Saltar al contenido
Esta página web usa cookies: Éstas se usan para personalizar el contenido, ofrecer funciones de redes sociales y analizar el tráfico.

Artículo El universo piensa a través de ti – 11va. Parte

Secreto 11

Hace poco tuve un breve encuentro con el destino; tan breve que pude haberlo pasado por alto completamente. Un hombre que había dedicado su vida entera a la espiritualidad vino a visitarme. Me habló de sus muchas visitas a India y de la devoción por sus costumbres. Traía puestos amuletos que se venden en templos y lugares sagrados; se sabía muchos cantos sagrados, o bhajans; había sido bendecido por muchos santos en sus viajes. Algunos le habían regalado mantras. Un mantra puede ser tan corto como una sílaba o tan largo como una oración, pero es básicamente un sonido. ¿De qué manera puede ser un regalo? Para alguien que conoce la tradición hindú, el regalo no es el mantra sino el efecto que debe provocar, como riqueza o un buen matrimonio. Hay miles de mantras y miles de resultados posibles.

Cuando le pregunté cómo se ganaba la vida, el hombre hizo un ademán desdeñoso y dijo: “Oh, un poco de sanación, un poco de psiquismo. Ya sabes, lectura de la mente. No le presto mucha atención”.

Su actitud negligente me intrigó, y le pedí que me diera un ejemplo. Se encogió de hombros. “Piensa en alguien y escribe una pregunta que quieras hacerle”. La única persona que ocupaba mi mente ese día era mi esposa, quien llevaba un tiempo visitando a la familia en Nueva Delhi.

Recordé que debía llamarla para preguntarle cuándo planeaba regresar. No habíamos determinado una fecha porque algunos de los familiares eran mayores, y la estancia de mi esposa dependía de su estado.

Escribí esto y miré a mi visitante. Él cerró los ojos y empezó a cantar un extenso mantra. Luego de un minuto, dijo: “Martes. Estás pensando en tu esposa y quieres saber cuándo volverá a casa”.

Tenía razón, y cuando se fue y pude hablar por teléfono con mi esposa, comprobé que había acertado también en la fecha de su regreso. Lo felicité, pero él sonrió e hizo el mismo ademán que significaba: “No es nada. Casi no le presto atención”. Una hora después, estando solo, empecé a pensar sobre estos sucesos psíquicos, que han dejado de ser una novedad debido a la gran atención que los medios de comunicación prestan a los fenómenos paranormales.

En concreto, reflexioné sobre el libre albedrío y el determinismo. Este hombre dijo que podía leer la mente, pero el regreso de mi esposa el martes no estaba en mi mente.

Era un acontecimiento que podía ocurrir cualquier día de la semana; incluso yo había supuesto que podría permanecer allá indefinidamente si las circunstancias lo exigían.

El asunto del libre albedrío y el determinismo es, por supuesto, muy complejo. En la realidad única, cada par de opuestos es, en última instancia, una ilusión. Ya hemos desdibujado la división entre bien y mal y entre vida y muerte. ¿Resultará que el libre albedrío es lo mismo que determinismo? Hay mucho que depende de la respuesta.

LIBRE ALBEDRÍO

.  Independencia.

. Auto determinación.

. Capacidad de elegir.

. Control de los acontecimientos.

.  El futuro está abierto.

DETERMINISMO

.  Dependencia de una voluntad externa.

.  El yo determinado por el destino.

.  Alguien más elige por ti.

.  Ausencia de control de los acontecimientos.

.  El futuro está cerrado.

Estas frases esbozan lo que comúnmente se considera que está en juego. Todo en la columna de libre albedrío suena atractivo. Todos queremos ser independientes; tomar nuestras propias decisiones; despertar con la esperanza de que el futuro está abierto y lleno de posibilidades infinitas. Por otra parte, nada suena atractivo en la columna determinismo. Si alguien más ha elegido por ti, si permaneces atado a un plan escrito antes de que nacieras, el futuro no puede estar abierto. Al menos emocionalmente, el prospecto del libre albedrío ha ganado ya la discusión.

Y en cierto nivel ya nadie necesita ahondar más. Si tú y yo somos marionetas manejadas por un titiritero invisible —llámese Dios, destino o karma—, entonces los hilos que tiran también son invisibles. No tenemos pruebas de no estar realizando elecciones libres, excepto por esos momentos espeluznantes como el descrito al principio, y quienes leen la mente no van a cambiar la manera en que actuamos fundamentalmente.

