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Artículo Explorando Lo Desconocido – Parte 2

ALGUNOS COMPORTAMIENTOS TÍPICOS DEL «MIEDO A LO DESCONOCIDO» EN NUESTRA CULTURA.

Ya hemos hablado de algunos comportamientos producidos por el miedo a lo desconocido. La resistencia a probar nuevas experiencias, la rigidez, los prejuicios, el miedo al fracaso y el perfeccionismo son subtítulos normales en esta zona de autolimitación. A continuación, hay ejemplos específicos más comunes en esta categoría. Puedes usarla como una lista de control para valorar tu propio comportamiento.

Comer el mismo tipo de comida durante toda la vida. Evitar probar platos nuevos de gustos exóticos limitándose a los platos tradicionales y describiéndose a sí mismo con frases como: «Yo soy de los que sólo comen carne y patatas» o «Yo siempre pido pollo». Si bien toda la gente tiene predilecciones y prefiere ciertas cosas, la resistencia a probar comidas desconocidas es simplemente una señal de rigidez. Muchas personas no han probado jamás un taco mexicano, o comido en un restaurante griego o hindú simplemente porque se quedan en el terreno familiar de lo que están acostumbrados. Abandonar estos terrenos familiares puede abrirnos un mundo gastronómico nuevo y estimulante.

Usar siempre el mismo estilo de ropa. No probar jamás un estilo nuevo o usar algo diferente. Clasificarte a ti mismo como un «conservador en el vestir» o un «amante de la moda,» sin cambiar jamás de estilo.

Leer los mismos diarios y las mismas revistas que mantienen la misma posición editorial día tras día sin admitir jamás un punto de vista contrario. En un estudio reciente, se le pidió a un lector, cuya postura política era bien conocida, que leyera un editorial que empezaba apoyando una postura idéntica a la suya. En medio del editorial, el punto de vista cambió y una cámara fotográfica escondida reveló que los ojos del lector se trasladaron inmediatamente a otra parte de la página. El lector rígido que se usó en este experimento no podía ni siquiera considerar la posibilidad de leer una opinión distinta a la suya.

Ver las mismas películas (con distintos títulos) durante toda una vida. Rehusar ver cualquier cosa que pueda apoyar una creencia filosófica o política distinta, porque lo desconocido es desconcertante y debe ser excluido.

Vivir en el mismo barrio, o ciudad, o estado, simplemente porque tus padres y sus padres escogieron esa localidad. Tenerle miedo a los sitios nuevos porque la gente, el clima, la política, el lenguaje, las costumbres, o lo que sea, son diferentes.

Rehusar oír opiniones e ideas que no compartes. En vez de considerar el punto de vista del otro interlocutor -«Ejem, nunca pensé en eso»-, inmediatamente decides que está loco o mal informado. Éste es un método para evadirse de lo diferente o de lo desconocido rehusando comunicarse.

Tener miedo a probar una nueva actividad porque no la puedes hacer bien. «No creo que lo haría bien; me quedaré mirando».

Logros compulsivos en el colegio o en el trabajo. Las calificaciones son lo más importante. El informe elogioso importa más que el trabajo bien hecho. Usar las retribuciones del éxito y los logros en vez de probar algo nuevo y desconocido sustituyendo lo uno por lo otro. Quedarse en las zonas seguras porque «Sé que saco buenas notas, un «notable seguro», en vez de arriesgarme a conseguir una nota mediocre embarcándose en una nueva disciplina.

Aceptar el empleo seguro donde sabes que vas a tener éxito y te va a ir bien en vez de apuntarte a una nueva carrera o empresa corriendo el posible riesgo de fracasar.

Evitar cualquier persona que clasifiques como desviada, incluyendo a «maricas», «rojos», «raros», «negros», «extranjeros,», «hippies», «judíos», etc., y usar cualquier etiqueta peyorativa que te sirva como defensa y protección del miedo a lo desconocido. En vez de tratar de aprender algo sobre esta gente, les pones una etiqueta con un epíteto difamatorio y hablas de ellos en vez de hablar con ellos.

Quedarse en el mismo trabajo, aunque no te guste, no porque tengas que hacerlo sino por miedo a la gran incógnita que significa un nuevo trabajo.

Mantener un matrimonio que obviamente no funciona por temor a lo desconocido, a la soledad. No puedes recordar cómo es vivir solo y, en consecuencia, no sabes con qué te encontrarás. Piensas que es mejor seguir con lo habitual desagradable que adentrarse en un territorio que potencialmente es solitario.

Tomar tus vacaciones en el mismo lugar, en el mismo hotel, en la misma época cada año. En este caso sabes a qué atenerte y no tienes que arriesgarte a probar nuevos lugares que tal vez pueden brindarte experiencias agradables.

