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Artículo RESONANCIA: ALINEARSE A UN NUEVO CAMPO VIBRACIONAL

¿Qué es esta cosa que llamamos resonancia? ¿Cómo entramos en resonancia y cómo podemos liberarnos de la loca adicción que los humanos tenemos de entrar en resonancia con algo que a la larga no se siente bien? Una de las definiciones del diccionario de resonancia es reverberación o eco, lo que significa que cuando estamos resonantes con algo le hacemos eco, estamos de acuerdo con ello hasta el punto en que vibramos con la misma frecuencia. Podrías decir que nos convertimos en eso, como cuando captamos la tonada y cantamos junto con la melodía, nos unimos al coro, al estribillo. Entonces, consideremos con qué elegimos vibrar y las consecuencias para nosotros de hacerlo.

En otros artículos he descrito cómo funciona el campo cuántico, como está lleno de todo y nada y contiene literalmente todas las vibraciones que han sido, que son ahora y que pueden llegar a ser, todas las posibilidades, si se quiere. Sin embargo, el campo cuántico es reactivo y no hace nada hasta que un ser inteligente consciente de sí mismo expresa curiosidad por saber algo. Esta curiosidad despierta la imaginación que a su vez activa el efecto del observador que luego transforma las ondas en partículas o en manifestaciones que pueden experimentarse en tiempo real. Quizás esto está demasiado condensado y necesita explicarse un poco mejor, así que permítanme presentarles un ejemplo para ilustrar. Tomemos el ejemplo de un inventor que está interesado en crear una máquina voladora. Como los hermanos Wright no fueron los únicos que tuvieron la idea de una máquina voladora, no identificaré aquí a ningún inventor en particular.

Mientras observa a las aves volar, el inventor repentinamente desarrolla curiosidad acerca de cómo pueden volar y se pregunta si estos mismos principios se pueden usar para hacer una máquina voladora artificial que pueda transportar seres humanos. Quizás el inventor formule mentalmente varias imágenes tratando de imaginar variadas formas de cómo se vería u operaría. Estas imaginaciones estimulan el campo cuántico que contiene, en forma vibratoria, variaciones infinitas de máquinas voladoras. Esta información se mantiene infinitamente en el campo cuántico en forma de onda vibratoria. Las imaginaciones del inventor estimulan el efecto observador que transforma las ondas en partículas. Las partículas se activan en el ámbito físico para estimular la energía, activar la actividad física, formar pensamientos y, finalmente, manifestar formas físicas de máquinas de vuelo experimentales. Con curiosidad y preguntas continuas, el campo cuántico sigue emitiendo más y más material sobre nuevos desarrollos hasta que el inventor pueda construir una máquina voladora efectiva de acuerdo con su inspiración.

Todo lo que sucede en la vida física surge desde este proceso. Dado que el campo cuántico es neutral y responde sólo a la curiosidad, ya sea consciente o subconsciente, el mismo proceso produce un rango que va desde lo que consideramos las experiencias más sublimes hasta las guerras, los desastres y las catástrofes más terribles. Si imaginamos avances, eso es lo que obtenemos. Si nos imaginamos la guerra, eso es lo que obtenemos.

Entonces, ¿qué tiene todo esto que ver con la resonancia? Todo. Los campos vibratorios con los que solemos resonar son lo que más podemos obtener de ese gran recurso, el campo cuántico. Ahora en este punto uno puede preguntarse, ¿cuál es el papel del Espíritu en todo esto, si todo es tan mecánico? El Espíritu nos proporciona el campo cuántico para utilizarlo como herramienta a fin de ayudarnos a manifestar nuestras curiosidades en realidades. El espíritu nos da libertad total para hundirnos o nadar, algo que es un tremendo regalo, pero que a menudo interpretamos como una maldición cuando no queremos asumir la responsabilidad de lo que manifestamos. O bien tenemos libertad para elegir o bien no la tenemos. No podemos tener ambas cosas. En última instancia, no sirve de nada culpar al Espíritu de nuestros males, ya que todos son, en última instancia, auto-creados.

Si a nivel de la esencia elegimos criarnos en una cultura o en una familia que promueve el martirio, entonces eso es con lo que aprendemos a resonar. Dado que el patrón del martirio está almacenado en el campo cuántico y tiene todo lo que se ha conocido o experimentado como martirio de todos los tiempos, del pasado al futuro, es un campo vibratorio poderoso y potente con el que estamos eligiendo resonar. A medida que resonamos con él y creemos firmemente en él como una realidad, nos conducimos hacia experiencias de martirio una y otra vez. Eventualmente, estas experiencias llevarán a una muerte temprana o a una miseria en gran escala, o tal vez no. Digamos que después de algunas experiencias miserables de martirio empezamos a imaginar que podría haber otra manera. Tal vez tenemos que vencer la presión de nuestra familia, cultura o religión para hacerlo, pero expresamos curiosidad sobre la posibilidad de que pueda haber una vida mucho más gratificante para nosotros sin una victimización constante. Esto comienza a ayudarnos a manifestar experiencias más positivas desde fuera del mismo campo cuántico y somos capaces de dejar atrás la vibración del martirio, y dejar de resonar con ella por completo.