Sin embargo, hay una razón para ahondar más, y se condensa en la palabra vasana. En sánscrito, vasana es una causa inconsciente. Es el software de la psique, la fuerza impulsora que te hace realizar algo cuando crees hacerlo espontáneamente. Como tal, vasana es muy perturbadora.

Imagina a un robot cuyas acciones están impulsadas en su totalidad por un programa interno. Desde el punto de vista del robot, no importa que el programa exista, hasta que algo sale mal. La ilusión de no ser un robot se derrumba si el software falla, pues si el robot quiere hacer algo y no puede, ya conocemos la razón.

Vasana es determinismo que parece libre albedrío. Recuerdo a mi amigo Jean, a quien conozco desde hace casi veinte años. Jean se considera muy espiritual, y a principios de los noventa llegó al extremo de renunciar a su empleo en un periódico de Denver para vivir en un ashram al oeste de Massachusetts. Pero la atmósfera le pareció sofocante. “Son hinduistas clandestinos”, se quejó. “No hacen más que rezar, cantar y meditar”. Jean decidió seguir con su vida. Se ha enamorado de un par de mujeres sin casarse. No le gusta la idea de sentar cabeza, y tiende a mudarse a un estado distinto cada cuatro años aproximadamente. (Una vez me dijo que luego de hacer cuentas descubrió que ha vivido en cuarenta casas diferentes desde que nació.)

Un día, Jean me llamó para contarme una historia. Durante la cita con una mujer que había desarrollado un interés repentino en el sufismo, y mientras se dirigían a casa, ella le dijo a Jean que según su maestro sufí, todas las personas tienen una característica preponderante.

¿Te refieres a lo más evidente de cada quien, como ser extrovertido o introvertido? —preguntó Jean.

No, no evidente —dijo ella—. Nuestra característica preponderante está oculta. Actuamos con base en ella sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo.

Tan pronto escuchó esto, Jean se sintió emocionado.

“Me asomé por la ventana del auto, y de repente entendí”, me dijo. “Soy indeciso. Sólo me siento cómodo cuando puedo tener ambos lados de una situación sin comprometerme con ninguna”. De un momento a otro, muchas cosas cobraron sentido. Jean pudo entender por qué entró en un ashram pero no se sintió parte del grupo. Entendió por qué se enamoraba de las mujeres, pero siempre se concentraba en sus defectos. Muchas más cosas salieron a la luz. Jean se queja de su familia pero siempre pasa la Navidad con ellos. Se considera un experto en cada una de las materias que ha estudiado —han sido muchas— pero no se gana la vida ejerciendo ninguna de ellas. Es, sin lugar a dudas, un indeciso empedernido. Y como sugirió la mujer con la que había salido, Jean no tenía idea de que su vasana, que es de lo que estamos hablando, lo hacía pasar de una situación a otra sin decidirse por ninguna.

Sólo piensa en ello —dijo con evidente sorpresa—.

Aquello que mejor me define es justo lo que nunca había notado.

Si las tendencias inconscientes continuaran obrando en la oscuridad, no serían un problema. El software genético de los pingüinos o los ñúes los impulsa a actuar sin conocimiento de que actúan de manera muy similar a los demás pingüinos y ñúes. Pero los seres humanos, únicos entre todas las criaturas vivientes, queremos echar abajo el vasana. No es suficiente ser un peón que se cree rey. Ansiamos la seguridad de la libertad absoluta y su resultado: un futuro completamente abierto.

¿Es esto razonable? ¿Es posible siquiera?

En su texto clásico, Sutras del yoga, el sabio Patanjali nos informa que hay tres clases de vasana. A la clase que induce un comportamiento agradable la llama vasana blanco; a la que motiva un comportamiento desagradable la llama vasana oscuro; a la que mezcla estas dos la llama vasana mixto. Yo diría que Jean tenía vasana mixto: le gustaba la indecisión pero se perdía la recompensa del amor duradero hacia otra persona, una aspiración que lo estimulara o una visión compartida que lo vincularía con una comunidad. Mostraba las ventajas y desventajas de quienes necesitan mantener abiertas todas las opciones. La meta del aspirante espiritual es menoscabar el vasana de manera que pueda alcanzarse la claridad. En la claridad tú sabes que no eres una marioneta; te has liberado de los impulsos inconscientes que alguna vez te hicieron creer que actuabas espontáneamente.

