
Diariamente todos estamos sujetos a las frecuencias que nos rodean. Es como si fueran radio-ondas que vienen de diferentes direcciones. A través de las frecuencias es como todo se comunica alrededor nuestro.
La tecnología moderna ha producido una amplia variedad de frecuencias desde el descubrimiento y el invento del teléfono, la electricidad, la radio y la televisión. Ahora tenemos satélites, microondas, teléfonos celulares, artículos eléctricos (electrodomésticos), trasmisores, industrias y fábricas, por nombrar algunas. Instalaciones Militares están siempre trabajando con radares y sonares.
Cada día nosotros, como individuos, producimos una multitud de frecuencias, generalmente, sin darnos cuenta, así como nos sintonizamos a otras tantas frecuencias de nuestro alrededor. Las frecuencias emanan de diferentes clases de trasmisores incluyendo la gente y la naturaleza. Nosotros estamos continuamente bombardeados por implicaciones y medios de comunicación subliminales como también por los sentimientos de los demás que están cerca de nosotros.
Por ejemplo: cuando uno está esperando turno, para ser atendido en algún lugar, se siente la frustración de los demás que también están esperando. O cuando nos encontramos tarareando el jingle de un aviso comercial el cual nos quedó en la cabeza. Y que hay de las frecuencias de la naturaleza misma?
Cuando uno se acerca a la naturaleza para alejarse de la rutina de la vida diaria nos inundamos con la misma naturaleza para deshacernos de las frecuencias que nos bombardean diariamente. Asimismo, la naturaleza toma nuestro estado y se confunde como nosotros. Entonces, no hay un lugar donde encontrar frecuencias que nos hagan sentir seguros y en paz?
Cada uno de nosotros debemos producir tales frecuencias si queremos experimentar y habitar entre las mismas. Son raramente parte del mundo externo. Nosotros somos grandes generadores de energía y para crear energía de paz, calma y tranquilidad, debemos volvernos ese tipo de frecuencia y emitirlas. Se hace cada vez más dificultoso hacerlo dado a que las actividades diarias de otros generadores emergen y bloquean señales tales como las de amor, paz, alegría y armonía. Esto es porque las frecuencias que nos rodean en nuestras vidas no ayudan a tales frecuencias amorosas y tan deseadas. Entonces, que hacemos?
De lo primero que hay que darse cuenta es de que tenemos que crear un espacio de energía bien claro en nuestro interior y en nuestro hogar. Nuestro espacio y nuestro hogar tienen que transformarse en una zona libre y segura en la cual uno pueda concentrarse y contemplarla. Uno quiere crear tantas frecuencias de amor y armonía posible en uno mismo y en el hogar. Este espacio sagrado nos permite sentirnos en paz y balancear lo que sea necesario, parar, y recargarse o simplemente relajarse y disfrutar del momento. La forma mejor y más fácil de hacer esto es haciendo meditación y técnicas de relajamiento. Otra cosa que hay que darse cuenta es que el tiempo es un amigo. Uno es el único que puede hacerse el tiempo para experimentar y sentir estas frecuencias maravillosas.
Aprendiendo a calmarse y centrando la propia energía nos permitimos sentir seguridad en vez de sentimientos de estar a la deriva todo el tiempo. Probarse parar de trabajar cuando se tiene demasiado y tomarse unos momentos para respirar hondo y hablarse a sí mismo.
El aprender a comunicarse consigo mismo es la llave para mantenerse calmado y enfocar. Uno debe recordarse continuamente que es una persona que esta calmada, relajada y balanceada. Cuando la mente quiere apoderarse y correr rápido hay que recordarle que se logra más cuando se está calmo y centrado.
Comunicándose con uno mismo de esta manera es cuando se empieza a prestar atención del porque nos desbordamos. Ayudarse a prestar atención a sí mismo, en vez de a lo que nos rodea.
También uno debe hablarle al cuerpo. Las frecuencias que el cuerpo produce son señales muy importantes para la salud mental y emocional. Cuando se ignora lo que el cuerpo requiere y se le trata como que no es un elemento importante en la vida, obligatoriamente se revela. Si el cuerpo no está bien, no se puede funcionar bien, y uno se vuelve más susceptible a las frecuencias de alrededor que son perjudiciales. Hay que empezar por amar y respetar nuestro cuerpo como el vehículo que nos transporta en la vida. Si uno no se quiere a sí mismo porque no se quiere el cuerpo, entonces se le emite una frecuencia la cual hace que el cuerpo no se quiera tampoco.