Hacer que el criterio para todo lo que haces sea el de la eficiencia, y el resultado obtenido y no el placer que te brinda el hacerlo. Sólo haces lo que sabes hacer bien y evitas lo que no puedes hacer en absoluto o no haces muy bien.

Medir las cosas en términos monetarios. Si cuesta más, quiere decir que vale más; y en consecuencia, es una indicación de tu éxito personal. Lo conocido se puede medir en dólares, mientras que lo desconocido no se puede calcular desde un punto de vista monetario.

Tratar de lograr títulos y rangos importantes, de tener coches caros y vistosos, ropa de lujo y otros símbolos de «status», incluso si no te gustan estas cosas y el tipo de vida que conllevan.

Incapacidad de alterar un plan cuando se presenta una alternativa interesante. Si te alejas del mapa que está en tu cabeza pierdes el camino y también tu sitio en la vida.

Estar pendiente de la hora dejando que el reloj domine tu vida. Vivir de acuerdo a un horario que te aleja de la posibilidad de probar cosas nuevas y desconocidas en tu vida. Llevar siempre reloj (incluso en la cama) y vivir controlado por éste. Dormir, comer y hacer el amor según la hora, sin tener en cuenta el cansancio, el hambre o el deseo.

Desechar ciertas clases de actividades sin haberlas probado jamás. Éstas pueden incluir cosas tan «raras» como la meditación, el yoga, la astrología, el backgammon, el Mah-jongg, la isometría o cualquier cosa que no conozcas.

Enfocar el sexo sin imaginación, haciendo siempre lo mismo en la misma posición. No probar jamás algo nuevo y exótico porque es diferente y, por tanto, puede ser inaceptable.

Esconderse detrás del mismo grupo de amigos sin buscar o aceptar gente diferente que represente mundos nuevos y desconocidos. Juntarse regularmente con el mismo grupo y seguir con ese mismo grupo durante toda la vida.

En una fiesta a la que asistes con tu esposa o una amiga, quedarte a su lado, con ella toda la noche no porque así lo desees sino porque de esa manera te sientes seguro.

No atreverse a participar en una conversación con gente extraña o sobre temas desconocidos por miedo a lo que pasaría si lo hicieras. Pensar para tus adentros que ellos deben ser más inteligentes, más capaces, más hábiles o mejores conversadores, y usar esto como razón para evitar una nueva experiencia.

Culparte a ti mismo si no triunfas en todas tus empresas.

Éstos son sólo unos cuantos ejemplos de comportamiento malsano engendrado por el miedo a lo desconocido. Tú probablemente podrás componer tu propia lista. Pero en vez de hacer listas, ¿por qué no empiezas a hacerle frente a tu tendencia a vivir cada día de la misma manera que viviste el día anterior, sin ninguna posibilidad de crecimiento y desarrollo?

EL SISTEMA PSICOLÓGICO DE APOYO PARA RETENER ESTOS COMPORTAMIENTOS

He aquí algunas de las retribuciones más usuales que sirven para evitar el delicioso mundo de lo desconocido.

– Si eres siempre igual, no tienes que molestarte en usar tu imaginación. Cuando tienes un buen proyecto, consultas tu guion y no tu imaginación.

– El permanecer alejado de todo lo desconocido tiene su propio sistema interior de retribuciones. El miedo a lo misterioso es muy fuerte y mientras actúes en terreno familiar, puedes mantener ese miedo a distancia, aunque esto signifique una gran traba para tu crecimiento y tu realización personal. Es más seguro no aventurarse por zonas que no están bien marcadas en nuestros mapas personales. Piensa en Colón. Todo el mundo le advirtió que podía caerse por el camino. Es mucho más fácil ser de los que van por caminos conocidos y no de los exploradores que lo arriesgan todo. Lo desconocido es un desafío y los desafíos pueden resultar peligrosos.

– Puedes decir que estás postergando tu gratificación, actitud que has oído clasificar como «comportamiento adulto», quedándote así con lo familiar y justificándolo con esa actitud. De este modo, la postergación de la acción es una actitud «adulta» y «madura», aunque en realidad te quedas como eres por miedo y desconfianza, y por ello evitas lo desconocido.

Puedes sentirte importante pensando que has hecho bien las cosas. Que has sido un buen niño o una buena niña. Siempre que consideres tu propio valor en términos de éxito fracaso podrás equipararlo con el resultado de tu actuación y sentirte satisfecho por ello. Pero en estos casos, lo que está bien, lo que debe ser, es sólo cuestión de opiniones, en realidad de la opinión controladora de otra persona.

ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA ENFRENTARSE CON LO MISTERIOSO Y LO DESCONOCIDO Y PARA LOGRAR COMPRENDERLOS

Hacer esfuerzos selectivos por probar cosas nuevas, aunque sientas la tentación de quedarte en lo conocido. Por ejemplo, en un restaurante pide un plato nuevo. ¿Por qué? Porque puede ser diferente y podría gustarte.

