(Ver también aftas)
Plano corporal: sobre toda la piel (frontera, contacto, ternura), las mucosas internas (frontera interior, barrera), pero también en caso de debilitamiento del sistema inmunitario (p. eje., sida) o tratamiento prolongado con antibióticos (organicomicosis).
Plano de los Síntomas: a pesar del escudo protector de la cubierta de ácido y de la defensa por parte de las células inmunitarias, las tropas extranjeras que se están extendiendo (los micelios del hongo que se ramifican) ocupan las propias fronteras: ser demasiado débil para proteger la propia casa; todo lo que carece de vida está en peligro de ser invadido por los hongos (que son saprofitos, alimentándose de materia orgánica muerta); el conflicto bélico comienza después y ya dentro del territorio del propio cuerpo.
Realización: confesarse cuántas cosas muertas arrastra uno consigo; abrir las propias fronteras en el sentido psíquico-espiritual, en lugar de defenderlas; dejar espacio para lo ajeno y hacerlo propio; abrir a otros impulsos vitales las propias áreas que están muertas, sin vida; dejar entrar íntegramente los impulsos vitales ajenos y aprender de las propias vivencias antes de que comience la lucha con ellas; ejercicios específicos: dejar que otros también coman, por ejemplo, acoger extranjeros, trabar amistad con ellos y discutir con ellos de manera crítica y activa, dónde desearían ampliar su modo de vida hacia el propio ámbito; tomar alimento vivo que el cuerpo pueda transformar en estructuras vivas, pero que los hongos no pueden aprovechar.
Resolución: aceptación e integración de otros impulsos y formas de vida; revivir el propio territorio (de la consciencia) vivo.
Relación con los principios elementales: Plutón.
Tomado del libro La Enfermedad Como Símbolo.
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