Constantemente elegimos campos con los cuales resonar y elegimos ignorar otros campos que están igual de disponibles. Esto es un poco como elegir emisoras de radio o televisión para escuchar o ver mientras no elegimos otras igualmente viables. Podríamos ver algo edificante o podríamos sintonizar un espectáculo de terror sangriento y violento. A la televisión o la radio en sí no les importa lo que elijamos.

A menudo elegimos inconscientemente simplemente porque es a lo que estamos acostumbrados y esperamos de la vida. Por ejemplo, si hemos sido sometidos a golpes, adicción a las drogas, abandono y violencia, entonces podemos sentirnos atraídos a más de lo mismo como una polilla a la llama y, por supuesto, viceversa. Esta es la base de la adicciónLa adicción no es más que resonar con algo con consecuencias desastrosas porque creemos en cierto nivel que la repetición contiene la clave de la redención. Hay una gratificación muy breve en el proceso seguida de las predecibles vergüenza y culpabilidad. Este proceso es tan aburrido y jamás sucede con alguna variación, pero la personalidad parásita y falsa nos arrulla para que lo creamos una vez más por enésima vez.

Ahora aquí hay un hecho muy importante que sería bueno recordar. No puedes cambiar las resonancias desde la resonancia en la que estás operando. Simplemente no es posibleEs como esperar que una pieza de punk rock suene repentinamente como una pieza clásica. No va a suceder. Para cambiar las frecuencias tienen que suceder dos cosas. Tienes que estar dispuesto a apagar la frecuencia con la que estás resonando y al mismo tiempo abrirte a una nueva frecuencia que se siente superior y mejor. Y debes continuar ese proceso a lo largo del tiempo hasta que hayas logrado el cambio exitoso.

Esta comprensión está bien descripta en el campo de la neurociencia. Todos tenemos vías neurológicas fuertes y débiles. Una fuerte creencia o experiencia sobre algo a lo largo del tiempo desarrolla una fuerte ruta neurológica en tu cerebro, mientras que una idea o pensamiento aleatorio puede tener una vía neurológica muy débil. Puedes cambiar la fuerza de las vías neurológicas con tiempo y disciplina. Puede llevar meses de reorientación, pero funcionará. Las vías neurológicas son la evidencia del cerebro de que estás resonando con creencias y campos vibratorios particulares.

De la misma manera que el cerebro exhibe vías neurológicas físicas fuertes y débiles, la humanidad tiene el equivalente colectivo en lo que algunos pensadores como C.G. Jung denominó el inconsciente colectivo. Durante miles de años de historia humana, los humanos hemos creído en la efectividad de la guerra para defendernos y para lograr ciertos resultados en la construcción de la nación y cosas por el estilo. Podríamos decir que existe un camino neurológico gigante llamado «La guerra de todas las cosas» en el cerebro humano colectivo. Puedes ver la evidencia de esto en el hecho de que nuestra cultura expresa todo en términos de guerra, la guerra contra las drogas, la guerra contra el cáncer, contra el Alzheimer, y así sucesivamente. Incluso las personas bien intencionadas están dispuestas a veces a ser violentas en nombre de terminar la guerra.

Incluso aunque no todos los humanos crean que la guerra es efectiva y viable, es la mayoría la que lleva las de ganar. Entonces, incluso si no crees en la guerra y la violencia como una solución al conflicto, aún estás sujeto al hecho de que las guerras continúan porque la mayoría de la gente está resonando en el campo de la guerra. ¿Puede esto cambiar? Por supuesto que sí, pero se necesita tiempo y disciplina para salir de la resonancia con la guerra y entrar en una nueva resonancia con un campo de cooperación. Recuerda que no puedes cambiar los campos de vibración desde el interior del cual estás vibrando y esto va también por la especie entera. Por lo tanto, el mundo debe dejar de lado la viabilidad de la guerra mientras abraza una resonancia totalmente nueva para reemplazar la anterior. Este proceso ocurre lentamente a través de la evolución gradual de la edad y la madurez del alma. Afortunadamente está sucediendo ahora y dentro de cien años se habrá logrado exitosamente.

Antes de terminar nuestra discusión sobre la resonancia, me gustaría simplemente tocar otro aspecto pues se relaciona con nuestros cuerpos humanos. En una persona sana, su cuerpo está colectivamente en resonancia con su entorno y marco de tiempo. Así es como los cuerpos fueron diseñados para funcionar. Si vives en las montañas, entonces tu cuerpo entra en resonancia con la altitud, la vida vegetal de allí, los niveles de oxígeno, el contenido mineral del suelo, la vida silvestre y un gran número de variables. Por ejemplo, si mudas repentinamente tu cuerpo de la costa a las montañas altas, tomará un poco de tiempo adaptarte a la altura. Todo el mundo sabe esto por experiencia.