Invita a tu casa a un grupo de gente que represente puntos de vista diversos y divergentes. Frecuenta lo desconocido en vez de seguir con tu grupito típico de relaciones con los que puedes predecir todo lo que te va a suceder.

Deja de sentirte obligado a tener un motivo o razón para todo lo que haces. Cuando alguien te pregunte el por qué de algo, recuerda que no tienes por qué tener una respuesta razonable que los satisfaga. Puedes hacer lo que has decidido hacer simplemente porque así lo deseas.

Empieza a arriesgarte a hacer ciertas cosas que te sacarán de la rutina diaria. Podría ser unas vacaciones que no hayas planeado con antelación, por ejemplo, y para lo cual no lleves ningún mapa, y donde sólo puedas confiar en ti mismo para solucionar cualquier problema que se te presente. Solicita un nuevo empleo presentándote a la entrevista que para ello se requiera o habla con alguna persona que hayas estado esquivando por miedo a lo que podría pasar en esa conversación. Toma un camino distinto para ir a tu trabajo y cena a medianoche. ¿Por qué? Simplemente porque es diferente y tienes ganas de hacerlo.

Diviértete elucubrando una fantasía en la que te permites tener todo lo que quieras. Todo está permitido. Tienes todo el dinero que desees por un período de dos semanas. Quizá te des cuenta de que todas tus divagaciones mentales en realidad están a tu alcance, que lo que anhelas no es como pretender la luna o lo imposible, sino que son cosas que puedes lograr si eliminas el miedo a lo desconocido y simplemente vas detrás de ellas.

Corre algún riesgo que puede implicar una tormenta emocional, pero que también puede significar una experiencia intensamente gratificante para ti. Uno de mis colegas pasó largos años hablándoles tanto a sus alumnos como a sus clientes de la necesidad de probar lo desconocido en la vida. Pero en muchos sentidos sus consejos eran insinceros puesto que seguía trabajando en la misma universidad, en la misma consulta y llevando el mismo tipo cómodo de vida. Él sostenía que cualquier persona podía habérselas con situaciones nuevas y diferentes, pero él seguía firmemente instalado en las situaciones que le eran familiares. En 1994 decidió vivir en Europa seis meses porque era algo que siempre había querido hacer. Allí dio dos cursos en un programa para graduados y comprobó de primera mano (experimentalmente en vez de verbalmente) que podía habérselas con lo dudoso. Al cabo de tres semanas en Alemania, gracias a su seguridad interior en sí mismo, contaba ya con la misma cantidad de oportunidades de dirigir seminarios, trabajar con clientes y dar conferencias que en Nueva York donde se encontraba en su ambiente y en un entorno familiar. Incluso en un pueblecito perdido de Turquía donde vivió durante dos meses, estuvo más ocupado que en Nueva York. Por lo menos, gracias a esta experiencia, se convenció que podía enfrentarse con lo desconocido, exactamente como antes lo había hecho con lo conocido, con su propia fuerza interior y con su capacidad profesional.

– Cada vez que te des cuenta de que estás evitando lo desconocido, dirígete a ti mismo la siguiente pregunta: «¿Qué es lo peor que me puede pasar?». Verás probablemente que el miedo a lo desconocido es completamente desproporcionado con la realidad de las consecuencias.

– Haz la prueba de hacer algo tonto, como ir descalzo por el parque o zambullirte desnudo en el mar. Haz la prueba de hacer algunas de las cosas que siempre has evitado porque «No debes hacer esas cosas». Abre tu propio horizonte personal a nuevas experiencias. Haz cosas que antes evitabas por encontrarlas tontas o vanas.

– Recuerda que el miedo al fracaso es a menudo el miedo al ridículo, o a la desaprobación de los demás o de alguien en particular. Si dejas que ellos tengan sus propias opiniones, que nada tienen que ver contigo, podrás empezar a valorar tu comportamiento en tus propios términos en vez de apoyarte en los de los demás. Empezarás a considerar que tus capacidades no son ni mejores ni peores, sino simplemente diferentes a las de los demás.

– Haz la prueba de hacer algunas de las cosas que siempre has rechazado con la frase «Simplemente yo no valgo para esto». Por ejemplo, puedes pasarte la tarde pintando un cuadro y pasándolo maravillosamente bien. Si el resultado final no es una obra maestra, no has fracasado: has tenido medio día de placer. En la pared de mi cuarto de estar, hay un cuadro que es horrible desde el punto de vista estético. Pero en un rincón del lado izquierdo del cuadro hay una inscripción que reza: «A usted doctor Dyer le doy lo que no es lo mejor que puedo hacer». Es de una antigua estudiante que había evitado pintar toda su vida porque había aprendido hacía mucho tiempo que lo hacía mal. Se pasó todo un fin de semana pintando y es uno de los regalos que yo aprecio más.