El secreto es que el estado de liberación no es el libre albedríoEl libre albedrío es lo opuesto al determinismo, y en la realidad única, los opuestos deben fundirse en uno. En el caso de la vida y la muerte, vimos que se funden porque ambas son necesarias para renovar el flujo de la experiencia. El libre albedrío y el determinismo se funden sólo cuando una discusión cósmica se resuelve de una vez por todas. He aquí la discusión en su forma más simple.

Hay dos demandas relacionadas con la realidad última.

Una demanda proviene del mundo físico, donde los sucesos tienen causas y efectos evidentes. La otra proviene del Ser absoluto, que no tiene causa. Sólo uno de los demandantes tiene razón porque no pueden existir dos realidades últimas.

Entonces, ¿cuál es? Si el mundo físico es la realidad última, nuestra única opción es jugar el juego de vasana. Toda tendencia tiene su causa en otra, y tan pronto menoscabes una, estarás creando otra para remplazarla. No podemos ser un producto terminado. Siempre hay algo que espera ser arreglado, atendido, ajustado, pulido, limpiado o listo para desmoronarse. (Las personas que no pueden enfrentar este hecho se vuelven perfeccionistas: persiguen constantemente la quimera de una existencia perfecta; aunque no se den cuenta, tratan de vencer la ley de vasana, la cual dicta que ninguna causa puede desaparecer, sólo transformarse en otra.) El mundo físico también se conoce como el ámbito del karma, que tiene su propio aspecto cósmico. Karma, como sabemos, significa “acción”, y la pregunta que debe plantearse respecto de la acción es ésta: ¿Tuvo un comienzo?

¿Tiene un final? Toda persona que nace se ve arrojado a un mundo de acción que ya estaba en pleno funcionamiento. No hay pistas de que una primera acción haya iniciado las cosas, ni podemos saber si una última acción detendrá todo. El universo está dado, y pese a las teorías sobre el Big Bang, la posibilidad de otros universos, o incluso de universos infinitos, significa que la cadena de primeros sucesos podría extenderse para siempre.

Los antiguos sabios no ocupaban telescopios porque veían en un destello de comprensión, que la mente está gobernada por causas y efectos; por tanto, no puede ver más allá del karma. El pensamiento que tengo en este preciso instante surgió del que tuve hace un segundo; el que tuve hace un segundo, del que tuve el segundo anterior y así sucesivamente. Con Big Bang o sin él, mi mente es prisionera del karma porque pensar es todo lo que puede hacer.

Hay otra alternativa, afirmaban los sabios. Tu mente puede ser. Así es como el segundo demandante entró en el tribunal. La realidad última podría ser el Ser mismo. El Ser no actúa, y por tanto, el karma jamás lo toca. Si el Ser es la realidad última, el Juego de vasana ha concluido. En vez de preocuparnos por causas y efectos, origen de todas las tendencias, simplemente podemos decir no hay causa ni efecto.

Dije que vasana nos da una razón para profundizar en el libre albedrío. Ahora vemos por qué. La persona contenta con seguir siendo una marioneta, no es distinta al rebelde que grita que debe seguir siendo libre a toda costa. Ambos están sujetos al karma; sus opiniones no suponen ninguna diferencia. Pero si podemos identificarnos con un estado que no tiene vasana, el libre albedrío y el determinismo se funden; se convierten en simples instrucciones en el manual del software kármico. En otras palabras, ambos son herramientas del Ser y no un fin en sí mismos. Así, el karma pierde la discusión sobre ser la realidad última.

¿Cómo puedo decir que la discusión está resuelta? Puedo afirmar que fue resuelta por la autoridad ya que el acta espiritual registra a innumerables sabios y santos, quienes testifican que el Ser es el fundamento último de la existencia.

Pero como aquí no nos servimos de la autoridad, la prueba debe provenir de la experiencia. Yo experimento que estoy vivo, lo que parece apoyar el caso del karma, pues estar vivo consiste en una acción tras otra. Pero no puedo estar vivo si el universo entero no lo está. La conclusión parecería absurda sin un argumento previo. Pero hemos llegado bastante lejos para darnos cuenta de que lo verdaderamente absurdo es estar vivos en un universo muerto. Nadie antes de la era moderna se había sentido varado en una porción de roca y agua sin más paisaje que un vacío negro. Me parece que esa imagen, la cual sustenta la superstición de la ciencia, es horripilante y falsa. Mi cuerpo y el universo están compuestos de las mismas moléculas, y por más que me esfuerce, no puedo creer que un átomo de hidrógeno esté vivo dentro de mí y muerto tan pronto sale de mis pulmones.

