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Artículo Presentación de «La Bruja»

Hoy un ángel se ha posado sobre mi hombro izquierdo.

Eres tú, mamá.

Saludos a todas y todos

Doy la bienvenida a las personas que se han suscrito recientemente a esta newsletter de Soberanía Creativa. Saludos especiales a quienes llevan un tiempo en este espacio, en el sostén de la escucha del hilo invisible que nos une en una narrativa común.

Éste es un espacio consentido, si no resuenas con lo que comparto, con mis perspectivas o la manera que tengo de narrar, te puedes dar de baja, siempre. Si lo que comparto no te resuena, te desafía o interpela y, sin embargo, te quedas aquí, interrógate.

Éste es un espacio híbrido. Es un lugar donde me expreso en primera persona. Ésta es una vía en la que presento mis propuestas de trabajo, y que toma la narrativa biográfica como fundamento de mi propuesta transpersonal. El fundamento de Soberanía Creativa es la subjetividad como un proceso vivo, en formación constante. Mi yo, tu yo, se construye desde adentro, en respuesta interactiva con el afuera. Somos espacios y cuerpos transitorios, cambiantes, en constante mutación y movimiento. El ir y venir de los estímulos y la información influencian nuestra mirada, condicionan profundamente nuestra lectura e interpretación. Estamos intervenidos por narrativas que colonizan nuestra capacidad de reconocer y sostener el eje de nuestra subjetividad, de discriminar, de interrogar y corregir nuestros puntos de vistas cuando es necesario.

Mi biografía es mi resistencia

Es mi capacidad de habitar mi historia en mis propios términos, de ocupar los relatos que he heredado, de tejerlos en direcciones creativas que no habían sido contempladas por quienes me precedieron. La trama de mi historia, contada e interpretada, moldeada según qué mirada -qué moral, qué autoridad- ya no me domina. Lo que me mueve es retomar la memoria viva de mi origen, de mi tejido narrativo, de los hilos que tengo entre manos, y darle continuidad a la belleza y amor recibidos, como puedo, como intento hacerlo.

Mi biografía habitada me protege de la intemperie proyectiva, de las interpretaciones que recibo de quienes sólo pueden recibirme desde la superficie, que no conocen las raíces que me sostienen, que no conocen la vía que me ha traído hasta aquí.

Desde el 2020, he abierto la intimidad de mi relato biográfico como una manera de tomar las riendas de mi historia cuando casi todos los frentes de mi vida colapsaron. La escritura me salvó. La palabra íntima me sostuvo a través de estos pasado cinco años, y es aquí, en este espacio, -de espaldas a las redes, a la vitrina-, en la intimidad de esta cueva, que me he compartido y me sigo compartiendo.

Por eso hoy, he sentido pertinente compartir con ustedes -especialmente con las personas que me han acompañado en este ciclo narrativo, en este espacio, en los pasados cinco años- que mi madre, Candelaria, falleció este pasado 22 de junio, de madrugada, en su casa, en Barcelona.

Mi madre se fue en paz, y tuve la bendición de poder acompañarla en su tránsito. Para quienes han seguido los pasos de mi historia, saben que han sido años muy duros, especialmente a partir de agosto del año pasado, cuando su deterioro físico y cognitivo se agravó dramáticamente.

Siento mucha gratitud por haber podido estar con ella y para ella en estos últimos años, meses, días, horas.

Mi madre fue una mujer creativa, vital, cálida y muy generosa, y verla disminuirse de manera tan cruel debido a su enfermedad abrió un proceso enorme de curación transgeneracional, de profundización en los órdenes del amor, y de la mística espiritual entre madre e hija.

Sobre todo, me trajo la bendición de recibir la iniciación sagrada que este pasaje de acompañamiento en el umbral -a nivel intrauterino e interestelar- ofrenda a la mujer. Mi abuela materna no pudo estar presente para su madre. Mi madre no pudo estar presente para mi abuela. Por razones migratorias, narrativas de la modernidad, distancias y tiempos inhabitados, el trauma mismo creó un vacío en el tejido de mi linaje femenino. Hoy siento que en lo profundo de mi útero algo se ha ordenado.

A la hora del último aliento de mi madre, Venus ascendía en el cielo del amanecer, recordándonos, a madre e hija, que la belleza triunfa, que la muerte es dulce para quien la respeta y le reza. Eso es lo que puedo compartir hasta ahora. Gracias por recibirme. Me siento en paz con la integración de este cambio vital en mi línea biográfica y la iniciación a la sabiduría del misterio de la Gran Madre. Mi duelo se teje en el agua de la profunda gratitud.