– Recuerda que lo opuesto al crecimiento es la igualdad o monotonía y la muerte. Así pues, si quieres, puedes tomar la decisión de vivir cada día de una manera diferente, siendo espontáneo y vital, o puedes temer a lo desconocido y permanecer igual, siendo el mismo de siempre, psicológicamente muerto.

– Mantén una conversación con la gente que sientes es la responsable de tu miedo a lo desconocido: anúnciales con tono decidido que piensas hacer cosas nuevas y anota sus reacciones.

– Puede que te des cuenta de que su incredulidad era una de las cosas que más te preocupaban en el pasado, y como resultado de esto escogías la inmovilidad en vez de enfrentarte con sus miradas reprobatorias. Ahora que puedes enfrentarte con esas miradas, haz tu Declaración de Independencia para acabar con ese control.

– En vez de que tu credo y el de tus hijos sea: «Haz todo lo mejor posible», prueba este otro: «Selecciona las cosas que más te importan en la vida y haz un esfuerzo grande en ese sentido y el resto de las cosas, hazlas simplemente». Está muy bien no hacer siempre las cosas lo mejor que puedas. En realidad, todo el síndrome de «Hacer las cosas lo mejor posible» es un mito. Nadie hace las cosas lo absolutamente mejor que se puede. Siempre hay posibilidades de hacerlas mejor, ya que la perfección no es un atributo de la naturaleza humana.

No dejes que tus convicciones te paralicen. El creer algo a raíz de una experiencia pasada y aferrarse a esa creencia es evadirse de la realidad. Sólo existe el ahora, y la verdad del presente puede muy bien no ser la verdad del pasado. Sopesa tu comportamiento no tomando en cuenta lo que crees, sino lo que es y lo que experimentas en el presente. Al abrirte a la experiencia en vez de colorear tu realidad con tus convicciones, encontrarás que lo desconocido es un lugar fantástico para estar.

– Recuerda que nada humano te es ajeno. Puedes ser lo que escojas ser. Grábalo en tu cabeza y recuérdatelo cuando caigas en tu comportamiento inseguro y típicamente evasivo.

Ten conciencia de que estás evitando lo desconocido en el momento que lo estás haciendo. En ese mismo momento inicia un diálogo contigo mismo. Dite a ti mismo que no importa que no sepas adónde vas en cada momento de tu vida. El tener conciencia de la rutina es dar el primer paso para cambiarla.

Haz algo mal deliberadamente. Eres menos persona porque has perdido un partido de tenis o pintado un cuadro feo o sigues siendo un individuo que vale la pena y que simplemente ha pasado un rato agradable?

Mantén una conversación con alguien que hayas evitado en el pasado.

Muy pronto te darás cuenta de que tus prejuicios son los que te mantienen en un estado estacionario y sin interés. Si prejuzgas a la gente, no podrás tratar con ella honradamente puesto que tu punto de vista ha sido establecido de antemano. Mientras más grande sea el número de gente distinta que conozcas, más probabilidades tendrás de darte cuenta de lo mucho que has perdido y de lo tontas e infundadas que eran tus aprensiones y temores. Con estos conceptos, lo desconocido se convertirá en un área cada vez más digna de explorar en vez de algo que es mejor evitar.

ALGUNAS IDEAS FINALES SOBRE EL MIEDO A LO DESCONOCIDO

Las sugerencias que anotamos anteriormente representan algunas medidas constructivas para combatir el miedo a lo desconocido. Todo el proceso empieza con estas nuevas percepciones de lo que constituye el comportamiento evasivo, seguidas de un enfrentamiento activo con el comportamiento pasado para empezar a moverse en nuevas direcciones.

Imagínate cómo hubieran sido las cosas si los grandes exploradores y los grandes inventores del pasado hubieran tenido miedo a lo desconocido. Toda la población del mundo estaría aún concentrada en el valle del Tigris y del Éufrates. Lo desconocido es el lugar donde se produce el crecimiento. Tanto para la civilización como para el individuo.

Piensa en la encrucijada de un camino. En una dirección está la seguridad, en la otra, el gran mundo desconocido e inexplorado. ¿Qué camino tomarías tú?

Robert Frost contestó esta pregunta en The Road Not Taken (El camino no tomado):

Dos caminos divergían en el bosque; y yo fui por el menos transitado, Y eso hizo que todo fuese diferente.

Todo depende de ti. Tu zona errónea de miedo a lo desconocido está esperando ser reemplazada por nuevas actividades estimulantes y llenas de interés que aportarán placer a tu vida. No tienes que saber hacia dónde vas; lo importante es estar en camino.

Tomado del libro Tus Zonas Erróneas – Parte 6 / 2.

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