El desafío en la vida llega porque nuestros cuerpos no siempre vibran colectivamente en el mismo marco de tiempo y ubicación. Esto es en gran parte el resultado de traumas, accidentes y trastorno de estrés postraumático junto con sistemas de creencias rígidos y similares. Si experimentas un shock en tu cuerpo, digamos una caída grave que lastima tu espalda baja, esta parte de tu cuerpo puede atascarse en el tiempo y no progresar con el resto de tu cuerpo. Debido a un patrón de shock, la parte inferior de la espalda aún resuena con el tiempo del accidente mientras el resto del cuerpo avanza. Del mismo modo, la parte inferior de la espalda también puede estar resonando con la locación del accidente y no con la ubicación actual del resto del cuerpo. Si tienes varios traumas, entonces varios órganos y partes del cuerpo pueden estar resonando en diferentes marcos de tiempo y ubicaciones, produciendo confusión para la personalidad. Es posible que ya no sepas quién eres o dónde te encuentras. Esto puede ocasionar muchos síntomas tales como confusión mental, sentirse atontado, fuera de control, no ser uno mismo, y cosas por el estilo. Es como si diferentes partes del cuerpo y, por ello, la personalidad también, estuvieran resonando en diferentes frecuencias o campos de experiencia. Esto equivaldría a escuchar una variedad de estaciones de radio reproduciendo diferentes tipos de música, todo al mismo tiempo. Eso sería confuso y desconcertante y puede provocar que desees renunciar y simplemente irte a la cama hasta que se detenga.

Muchas culturas indígenas identificaron este problema y crearon ceremonias y estrategias curativas para traer a las partes del cuerpo hasta el tiempo presente. Un método, para nombrar uno de muchos, es el proceso de recuperación del alma. A pesar de lo que puedas haber escuchado, este proceso es en realidad muy simple, una vez que conoces los pasos. La parte más difícil es creer que funciona, ya que no está respaldada por el cartel que es nuestra institución médica actual, la cual quiere manejar el campo de la curación con una definición muy estrecha. Esa es otra historia.

Una de las mejores maneras de poner el cuerpo en resonancia con el presente es simplemente hablar con él y comenzar una relación real aquí y ahora con él. Dile que lamentas que se haya lastimado o que esté trabado de alguna manera y que harás todo lo posible para corregirlo. Discúlpate por culparlo y juzgarlo, por no valorarlo por no poder cumplir con todas tus demandas irrazonables. Dile que lo amas y agradécele por el arduo trabajo que ha realizado para cumplir con todos tus requerimientos. Ese es un buen comienzo para hacer que todo el cuerpo colectivo vuelva a tener resonancia con todas sus diversas partes, con su ubicación, con su marco de tiempo actual.

Por último, considera esto. Cada campo vibratorio tiene octavas más altas y más bajas. Siempre puedes moverte a una octava más alta si lo tienes presente en tu mente para recordar esto y comandarlo. Por ejemplo, tu cuerpo tiene hábitos y es probable que tenga la costumbre de vibrar en ciertos campos operativos, de salud, de bienestar. Tu personalidad funciona de la misma manera. Si estás deprimido, hay una manera de despegarse muy rápido.

Pero las octavas más altas de vibración no son realmente el mismo campo. Son un campo similar pero diferente. Digamos que te sientes desalentado al despertar por la mañana. No estás comenzando bien el día. Hay algo que puedes hacer. Puedes hacerte cargo. Agradece al Espíritu por tu vida. Date cuenta de que no eres el contenido físico de tu cuerpo, tus pensamientos, tus sentimientos o incluso tu personalidad. En realidad eres el contexto, el espacio en el cual tu vida está sucediendo. Ese espacio es vasto, infinito en tamaño, dentro de ti y a tu alrededor. Date cuenta de que este espacio es totalmente neutral. No hay una personalidad real con tu nombre en ella. Es tan solo una historia, una ficción. Eres una posibilidad infinita. Comienza a resonar con este nuevo campo, posibilidad infinita. Llámalo. Dile al viejo campo que ya no tiene poder sobre ti y déjalo ir. Durante cinco minutos  contempla lo que significa ser una posibilidad infinita. Luego, lentamente, muuuuuuuuy lentamente, con la mano en el corazón, dí en voz baja: Yo estoy aquí, Yo estoy aquí, Yo estoy aquí. Yo puedo, yo puedo, yo puedo.

Muchas Bendiciones, José.

 

10 de Mayo 2018

Traducción: Marcela Borean

Fuente: El Manantial del Caduceo

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