*

Entiendo que me quieran compartir sus condolencias, las agradezco y me llegan. Les comento que no las podré leer. En estos momentos, intento no saturarme. Les recuerdo que es Pelé quien custodia el correo de Soberanía Creativa.

*

Sobre la verdadera maestría y el precio de la encarnación

Los verdaderos maestros no se reconocen por su elocuencia. Se reconocen por su capacidad de vivir con las consecuencias de lo que dicen. No por su brillo, sino por la sombra que han atravesado para sostenerlo sin perderse. Sí, necesitamos poesía. Necesitamos belleza, tristeza, misterio. La corriente poética puede abrir la puerta, pero no camina el sendero por ti. No garantiza tu encarnación, sólo revela una posibilidad. Puedes ser un canal de luz sin haber tocado tus tinieblas. Puedes decir la verdad sin haberte dejado quemar por ella.

El camino iniciático no está hecho de un lenguaje bello, sino de una intimidad feroz y sagrada con la verdad. Una verdad que desmantela las poses, que confronta las distorsiones, que no te deja usar tu propio don como máscara.

En esta era de resonancias prefabricadas, de auto-diseño espiritual y brillo maquillado en exceso, esta distinción importa más que nunca.

Estamos rodeados de representaciones poéticas de transformación, pero anhelamos el contacto con quienes sí han pagado el precio, con quienes hablan desde el cuerpo que sanó sin haber negado su cicatriz.

Queremos estar cerca de quienes han encarnado el costo del desgarro del alma, la vulnerabilidad desnuda, la renuncia a toda superioridad, el cambio irreversible que deja su huella en la voz, en la escucha y en su manera de caminar la vida.

Ese costo, que rara vez es visible en los contenidos espirituales, es el verdadero crisol de transformación. Es la prueba. El punto de partida. Y sin embargo, en lugar de buscar esa profundidad, aprendemos a imitar lo que suena transformado, sin reconocer el verdadero efecto que la transformación real produce en una persona.

Éste no es un juicio. Es una llamada a afinar nuestra percepción a un matiz que le devuelva el alma a lo que compartimos. Porque en una cultura ebria de resonancia, pero alérgica a las consecuencias, la distinción entre representar y encarnar es ética.

*

Esto es una ofrenda de amor

Una reorientación necesaria

Una medicina para el arquetipo de la bruja

la que vive lo que sabe,

y sostiene lo que ha despertado.

*

YO SOY LA BRUJA

Yo soy la bruja,

Pero no la que imaginas.

No la que lanza conjuros desde la altura,

ni la que brilla entre las velas.

Soy la que encarna lo peor,

La que ha fallado,

La que ha mentido, envidiado, manipulado, competido, juzgado, huido;

La que se dejó poseer por el hambre de ser vista,

La que dijo sanación cuando aún le dolía por dentro,

La que tomó sin devolver,

La que buscó el poder sin haber llorado aún a su madre.

 

Yo soy la bruja porque elegí no mentirme más,

Porque no quiero seguir repitiendo el ciclo del hechizo vacío,

Porque no puedo hablar de transformación si no me atrevo a morir

 

Y yo he muerto.

 

He muerto en relaciones, en caminos, en espejos

que me devolvían una imagen bella, pero vacía.

 

He muerto al darme cuenta de todo lo que no encarné

cuando decía que estaba lista sin estarlo.

 

He muerto al ver el daño que hice

mientras intentaba curar mi propio daño.

 

Y sigo aquí.

No como víctima, no como maestra,

sino como testigo de un proceso

que no se oculta detrás de altares sagrados.

 

Yo vengo a quemarme.

Sí.

A ofrendar mis máscaras en la hoguera de la luz y la verdad,

A confesar mi herida sin disfrazarla,

A retransformar mi vergüenza en dignidad,

A dejar que mi voz sea vulnerable si eso permite que se abra

una grieta de autenticidad.

 

Porque ya no quiero pertenecer a un linaje que se nutre de silencios,

Porque ya no quiero caminar entre mujeres si no puedo amarlas sin medirlas,

Porque ya no quiero hablar de luz si no puedo abrazar mi sombra.

 

Yo me ofrezco.

No porque sea especial,

No porque lo haya resuelto todo;

Sino porque he sentido el abismo,

Porque he visto la distorsión en mí,

Y porque he decidido quedarme para mirar.

