que conoció. Aunque solamente hablaba su español nativo, los indios podían entenderla mientras ella compartía con ellos las enseñanzas del gran maestro.

Los documentos de sus visiones aparecieron cuando el arzobispo de México, Don Francisco Manzo y Zúñiga, escuchó hablar de sus experiencias. Cuando envió misioneros a investigar, estos quedaron sorprendidos al encontrar que los indígenas del área ya conocían muy bien la vida de Jesús; tan bien que, de hecho, comenzaron a bautizar de inmediato a la tribu entera ahí mismo.

Casi una década más tarde, las jornadas místicas de María de Agreda fueron finalmente validadas. Mientras se encontraba bajo el voto de obediencia en una orden de la iglesia, describió los detalles íntimos de una tierra que jamás había visitado físicamente. Su descripción era tan completa que incluía las sutilezas del clima y los cambios de estaciones, así como los matices de las culturas y las creencias de las personas a quienes ella enseñaba.

Después de un «examen eclesiástico riguroso», las jornadas místicas de María de Agreda fueron declaradas auténticas por la iglesia y se le otorgó la consideración del «máximo rango entre los místicos de las eras antiguas».22

No todos los informes de bilocación datan de los lúgubres siglos XVI y XVII. Tan reciente como en la Segunda Guerra Mundial, hubo varios casos de santos apareciendo en muchos lugares al tiempo. Uno de los casos mejores documentados, es el del místico italiano Padre Pío. Siguiendo su promesa de que la ciudad de San Giovanni Rotondo, ocupada por los nazis, sería salvada de la destrucción por los aliados, se apareció en plena luz del día de una manera que era extraña incluso en los casos de bilocación.

Cuando los bombarderos llegaron sobre la ciudad para apuntar hacia los baluartes alemanes, la imagen del Padre Pío en una túnica color café apareció al frente de sus aviones, ¡suspendida en pleno aire! Al contrario de algunas apariciones breves que fueron reportadas bajo el estrés de condiciones bélicas, la imagen permaneció hasta que todos pudieron verla. Mientras estuvo ahí, fracasaron todos los intentos por liberar sus bombas sobre la ciudad.

Frustrados y desconcertados, los pilotos cambiaron de curso y aterrizaron sus aviones en un aeropuerto cercano con todas las bombas con las que habían comenzado su misión. Poco después, uno de los pilotos acudió a una capilla cercana. Para su asombro, en su interior estaba el mismo fraile que había visto suspendido en el aire al frente de su avión… ¡el Padre Pío!

El padre no era un fantasma ni la aparición de algún santo difunto desde hacía mucho tiempo, como lo sospechaba el piloto. Era real. Estaba vivo. Y ese día, había estado de alguna manera dos veces a la vez: en tierra, en la capilla, y en el aire, directamente al frente de los aviones. Aunque los aliados liberaron Italia, la ciudad de San Giovanni Rotondo se salvó de la destrucción, tal como lo había prometido el Padre Pío. 23

Cuando experimentamos algo que parece ocurrir más allá del dominio de lo que conocemos como cierto, a menudo lo catalogamos como un milagro. Entonces, ¿qué hacemos con los informes y los casos documentados de casos de bilocación y otras proezas en apariencia milagrosas que han ocurrido en más de 600 años? ¿Podemos descartarlos como puras fantasía o ilusiones vanas? … Posiblemente. Siempre existe la posibilidad de que hayan sido conjurados por personas con mucho tiempo de sobra o que deseaban honestamente que fueran ciertos.

No obstante, ¿qué tal que se trate de algo más? Si nos prueban más allá de toda duda que no estamos limitados por las leyes actuales de la física. Esa confirmación nos permite vernos bajo una nueva y poderosa luz, al ofrecernos algo más allá de la fe en que basar nuestras nuevas creencias.

Así como los iniciados, mencionados en el poema de la Introducción de este libro, encontraron una nueva libertad en sus experiencias inesperadas, si encontramos que podemos seguir las «huellas» de partículas cuánticas que funcionan más allá de las fronteras del tiempo y el espacio, entonces podemos ciertamente usar nuestra habilidad de sanar nuestros cuerpos y de traer alegría a nuestras vidas.

La clave es: para hacer lo que parece imposible, una persona tiene que primero ir más allá de los límites de lo que se pensaba como cierto. Así como los iniciados descubrieron que tan pronto se sobrepusieron a su miedo de la ‘orilla’, eran más de lo que solían creer, con el fin de vivir milagros en nuestras vidas, debemos primero superar nuestra creencia de que dichos fenómenos son imposibles.

Clave 12: No estamos sujetos a las leyes de la física como la conocemos hoy en día.

Para hacer esto, alguien debe primero realizar ese milagro para que todos podamos verlo cuando ocurra. Quizá esa persona tiene un don particular en un área de la vida, como la sanación, o quizá ese individuo simplemente está abierto a ver el mundo de forma distinta. Independientemente de cómo ocurra, una vez que esa persona hace algo tan especial, ya sea Jesús o su vecino, ese milagro se vuelve disponible para todos los demás.

Un hermoso ejemplo de este principio es ilustrado por la incapacidad de los nativos de Norteamérica, de ver las naves de los primeros europeos que anclaron en sus playas. El concepto de un bote en madera maciza con enormes mástiles y velas era tan extraño para ellos, que no tenían punto de referencia para lo que estaban viendo. En la misma forma que nuestra visión es capaz de detectar los cuadros individuales de una película, los ojos de los nativos ciertamente podían distinguir la silueta de las naves sobre el horizonte. Y al igual que nuestros cerebros intentan darle sentido a lo que vemos, uniendo los cuadros en la experiencia continua de la película, los nativos intentaron hacer lo mismo. El problema es que nadie lo había hecho antes: nada en su experiencia colectiva les había dicho cómo observar una carabela europea.

Fue solamente cuando el curandero de la tribu dio una mirada inquisitiva y usó su visión de forma un poco distinta, que pudo comenzar a distinguir las naves. Una vez que lo hizo, no pasó mucho tiempo antes de que el grupo lograra ver lo que sólo unas horas antes era invisible para ellos. Todo es cuestión de lo que las personas se permiten percibir. En su voluntad de intentar algo distinto, un nuevo mundo se abrió ante ellos. Quizá no somos muy distintos a esos nativos de la playa de hace más de 500 años. Podemos sólo imaginar lo que nos espera cuando pensamos en nuestro mundo, nuestro universo y nosotros mismos de manera un poco diferente.

Al comienzo de esta sección, nos hicimos la pregunta: «Si un electrón es capaz de estar en dos lugares a la vez, ¿por qué no podemos nosotros?» Quizá podemos encontrar la respuesta si nos formulamos la pregunta de forma ligeramente distinta. En vez de convencernos de que las partículas pueden hacer algo que nosotros no podemos, preguntémonos lo que hace un electrón para bilocarse. Si comprendemos cómo se comporta la materia de la que estamos hechos en las circunstancias de un milagro, quizá podamos encontrar esas condiciones en nuestras propias vidas. Y para entender cómo funciona esto, debemos explorar la única faceta de nuestra existencia que nos ofrece la habilidad de alterar nuestro mundo cambiándonos a nosotros mismos: el poder del holograma.

Tomado del libro La Matriz Divina.

La Matriz Divina

La Matriz Divina – Parte I

La Matriz Divina – Parte I – 2

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