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Cuento con Mensaje El clavo de la herradura

Después de haber hecho muy buenos negocios en la feria, vender todas sus mercancías y llenar su bolsa de oro y de plata, quería un comerciante ponerse en camino para llegar a su casa antes de la noche. Metió su dinero en la maleta, la ató a la silla y montó a caballo. Se detuvo al medio día en una ciudad, y cuando iba a partir le dijo el mozo de la cuadra al darle su caballo:

– Caballero, le falta a vuestro caballo un clavo en la herradura del pie izquierdo trasero.

– Está bien –contestó el comerciante–; la herradura resistirá todavía seis leguas que me restan por andar. Tengo prisa.

Por la tarde, bajó otra vez para dar de comer un poco de pan a su caballo. El mozo salió a su encuentro y le dijo:

– Caballero, vuestro caballo está destrozado del pie izquierdo; llevadle a casa del herrador.

– No, no hace falta –contestó–; para dos leguas que me quedan por andar aún puede andarlas mi caballo, así como está. Tengo prisa.

Montó y partió. Pero poco después comenzó a cojear el caballo, algo más allá empezó a tropezar, y luego no tropezaba ya, sino que cayó con una pierna rota.

El comerciante se vio obligado a dejar allí al animal, a desatar su maleta, echársela a las espaldas y volver a pie a su casa, donde no llegó hasta muy entrada la noche.

Aquel maldito clavo del que no quise hacer caso –murmuraba para sí–, ha sido la causa de todas mis desgracias.

 

Moraleja: ve despacio, nunca te apures por llegar antes!!!

 

Tomado del libro El Clavo de La Herradura.

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