No pido perdón, porque no vengo desde la culpa.

Tampoco exijo reconocimiento, porque no me alimento de aplausos.

 

Yo me ofrendo.

Ésta es mi redención,

que mi herida sea fértil.

Ésta es mi medicina,

una vida que respira su palabra.

Ésta es mi oración,

que mi voz sirva para recordar que es posible

vivir sin escapar,

crear sin poseer,

amar sin dominar.

Que mi comunidad me reciba no por lo que les muestro,

sino por lo que he atravesado para estar aquí.

Y que juntas, podamos reconstruir un tejido real

hecho de tierra, de sangre, de verdad.

Yo soy la bruja.

Y he venido para volver a empezar.

QUEMO A LA BRUJA

Yo quemo a la bruja,

Pero no a la que la historia condenó,

ni a la que los hombres temieron.

Quemo a la bruja deseosa de venganza,

la que seduce con su dolor no elaborado.

La que usa la herida como trono,

la que invoca la oscuridad sin haber descendido hasta el fondo.

La que toma símbolos sagrados sin haberlos sentido,

La que habla de despertar sin haber tocado la noche,

La que embriaga con palabras, pero no se deja transformar,

La que brilla sin raíz, y enseña sin encarnar.

 

Yo la quemo.

La sostengo en mis manos con respeto,

le agradezco su furia, su fuego, su advertencia,

Pero no la dejo gobernar mi vida

Porque ese poder sin alma,

ese conjuro sin cuerpo,

esa magia sin humildad

no puede guiarme.

 

Yo quemo a la bruja para dar paso a la mujer íntegra.

 

A la que guarda el fuego sin quemar a nadie,

A la que escucha antes de hablar,

A la que guía cuando es llamada, y se retira cuando no lo es,

A la que ya no necesita demostrar nada,

A la que honra el misterio sin decorarlo,

A la que se quiebra sin perder su eje,

A la que ama más de lo que teme,

A la que sirve en silencio,

A la que sabe que su mayor poder no está en lo que sabe,

sino en cómo se vuelve espacio para que otras también recuerden.

 

Yo quemo a la bruja como máscara,

como personaje,

como disfraz de sabiduría.

En las brasas de ese fuego,

entrego mis viejas armaduras.

Entrego la necesidad de ser admirada.

Entrego el impulso de controlar.

Entrego el miedo a ser olvidada.

Porque quiero arder en la verdad

Quiero reinar en ternura.

Que de esta hoguera nazca la madre sin altares,

la testigo de lo real,

la voz que toca el corazón.

 

Quemo a la bruja

para que pueda renacer como puente.

 

Y así,

la herida puede hacerse río.

El poder, semilla.

Y el alma, canción

que fecunda la vía de la reparación.

LLAMADO AL FUEGO

Te invito,

mujer que ha llevado el arquetipo de la bruja como estandarte o como herida

Mujer que ha transitado el fuego,

que ha hablado de poder mientras aún temía su sombra

 

Mujer que ha buscado su verdad entre oráculos, saberes antiguos y ceremonias,

pero ahora intuye que algo más profundo la llama.

 

Ésta es una vía para deshacer lo que ya no te sostiene,

y recordar lo que es real cuando tu personaje muere.

 

Te invito

Si estás dispuesta a mirar tus contradicciones con ternura,

Si estás cansada de pertenecer a linajes sin alma,

Si quieres dejar de usar la bruja como disfraz,

y comenzar a encarnarla como raíz, como voz, como gesto humilde.

 

Este recorrido no promete iniciaciones,

ni certificaciones,

ni títulos.

 

Sólo promete

una restitución,

una ofrenda,

una posibilidad de verdad.

 

Para ti, que sabes que ha llegado el tiempo

de arder en integridad

para parir un nuevo pacto entre mujeres,

Este fuego ya está encendido.

Y es tuyo, si eliges acercarte.

*

EL CAMPO DE LA ESPIRITUALIDAD FEMENINA ESTÁ PIDIENDO UNA REGENERACIÓN PROFUNDA

Pide no sólo una expansión, sino una reorganización del tejido vincular, una devolución de lo sagrado a su cauce justo. Después de décadas de abrir caminos, recuperar lenguajes y reconectar con memorias olvidadas, ahora muchas mujeres percibimos que en el intento de sanar, algo esencial se ha contaminado o desgastado.