Mi cuerpo y el universo provienen de la misma fuente, obedecen a los mismos ritmos, brillan con las mismas tormentas de actividad electromagnética. Mi cuerpo no puede darse el lujo de debatir sobre quién creó el universo; cada célula desaparecería en el instante en que dejara de crearse. Por tanto, el universo debe estar viviendo y respirando a través de mí. Soy una expresión de todo lo que existe.

En todo momento, la burbujeante actividad subatómica que mantiene en marcha el universo está  en cambio permanente; cada partícula aparece y desaparece de la existencia miles de veces por segundo. En ese intervalo, yo también aparezco y desaparezco, viajando de la existencia a la aniquilación y vuelta a empezar, billones de veces al día. El universo se vale de este ritmo ágil para detenerse y crear a continuación.

Lo mismo ocurre conmigo. Aunque mi mente es demasiado lenta para notar la diferencia, no soy la misma persona cuando vuelvo de mis billones de viajes al vacío. Cada uno de mis procesos celulares es repensado, reexaminado y reorganizado.

La creación ocurre en niveles infinitesimales, y el resultado final es el génesis perpetuo.

En un universo viviente no debemos responder preguntas sobre el creador. En distintos momentos, las religiones han mencionado un dios único, dioses o diosas múltiples, una fuerza vital invisible, una mente cósmica y —en la religión actual de la física— un juego ciego del azar. Puedes elegir cualquiera o todos porque lo más importante acerca del génesis eres tú. ¿Eres capaz de verte como el punto alrededor del cual todo está girando?

Mira alrededor e intenta reconocer tu situación de manera integral. Desde la perspectiva de un yo limitado resulta imposible ser el centro del cosmos. Tu atención salta de un fragmento de situación a otro: una relación, los incidentes del trabajo, tu economía, y quizá hasta alguna preocupación vaga relacionada con una crisis política o la situación del mercado de valores. No importa cuántos elementos intentes comprender; de esta manera no podrás ver tu situación total. Desde la perspectiva de la totalidad, el universo está pensando en ti. Sus pensamientos son invisibles, pero en última instancia se manifiestan como tendencias —las ya conocidas vasanas— y en ocasiones tu atención percibe el plan mayor porque en cada vida inevitablemente hay sucesos cruciales, momentos decisivos, oportunidades, epifanías y grandes adelantos.

Para ti, un pensamiento es una imagen o una idea que flota en tu mente. Para el universo (y con esa palabra me refiero a la inteligencia universal que impregna la cantidad inconmensurable de galaxias, hoyos negros y polvo interestelar) un pensamiento es un paso evolutivo. Es un acto creativo. Para vivir verdaderamente en el centro de la realidad única, la evolución debe adquirir un interés primordial para ti. Los acontecimientos secundarios de tu vida se manejan solos. Piensa en tu cuerpo, que opera con dos clases distintas de sistema nervioso. El sistema nervioso involuntario es automático; regula las funciones cotidianas del cuerpo sin que tú intervengas. Cuando una persona cae en coma, este sistema nervioso continúa trabajando más o menos normalmente, manteniendo pulso, presión sanguínea, hormonas, electrolitos y cientos de otras funciones en coordinación perfecta.

El otro sistema nervioso recibe el nombre de voluntario porque está asociado a la voluntad o volición. El sistema nervioso voluntario lleva a cabo los deseos; es su único propósito. Sin él, la vida sería exactamente como lo es para una persona en estado de coma; sin avance alguno, congelada en una muerte en vida.

El universo refleja la misma distinción. En el nivel material las fuerzas no necesitan nuestra ayuda para mantener todo regulado de manera que la vida pueda sostenerse. La ecología se estabiliza sola; las plantas y los animales viven en armonía sin darse cuenta. Podríamos imaginar un mundo en el que nada se expandiera más allá de la existencia elemental, donde las criaturas se contentaran con comer, respirar y dormir. Pero tal mundo no existe. Hasta organismos unicelulares como las amibas nadan en una dirección específica, buscan alimento, avanzan hacia la luz y prefieren determinadas temperaturas. El deseo está integrado al plan de la vida.