El cuerpo es un juego único de organismos tan complejos que la ciencia médica esta asombrada y estará por muchos años más. El cuerpo tiene su propia consciencia y no necesita la mente para funcionar por sí mismo. Una persona puede estar en coma o inconsciente y el cuerpo sigue manteniéndose por sí solo. Lo que uno hace por el cuerpo y con el cuerpo determina como este reaccionará.
El cuerpo necesita ejercicio y buenos hábitos alimenticios. Necesita sentirse y ser importante para la persona que lo tiene. Es el vestido que uno decidió vestir en esta vida, entonces hay que cuidarlo y asegurarse de descansar apropiadamente.
Frecuencias Emocionales
Todos los días, nosotros emitimos frecuencias a través de nuestras emociones más que desde otro lugar. Como nos sentimos de un momento a otro es una frecuencia que es transmitida a todos los centros nerviosos de nuestro cuerpo, así como a nuestra mente. Cuando nos sentimos mal o emocionalmente, decaídos, ponemos un gran esfuerzo en nuestros órganos y en el sistema nervioso. De ahí que el estrés y la depresión pueden matar.
Nosotros tenemos las herramientas necesarias para contrarrestar estos efectos buscando, constantemente, métodos de relajación, y sentirnos bien en cuanto a la vida y a nosotros mismos.
Lo que sigue es encontrar nuestro Dios o Diosa, eso es todo. Todos necesitamos sentir que nuestra vida tiene un propósito. Todos necesitamos creer y tener esperanzas para sentirnos vivos y en paz. Algunos piensan que lo lograran teniendo una familia y un trabajo. Otros saben que la paz eterna y la armonía interior vienen de entender que somos espíritu.
Es importante volverse la esencia-espíritu que somos. Sin las frecuencias del alma y del espíritu en nuestra vida todo lo que tenemos son frecuencias de los humanos, de las plantas y de los animales. También estamos continuamente sometidos a las frecuencias del bajo plano astral donde habitan todas las emociones negativas y los pensamientos.
Cuando entramos en esas frecuencias diariamente, nos encontramos que sentimos que es una tentación. Nos han ensenado que los que pensamos y sentimos que está mal es una tentación. Nosotros somos seres fuertes que tenemos la habilidad de elegir entre lo bueno y lo malo. Cuando nuestras energías emocionales y físicas están bajas, estamos fácilmente expuestos a las frecuencias que nos rodean.
Tenemos también la habilidad de curarnos traumas emocionales de nuestro pasado y cambiar la frecuencia dentro de nosotros mismos que nos mantiene propensos a la negatividad.
Reprogramando nuestras frecuencias
Frecuencias son resonancias. Cuando nos damos cuenta de que podemos cambiar y controlar nuestras resonancias, empezamos a cambiar nuestras propias frecuencias. Mucha gente hace esto a través de oraciones, mantras, afirmaciones, tonificándose, invocando la sagrada luz de la vida. Utilizando estos métodos, empezamos a alcanzar frecuencias donde queremos resonar con amor y armonía. Si los humanos podemos emitir esa vasta variedad de frecuencias, imaginémonos la frecuencia que emana el Universo y lo Divino. Aprovechando estas frecuencias nos permitimos empezar a tener resonancias más altas que las de la tercera dimensión y empezar a resonar con algo más hermoso y sostenido.
Para poder llevar esto a cabo, se necesita cambiar los hábitos de cómo pensar y reflejar nuestros pensamientos. Se necesita utilizar la imaginación, así como hacerse tiempo para practicar las oraciones, mantras, afirmaciones, etc. Todo lo que vive se comunica con frecuencias. Una vez que uno le toma la mano y se acostumbra a la orquesta que uno es, y a resonar con las frecuencias de amor, luz y belleza que existe en los reinos divinos, es relativamente fácil hacerlo.
Nosotros, los humanos, somos como el factor importante de la armonía universal, necesitados a permanecer conectados a las frecuencias divinas que nos mantienen centrados y en paz.
A pesar de que cada día es un desafío estar centrado y enfocado en las enérgicas frecuencias, que están disponibles, del cielo y de lo divino, es un desafío que vale la pena el esfuerzo y el tiempo que nos toma.
6 de enero de 2015
Fuente: Athene Raefiel en Español
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