Este campo ha traído luz, pero también ha acumulado distorsiones: relaciones desiguales entre guías y participantes, apropiaciones simbólicas sin retribución ni responsabilidad, exceso de contenido sin raíz ni encarnación, espiritualidad estetizada que evade el conflicto, la historia y el cuerpo.

La regeneración vincular no sólo implica llevarnos bien o crear comunidad. Trata de restaurar el flujo de la confianza, la verdad y el consentimiento entre nosotras. De discernir qué prácticas honran la vida y cuáles la extraen. De reconocer la sombra en nuestras propias formas de sanar y enseñar. De devolver lo que no es nuestro, y de asumir con dignidad lo que sí nos corresponde cuidar y sostener.

La bruja es mi contribución humilde, pero firme, a este cambio de ciclo.

Es una respuesta encarnada y simbólica de mi anhelo de que la espiritualidad femenina deje de ser un mercado de resonancias y vuelva a ser un lugar de responsabilidad compartida, de maduración del alma.

*

LA BRUJA – MITO*POÉTICA DEL DESCENSO

Un recorrido de cinco meses en colaboración

con Nuria Fernández.

*Del primero de septiembre 2025 al 18 de enero 2026*

* * *

Esta propuesta nace como un llamado a mirar con coraje, sensibilidad y profundidad la sombra femenina tal como se ha encarnado en nuestras historias, vínculos, culturas y cuerpos. No desde el juicio ni el castigo, sino como acto de restitución y maduración colectiva.

La intención es ofrecer un modelo reparador de los daños –grandes o pequeños– que hemos causado o recibido desde nuestra ignorancia. Uso esta palabra con benevolencia, no con reproche. Ignorancia no como un déficit moral, sino como una consecuencia natural de nuestra orfandad de iniciaciones en torno a la conciencia y al uso del poder personal, espiritual y creativo.

No hemos sido acompañadas. No se nos ha mostrado cómo custodiar nuestro fuego y nuestra agua. Nuestro aire y nuestra tierra. Nuestro éter.

Se nos negó el mapa, es decir se nos negó el acceso a la sabiduría de nuestro propio cuerpo. Ésta es, en parte, la herencia de lo femenino en este tiempo.

Y también su punto de partida para la transformación.

LA BRUJA COMO FUERZA PARTICIPATIVA DEL MUNDO

La bruja como arquetipo, como energía y como función participa del tejido del mundo. Lo sepa o no, ella opera en el campo de lo que se crea y se recrea. No es una figura marginal o ajena, ella es corriente activa del flujo vital. Su energía es intuitiva, perceptiva, resonante, transformadora.

Cuando esta fuerza actúa sin conciencia, sin guía, contención, o discernimiento, puede volverse voraz, destructiva, disociada o manipuladora. No porque sea mala, sino porque es poderosa y huérfana a la vez. Su orfandad la vulnera y hace peligrosa, a la vez.

Es decir, la bruja inconsciente no deja nunca de ser bruja, pero su don se convierte en un arma destructiva de lo que más anhela si no se inicia a sí misma a su propio poder.

No nombro esto para avergonzarnos. Simplemente nombro con claridad lo que ha sucedido y sigue sucediendo en nombre del llamado sagrado femenino. Lo nombro desde mi experiencia, mi camino, mis iniciaciones y mis errores.

DE LA ORFANDAD AL ACTO CONSCIENTE

La tarea no es negar la fuerza de la bruja, ni contenerla, ni suavizarla. Es acompañarla a madurar. Es traerla de regreso al cuerpo, a la Tierra, a la comunidad. Es recordarle que su poder no es derecho adquirido, sino una responsabilidad.

Cuando la bruja se reconoce parte del tejido, y no como la dueña del hilo, cuando asume su historia sin romantizarla ni rechazarla, cuando deja de actuar desde la herida no asumida, entonces su poder se vuelve la medicina que cura el campo y abre el camino a nuevas narrativas.

Esto es lo que intento potenciar con esta propuesta de la bruja:

Que liberemos el tejido de la creación femenina de las telarañas rancias de la competitividad malsana, de la acusación y de la violencia de la deshonestidad. Nos corresponde hacer este trabajo, ahora, en este tiempo. Somos responsables de lo que circula en el campo. Nuestra negación -por miedo, comodidad, privilegio, vergüenza- al cambio que sentimos nos convoca a asumir la responsabilidad de nuestro poder para contribuir al campo con el amor resurrecto de nuestras cenizas, con energía regenerativa, con fuerza vital para animar la vida.