Por esto, no resulta descabellado buscar la segunda mitad del sistema nervioso del universo, la mitad que gira alrededor del deseo. Cuando nuestro cerebro lleva a cabo un deseo, el universo lo realiza al mismo tiempo. No hay diferencia entre “quiero tener un hijo” y “el universo quiere tener un hijo”. El embrión que empieza a crecer en el vientre materno se apoya en billones de años de inteligencia, memoria, creatividad y evolución. Aquello que llamamos feto es un individuo que se ha integrado al cosmos con perfecta naturalidad. Pero, ¿por qué habría de terminar ahí la fusión? El hecho de que experimentemos los deseos como individuos no significa que el universo no esté actuando a través de nosotros, así como considerar a nuestros hijos como propios no significa que no sean también hijos de un enorme acervo genético. Ese acervo genético no tiene otro padre que el universo.

En este momento flotas en perfecta unión con el cosmos.

No hay diferencia entre tu respiración y la de la selva tropical; entre tu flujo sanguíneo y el de los ríos del mundo, entre tus huesos y los acantilados de tierra caliza de Dover. Cada cambio del ecosistema ha influido en ti en el nivel genético.

El universo recuerda su evolución mediante el registro que escribe en el ADN. Esto significa que tus genes son el punto focal de todo lo que ocurre en el mundo. Son tu línea de comunicación con la naturaleza como un todo, no sólo con tu madre y tu padre.

Deja de lado todo lo que has leído acerca de que el ADN es una serie de azúcares y aminoácidos base ensartados en una doble hélice. Ese modelo describe la apariencia del ADN, pero no dice nada sobre la dinámica de la vida, del mismo modo que el sistema de cables de una televisión no dice qué aparece en la pantalla. Lo que se proyecta a través de tu ADN en este momento es la evolución del universo. Tu siguiente deseo quedará registrado en su memoria, y el universo puede avanzar hacia él o no hacerlo. Solemos pensar que la evolución es una línea recta desde los organismos primitivos hasta los más complejos. Una imagen más precisa sería la de una burbuja que se expande para abarcar más y más del potencial de la vida.

.  Cuando accedes a más inteligencia estás evolucionando.

.  Si restringes tu mente a lo que ya sabes o puedes predecir, tu evolución será más lenta.

. Cuando accedes a más creatividad estás evolucionando. Si intentas utilizar soluciones viejas para resolver problemas nuevos, tu evolución será más lenta.

.  Cuando accedes a más conciencia estás evolucionando. Si continúas utilizando una mínima parte de tu conciencia, tu evolución será más lenta.

El universo está pendiente de tus elecciones, pues las evidencias muestran de manera contundente que prefiere la evolución a la inmovilidad. En sánscrito, la fuerza evolutiva recibe el nombre de Dharma, palabra cuya raíz significa “conservar”. Sin ti, el Dharma estaría confinado a tres dimensiones. Aunque casi no dedicamos tiempo a pensar en nuestra relación con una cebra, una palmera o un alga, guardamos relación estrecha con cada una de ellas en la cadena de la vida.

Los seres humanos extendimos esa cadena cuando la vida alcanzó cierto límite en el aspecto físico. Después de todo, desde el punto de vista físico, el planeta depende más de las algas y el plancton que de los humanos. El universo quería una nueva perspectiva, y por ello debía crear creadores como él mismo.

En cierta ocasión pregunté a un físico si a estas alturas ya todos sus colegas consideraban que la realidad no está circunscrita. Él reconoció que sí.

– ¿No es lo mismo no circunscripción que omnisciencia?, le pregunté- No hay distancia en el tiempo ni distancia en el espacio. La comunicación es instantánea, y todas las partículas están conectadas con todas las demás.

– Podría ser —me dijo sin convenir del todo, pero permitiéndome continuar.

– Entonces, ¿por qué el universo se molesta en circunscribirse? Ya sabe todo. Ya incluye todo, y en el nivel más profundo, ya encierra todos los sucesos que podrían ocurrir.

– No lo sé —dijo el físico—. Quizá sólo quería tomarse unas vacaciones.

Ésta no es una mala respuesta. El universo juega a través de nosotros. ¿Juega a qué? A ceder a alguien más el control para ver qué se le ocurre. Lo único que el universo no puede experimentar es apartarse de sí. Por ello, en cierto sentido, somos sus vacaciones.

