Un día, un hombre fue a la joyería y dijo al joyero:
– «Quisiera pesar este oro. Préstame tu balanza».
El joyero respondió:
– «¡Lo siento de veras, pero no tengo pala!
– ¡No, no! dijo el hombre, ¡yo te pido tu balanza!
El joyero:
– ¡No hay escoba en este almacén!
– ¿Estás sordo? dijo el hombre. ¡Te pido una balanza!
El joyero respondió:
– «He oído muy bien. No estoy sordo. No creo que mis palabras estén desprovistas de sentido. Veo bien que careces de experiencia y que, al pesar tu oro, vas a dejar caer algunas partículas al suelo. Entonces me dirás: «¿Puedes prestarme una escoba para que pueda recuperar mi oro?» ¡Y cuando lo hayas barrido, me preguntarás si tengo una pala! Yo veo el fin desde el principio. ¡Recurre a algún otro!».
Tomado del libro: 150 Cuentos Sufís.
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