La bruja exorciza la violencia del mundo en su cuerpo, en sus sueños; ella cambia la realidad desde sus entrañas, desde el corazón de la gravedad que habita y encarna, desde el magma de la Tierra, memoria que en ella palpita.

Tan temida y vilificada, tan mancillada por el miedo y tan distorsionada por el mercado, la bruja, tú, ¿qué haces con tu historia a medida que avanzas por los umbrales de tus iniciaciones, y tus hormonas despiertan las escamas de tu dragona dormida?

En umbral de tu iniciación a ti misma, el pasado somático, el que vive en las aguas de tu inframundo, se despierta y te confronta, paso a paso, de grieta en grieta, a la herida viva debajo de todo lo que edificaste para esconderte, protegerte.

No hay plumas, iniciaciones, poderes adquiridos, dietas en la selva, terapias que te apoyen en esta parte de tu camino sin que tú te comprometas a reconocer quién eres y el alcance de tu poder, y de la responsabilidad que adquiriste tu nombrar con la palabra el tejido que ofrendas al mundo. El permiso es tuyo de recibir y encarnar.

Somos creadoras de realidades, y nos corresponde poner la trastienda de la llamada sororidad en orden. Cada una, en su recorrido interno, en su relación íntima con el misterio, está llamada a profundizar y zurcir su herida, para dejar de repetir el mismo patrón de obediencia y sumisión al paradigma de la autoridad externa.

Somos tejedoras de la paz encarnada. Es la paz de Venus, sí, que nos habla con voz feroz, desde el fuego de Aries, arquetipo que nos sostiene en nuestra capacidad de encarnar la valentía de abrir camino para una nueva trama en el tejido, un nuevo patrón.

Un nuevo camino, un nuevo modelo para que el amor sincero, libre de extracción, libre de transaccionalidad, libre de dominación y sumisión, competitividad comparativa, libre de dolor, pueda expresarse, fluir y crecer.

Así queremos conjurar juntas el mundo. Desde la paz tejida desde la sombra habitada, desde la responsabilidad de hacer nuestro trabajo sincero con la somática del abuso de poder.

Este ciclo evolutivo lo está pidiendo. La narrativa estelar nos invita a hacerlo, especialmente con Plutón en Acuario. Plutón en Acuario abre una etapa crítica de transformación colectiva. Este tránsito representa una reconfiguración profunda de las estructuras simbólicas, vinculares y espirituales que sostienen nuestras comunidades. En este contexto, todo lo que se identifica como alternativo, terapéutico o espiritual atraviesa un proceso de revisión radical.

La bruja surge como una respuesta a este llamado. No como una reafirmación del símbolo, sino como una ofrenda que permita su revisión profunda. El arquetipo de la bruja ha resurgido con fuerza en las últimas décadas, pero en muchos casos, ha retornado desde la distorsión, la imitación inconsciente de formas de poder no curadas o la repetición de patrones desarraigados.

Plutón en Acuario convoca a reestructurar el campo espiritual desde la raíz. Nos enfrenta a una purga ética, un vaciamiento simbólico y una limpieza de ídolos interiores. Invita a reconocer las formas en que la sombra no asumida se manifiesta en el ejercicio de la autoridad, en la apropiación de prácticas sin restitución, en los vínculos descuidados y en un lenguaje despojado de alma.

El recorrido de la bruja propone un espacio para esta depuración.

El tránsito de Plutón no sólo interpela a las estructuras sociales y tecnológicas. También exige una nueva ética simbólica, una transparencia relacional más lúcida y un compromiso con la verdad encarnada.

La Bruja se ofrece como un campo de acompañamiento para atravesar esta etapa con conciencia, rigor, pertenencia y sentido.

PRESENTACIÓN DEL PROYECTO

LA BRUJA es una propuesta formativa, simbólica y ritual que se desarrollará entre

el 1 de septiembre de 2025 y el 18 de enero de 2026.

Este recorrido está abierto a mujeres y hombres -y personas de cualquier identidad- que deseen trabajar con el linaje materno, las heridas de lo femenino y las distorsiones de poder transmitidas transgeneracionalmente.

Este recorrido se estructura en torno a dos umbrales :

el Portal de los Ancestros, en noviembre,

y el Inframundo de Venus, en enero.

Acompañaremos el descenso solar en el hemisferio norte, desde el equinoccio de septiembre hasta el solsticio de diciembre.

Este tramo oscuro del año es considerado desde tiempos ancestrales como un tiempo de poda interior, de retiro espiritual y de regeneración de las fuerzas invisibles de la vida.