El problema con dilemas como el libre albedrío y el determinismo es que no dejan mucho tiempo para jugar. Éste es un universo recreativo. Nos proporciona alimento, aire, agua y una enorme cantidad de paisajes para explorar. Todo esto proviene de la parte automática de la inteligencia cósmica. Avanza por sí misma, pero la parte que quiere jugar está conectada a la evolución, y Dharma es su manera de decirnos cómo funciona el juego. Si analizas cuidadosamente los momentos decisivos de tu vida comprobarás que estabas prestando mucha atención al juego evolutivo.

Estar en el Dharma

.  Estabas listo para avanzar. La experiencia de una realidad antigua estaba agotada y lista para ser sustituida.

Estabas listo para prestar atención. Cuando la oportunidad llegó, tú lo notaste y diste el salto necesario.

.  El entorno te respaldó. Cuando avanzaste, los acontecimientos sucedieron de forma tal que un retroceso hubiera sido imposible.

.  Te sentiste más pleno y libre en tu nuevo lugar.

.  Te viste como una nueva persona.

Este conjunto de circunstancias internas y externas es lo que el Dharma proporciona. Esto significa que cuando te sientes listo para avanzar, la realidad cambia para mostrarte cómo. ¿Y si no estás listo para avanzar? Entonces está el sistema de respaldo de vasana, que te hace avanzar mediante la repetición de las tendencias incrustadas en ti desde el pasado. Cuando te sientes atascado e incapaz de avanzar, normalmente es por las siguientes circunstancias:

1.    No estás listo para avanzar. La experiencia de una realidad antigua sigue fascinándote. Sigues disfrutando tu estilo de vida habitual o, si hay más dolor que felicidad, te has vuelto adicto al dolor por alguna razón que permanece en el misterio.

2.    No estás prestando atención. Tu mente permanece absorta en distracciones. Esto suele ocurrir cuando hay un exceso de estímulos externos. Mientras no estés alerta en tu interior, no podrás identificar las señales que transmite la realidad única.

3.    El entorno no te respalda. Cuando intentas avanzar, las circunstancias te echan atrás. Esto significa que debes aprender más o que todavía no es el momento. También puede suceder que en un nivel profundo no estés convencido de avanzar; tu deseo consciente está en conflicto con dudas e inseguridades más profundas.

4.    Te sientes amenazado por la expansión que deberías realizar y prefieres la seguridad de una imagen propia limitada. Muchas personas se aferran a un estado restringido creyendo que los protege. La realidad es que la mayor protección a la que podemos aspirar es la de la evolución, la cual resuelve problemas por medio de la expansión y el avance. Pero cada aspecto de ti debe poseer este conocimiento; basta con que uno desee permanecer en un estado restringido para que la evolución se entorpezca.

5.    Sigues viéndote como la persona antigua que se adaptó a una situación vieja. Ésta suele ser una elección inconsciente. Las personas se identifican con su pasado e intentan utilizar sus viejas percepciones para entender lo que ocurre. Como la percepción es todo, considerarte demasiado débil, limitado, indigno o deficiente obstaculizará cualquier avance.

La conclusión final es que el Dharma necesita que colabores con él. La fuerza de conservación está en ti tanto como “allá fuera” en el universo o el reino del alma.

La mejor manera de alinearnos con el Dharma es dar por hecho que está escuchando. Da al universo oportunidad de responderte. Comienza una relación con él como lo harías con otra persona. Desde hace dos años soy un abuelo consentidor, y me sorprende que mi nieta Tara no tenga problemas para hablar con árboles, rocas, el mar o el cielo. Ella da por descontado que hay subjetividad en todas partes. “¿Ves esos dragones?”, dice señalando un espacio vacío en mitad de la sala, nombrando a un dragón azul aquí y a uno rojo allá. Le pregunto a Tara si le dan miedo los dragones, pero ella me asegura que siempre han sido amigables.

Los niños habitan mundos imaginarios, no por la fantasía en sí sino para poner a prueba sus instintos creativos. Tara es una creadora en formación, y si se le privara de su relación con árboles, rocas y dragones, sería separada de un poder que necesita crecer. A su edad, la vida de Tara es un juego permanente, y en mi papel de abuelo procuro sumergirla en todo el amor y el placer posibles. Su vasana será blanco si puedo ayudarla. Pero también sé que su mayor reto será ir más allá de todas las tendencias, buenas o malas. Deberá cuidarse de mantenerse en el Dharma, y para quienes al crecer consideramos a la vida como un asunto serio con pocas pausas para jugar, el Dharma espera nuestro regreso a la cordura.

CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR EL DÉCIMO PRIMER SECRETO

El décimo primer secreto trata sobre cómo escapar de la esclavitud de causas y efectos. El universo está vivo e impregnado de subjetividad. Causas y efectos sólo son el mecanismo que utiliza para realizar lo que quiere. Y lo que quiere es vivir y respirar a través de ti. Para descubrir la verdad sobre esto necesitas relacionarte con el universo como si estuviera vivo.

De otra manera, ¿cómo podrías saber que lo está? A partir de hoy, comienza a adoptar los siguientes hábitos:

.  Habla con el universo.

.  Escucha su respuesta.

.  Establece una relación íntima con la naturaleza.

.  Contempla la vida en todas las cosas.

.  Condúcete como un hijo del universo.

El primer paso, hablar con el universo, es el más importante. No implica ir por ahí susurrando a las estrellas o iniciar una conversación cósmica imaginaria. El hábito de considerar al mundo “allá fuera”, desconectado de ti, está muy arraigado; todos compartimos un prejuicio cultural que reserva la vida sólo para plantas y animales, y concede inteligencia exclusivamente al cerebro. Tú puedes empezar a derribar esta creencia reconociendo cualquier pista de que los mundos interno y externo están conectados. Ambos tienen la misma fuente; están organizados por la misma inteligencia profunda; se responden entre sí.

Cuando digo que puedes hablar con el universo quiero decir que puedes conectarte con él. Si te sientes deprimido por un día gris y lluvioso, por ejemplo, considera lo gris de tu interior y del exterior como el mismo fenómeno con aspectos objetivo y subjetivo. Si vas de regreso a casa después de trabajar y una intensa puesta de sol atrapa tu mirada, considera que la naturaleza quería llamar tu atención, no que tú y la puesta de sol tuvieron solo un encuentro accidental. En un nivel íntimo, tu existencia se entrelaza con el universo, no por azar sino por intención.

Cuando veas que la vida existe en todas partes, reconoce lo que ves. Al principio puedes sentirte extraño haciendo esto, pero eres un cocreador y tienes el derecho de apreciar las pautas de conexión que has formado. Conducirte como un hijo del universo no es un juego de fingimiento cósmico. En el campo, tú existes en todas partes en el espacio-tiempo, un hecho científico al que llevamos un paso adelante diciendo que este momento en el espacio-tiempo tiene un propósito especial en tu mundo. Es tu mundo, y al responder a él de esa manera, empezarás a notar que te responde:

.  Algunos días todo sale bien.

.  Algunos días todo sale mal.

.  En ciertos momentos te sientes inmerso en el ritmo de la naturaleza.

.  En ciertos momentos sientes como si desaparecieras en el cielo o el océano.

.  A veces sabes que siempre has estado aquí.

Son ejemplos generales, pero puedes estar alerta a momentos que parecen hechos sólo para ti. ¿Por qué ciertos momentos parecen tener una magia irrepetible? Sólo tú puedes saberlo, pero no lo sabrás si no te sintonizas primero con el sentimiento. El símil más cercano que se me ocurre en esta clase de relación privilegiada es la que se da entre personas que se aman: los momentos ordinarios están impregnados de una presencia o peculiaridad que no podría sentir una persona ajena. Algo totalmente irresistible atrae nuestra atención cuando estamos enamorados; una vez que lo hemos experimentado, no se olvida fácilmente. Sentimos como si estuviéramos dentro de la persona amada y ésta dentro de nosotros. Nuestra fusión con algo más grande que nosotros es una fusión de dos subjetividades. Se le ha llamado relación “yo y tú”, o la sensación de ser como una ola en el océano infinito del Ser.

No permitas que nombres y conceptos te distraigan. No hay una manera determinada para relacionarte con el universo. Sólo relaciónate a tu modo. Un niño pequeño, como mi nieta, encuentra su camino hablando con árboles y dragones invisibles. Ésa es su relación privilegiada.

¿Cuál será la tuya? Estremécete de expectación y descúbrelo.

 

Tomado de El Libro de Los Secretos.

0 comentarios

Dejanos tu comentario sobre el artículo El universo piensa a través de ti – 11va. Parte