La bruja incluye cinco entregas.

En cada entrega recibirás dos audios + un PDF.

La bruja será un recorrido a dos voces:

Nuria Fernández nos acompañará con su sabiduría, sus relatos y su voz en este camino íntimo y transpersonal.

INTENCIÓN DEL PROYECTO

LA BRUJA es una propuesta de restauración del campo simbólico femenino desde una perspectiva iniciática, somática y espiritual. Se trata de un proceso colectivo de desmantelamiento, limpieza, restitución y madurez arquetípica.

El recorrido se desarrolla entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno en el hemisferio norte, coincidiendo con la etapa descendente del ciclo solar.

Este año, en esta franja temporal coinciden tres umbrales clave:

el portal de los ancestros (Samhain)

la resurrección solar (Diciembre)

y el inframundo de Venus; la conjunción inferior con el Sol en Capricornio (en enero).

Este proyecto propone herramientas para:

Establecer una relación íntegra y segura con el mundo invisible.

Navegar de manera ordenada los ciclos iniciáticos, con discernimiento, estructura y agencia.

La pertinencia de esta propuesta responde al contexto espiritual, político y relacional actual, marcado por la necesidad de madurez, limpieza vincular y responsabilidad en el uso de la palabra, el poder y la memoria.

ETAPAS DEL RECORRIDO

Septiembre. Primera entrega.

Apertura y preparación iniciática. VIRGO.

Iniciamos el recorrido de la bruja en la temporada de Virgo, signo vinculado a la purificación, el discernimiento y al orden natural. En esta primera entrega estableceremos una relación segura con el mundo invisible, reconoceremos nuestras formas disociadas de poder, y comenzaremos a articular un mapa de auto*iniciación desde el cuerpo, la memoria y el símbolo.

Octubre. Segunda entrega.

El umbral vincular. LIBRA.

Trabajaremos con las heridas de la sororidad, las proyecciones en los vínculos femeninos y la teatralización espiritual. Esta etapa ofrece herramientas para reconocer y reparar las tramas heridas vinculadas al poder disfrazado de luz, discernir su impacto en relaciones simbióticas o jerárquicas, y abrir el campo para una ética relacional regenerativa, basada en la afinidad afectiva y creativa, la madurez y la verdad mutuamente encarnada.

Noviembre. Tercera entrega.

Portal de los Ancestros. ESCORPIO.

Esta entrega coincide con Samhain, que marca el inicio del año espiritual en muchas culturas de raíz celta. Nos enfocaremos en el trabajo con las memorias uterinas, los contratos transgeneracionales, el duelo no elaborado y las historias no contadas del linaje femenino. Esta etapa propone una restauración de la memoria matrilineal desde la ternura, el coraje y la sinceridad. Incluye prácticas somáticas, rituales de restitución y ejercicios de restauración de la integridad energética del campo familiar.

Diciembre. Cuarta entrega.

El fuego de la visión. SAGITARIO.

Momento de revisar las distorsiones espirituales que hemos heredado o reproducido, el idealismo ciego, la peregrinación sin compromiso, la ilusión de pertenecer a un linaje sin haber hecho el trabajo relacional profundo con sus raíces. Este tramo del recorrido servirá como crisol para transitar del mito romántico al compromiso auténtico con la vida, el cuerpo, la comunidad y el misterio.

Enero. Quinta entrega.

Redención y madurez afectiva. CAPRICORNIO.

Este umbral coincide con la conjunción exterior de Venus con el Sol, evento astronómico vinculado al Inframundo simbólico, en el signo de Capricornio, junto a Marte.Trabajaremos aquí con la sombra femenina profunda, los enredos de poder afectivo, la teatralización del trauma, el deseo de venganza, la inmadurez vincular y la herida de Ereshkigal. Este tránsito será abordado como una oportunidad para madurar nuestro deseo, restaurar el vínculo con el masculino -interno y externo- y sembrar una nueva forma de amor ético, devocional y real, como fundamento de nuestro servicio y custodio de la integridad del uso que hacemos de nuestro poder.

*

El valor del recorrido de la bruja es de 188 euros.

La fecha límite para unirte a la bruja es el lunes 25 de agosto. La primera entrega de la bruja será el primero de septiembre.

Aquí tienes los enlaces de pago de Paypal y Stripe :

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¿QUIÉN ES LA BRUJA?

Es la que recuerda

el lenguaje de las plantas

el ritmo de la sangre

el tiempo del cuerpo

la ética del deseo

el alma del animal

la voz de los muertos.

 

Es quien ha pasado por la hoguera, literal o simbólica, y ha hecho del fuego su altar.

Es quien ha caminado sola en el bosque de su propia psique, escuchando las voces que la civilización mandó callar. Es quien aprende a transformar su dolor en poder sin deseo de dominar, y su don en servicio sin desaparecer detrás de su ofrenda

LA BRUJA ES UNA IMAGEN DE INTEGRACIÓN PSÍQUICA RADICAL.

Representa la posibilidad de reunir los opuestos disociados -cuerpo*mente, instinto*lenguaje, eros*devoción, sombra*conciencia- en una consciencia viva, fluida y con agencia creativa.

Es la curandera herida que ha hecho alquimia con su herida, la niña salvaje que ha sobrevivido a la domesticación, es la sabiduría que emerge a través de las iniciaciones cíclicas.

La bruja es una respuesta simbólica a la disociación del alma femenina, una forma de restauración del vínculo con lo numinoso, sin intermediarios. Es quien no teme descender y entrar al inframundo; es la que no olvida lo que vivió allí.

La bruja es quien ha sido exiliada del centro y ha hecho de su exilio un templo. Es un arquetipo que no se deja poseer, pero que se revela cuando hay coraje suficiente para mirar el mundo con los ojos abiertos.

Es tanto una herida colectiva como una potencia individual. Un puente entre lo invisible y lo real.

INTENCIÓN CURATIVA, POLÍTICA Y ESPIRITUAL DE LA BRUJA

El campo contemporáneo de la espiritualidad femenina, profundamente afectado por dinámicas no elaboradas de trauma, idealización y distorsión de poder, requiere de una regeneración ética.

La bruja es una propuesta de responsabilidad amorosa que se compromete con la limpieza y el reordenamiento del campo simbólico femenino, fuera del campo jerárquico, sin poses y sin apropiaciones.

Este trabajo tiene una dimensión curativa, en tanto repara heridas invisibles; política, porque propone transformar el campo colectivo desde adentro; y espiritual, porque devuelve la práctica a su dimensión sagrada, sin espectáculo ni intento de seducción.

En las últimas décadas, muchas prácticas espirituales han sido absorbidas por una estrategia propagandística más amplia promovida por el paradigma new age. Este modelo ha comercializado la experiencia trascendente, fragmentado las tradiciones y creado una cultura de consumo espiritual que reproduce las lógicas del mercado en el campo del alma. Su impacto ha sido profundo. Ha generado idealizaciones sin raíz, promesas de transformación desvinculadas del cuerpo, prácticas descontextualizadas y formas de poder que operan sin cuidado ni restitución.

En este contexto, también se ha exacerbado una disociación estructural. La tendencia a utilizar la energía masculina como herramienta para sanar lo femenino. Esta inversión refuerza el desequilibrio original, desplazando lo receptivo, lo cíclico y lo sensible en favor de lo directivo, lo ascendente o lo intervencionista. El resultado ha sido una espiritualidad femenina que muchas veces ignora su propia raíz, reproduce sistemas de control bajo la apariencia de consciencia y perpetúa el trauma que dice querer liberar.

LA BRUJA ES TAMBIÉN UN LUGAR GEOGRÁFICO

La bruja no vive en el bosque; ella es parte del bosque, es parte del humedal, del arroyo, del subsuelo. La bruja es inseparable de la tierra concreta. No es abstracta. Participa del lodo, del animal muerto, de la piedra marcada, del árbol abierto por la tormenta. La bruja es un lugar que custodia la voz de los huesos y las ofrendas milenarias recibidas por la Tierra. Ella habita ahí donde nadie más mira.

Habla con el río. Lee los campos energéticos, los patrones entre cielo y Tierra, el bosque, como textos sagrados. Se orienta por su intuición. Sigue el cambio del viento, huele las señales, escucha la guía de las aves y recuerda los nombres olvidados de Gaia.

Su práctica espiritual es hacer composta. Su sabiduría es local, geográfica, relacional.

La bruja vive en la grieta del muro, en la casa abandonada, en la frontera, en la orilla, el ecotono, en el cruce.

LA BRUJA COMO LUGAR RELACIONAL

La bruja se define por sus relaciones. Es una interfaz entre mundos. Lidera desde su capacidad de escuchar lo múltiple. Ella conversa con los muertos porque sabe que la historia sigue abierta. Ella sueña con las raíces porque su alma está entretejida al suelo.

Ella pide permiso al micelio antes de tomar una decisión. Desde este punto de vista, la bruja es un eslabón, un cruce entre la materia y el mito, una bisagra entre lo ancestral y lo que aún no nace, una guardiana de las continuidades rotas.

ALGUNAS PROPUESTA DE INTEGRACIÓN

Cartografiar el cuerpo de la bruja como territorio somático. La escucha oracular de los órganos, huesos, aguas internas, zonas de memoria recuperada.

Ubicarla geográficamente según diferentes climas, suelos y ecologías simbólicas, como por ejemplo, el páramo, la ciénaga, el desierto, el bosque.

Tejer oraciones encarnadas como conjuros que surgen del cuerpo como tierra, y de la tierra como cuerpo.

Explorar sus relaciones y su biografía vincular como red viviente con las plantas, los animales, los ancestros, y otras presencias invisibles.

LA RESPONSABILIDAD DE CARTEAR LA HERIDA

Ser mujer en este tiempo, en este cuerpo, en esta historia, no es un destino fijo, sino un campo mutable atravesado por memorias. En ese campo, vive también la herida de la bruja, el lugar donde su sensibilidad fue negada, su sabiduría ridiculizada y su potencia criminalizada. Esta herida no es sólo personal. Es un eco psíquico y relacional que arrastramos como colectivo. Y sin embargo, no es excusa.

Tenemos la responsabilidad de cartear esta herida. Es decir, de nombrarla, de mirarla, de sostenerla con firmeza amorosa, no desde el castigo. Porque una herida que no se nombra se convierte en un patrón. Y una bruja que no reconoce su sombra, genera sombra en nombre de la luz.

LA DISOCIACIÓN NO ELABORADA COMO FORMA DE PODER REACTIVO

Cuando la mujer no ha atravesado su disociación, no ha sentido el duelo de su escisión, no ha integrado la violencia internalizada que vivió, entonces el arquetipo de la bruja se manifiesta como una distorsión.

La herida se convierte en una identidad. El dolor en autoridad. Y sin darse cuenta, actúa desde un poder reactivo, defensivo, desconectado de la tierra que dice honrar.

Esta bruja inconsciente puede utilizar su percepción para manipular y controlar, en lugar de sanar. Al abrir campos que no sabe cerrar, puede convocar a lo invisible sin contención.

Puede proyectar sus miedos y traiciones no elaboradas sobre otras mujeres, reproduciendo el exilio que dice querer reparar.

EL IMPACTO EN NUESTRAS RELACIONES

La bruja que no ha hecho el trabajo interno fractura los vínculos. No porque sea mala, sino porque el poder que no se reconoce se ejerce sin conciencia. Y el campo relacional, es decir la pareja, la comunidad, el grupo, la amistad, se convierte en un escenario de multiplicación de traumas.

Se idealiza o se demoniza al otro, sin espacio para la diferencia. Se crean jerarquías espirituales veladas, donde unas saben y otras deben aprender. Se espiritualiza el conflicto para evitar asumirlo. Se utiliza la herida como argumento para exigir cuidado, pero no como motor de transformación.

El resultado es un tejido débil, intuitivo, sí, pero falto de raíz.

Un colectivo que habla de soberanía, pero que no sabe sostener ni encarnar el poder con humildad.

Así, se repite el exilio. Unas se van, otras se callan, muchas se sienten solas.

Cartearse a una misma no es un acto de autoflagelación. Es un acto de amor radical. Significa mirar con honestidad lo que la herida me hizo hacer u omitir. Reconocer cuándo hablé desde el miedo, cuando callé para protegerme, cuándo excluí desde la superioridad, cuándo protegí mi imagen espiritual en lugar de decir la verdad. Es saber que toda medicina es también veneno si no honramos su proceso de integración, de encuerpamiento.

El arquetipo de la bruja es poderoso, sí. Pero si no se encarna con conciencia, se vuelve máscara.

Entonces, en la superficie, en vez de sanar, abre aún más la escisión que pretende curar.

No es suficiente con ser sensible, intuitiva o visionaria. Tampoco basta con conocer el mito, el tarot, la astrología, las plantas o los ciclos lunares.

La verdadera alquimia sucede cuando la herida se transforma en verdad, nuestro poder en servicio, y nuestra sombra habitada en trono de nuestra compasión.

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Fuente: Soberanía Creativa

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