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Artículo El Arte de Vivir

La mayoría de nosotros estamos fragmentados, divididos en la vida de negocios, la vida religiosa, la vida sexual, etc., no somos holísticos, no somos seres humanos completos, miramos la vida desde un punto de vista muy particular, desde una conclusión, desde un concepto idealista, estos son los fragmentos desde los cuales miramos la vida; por tanto, ¿podemos afrontar cualquier problema desde un punto de vista del todo distinto que no esté fragmentado? Si reconocemos, si nos damos cuenta de que estamos fragmentados, separados, divididos, de que somos contradictorios, de que un deseo se opone a otro deseo, ¿es posible afrontar los problemas desde un enfoque diferente?

¿Por qué tenemos problemas? En nuestra vida los problemas se multiplican, los problemas se incrementan en una sociedad que es tan sofisticada, tan compleja, tan superpoblada, que tiene gobiernos incompetentes, etc., y parece que al intentar resolver un problema añadimos nuevos problemas; por tanto, ¿por qué tenemos problemas y es posible afrontar los problemas sin ese cerebro que está condicionado para resolver problemas?

Vamos a verlo. Cuando somos jóvenes, a la edad de cinco o seis años, vamos a la escuela, y siendo niños ya tenemos problemas: aprender a escribir, aprender a leer, aprender matemáticas, así es como desde la infancia condicionamos nuestro cerebro para resolver problemas. Más tarde vamos a la universidad donde igualmente tenemos problemas, y después viene el trabajo, las diferentes capacidades, la vocación, etc., problema tras problema, nuestro cerebro está lleno de problemas y nosotros siempre buscamos solucionarlos con ese cerebro que está condicionado para resolverlos; ahora bien, ¿cómo puede ese cerebro resolverlos si no está libre de problemas?

Desde la infancia, nuestro cerebro está condicionado para resolver problemas, lo hemos condicionado para eso, para buscar siempre una solución, para encontrar una solución sin comprender el problema en sí mismo, de modo que: ¿es posible tener un cerebro que no esté condicionado por los problemas?

Aunque nuestro cerebro está condicionado para resolver problemas nunca los solucionamos, todo lo contrario, aumentan más y más, ¿por qué? ¿Se debe a que un cerebro condicionado, que está arraigado en los problemas, nunca puede resolverlos? ¿Es posible tener un cerebro que no esté condicionado para resolver problemas y, por tanto, pueda comprenderlos? ¿No hay una gran diferencia entre resolver un problema y comprenderlo? Si comprendemos un problema, la solución puede estar en el mismo problema.

Tomemos un ejemplo bien simple. Nunca hemos podido terminar con las guerras, el ser humano ha tenido guerras desde sus orígenes en la Tierra, y nunca ha podido solucionar ese problema de la guerra; lo único que hemos conseguido es mejorar la manera de matarnos, a lo cual llamamos progreso, esto no es un chiste. Nos movemos de una organización a otra, primero tuvimos la Sociedad de Naciones, ahora tenemos las Naciones Unidas, pero las guerras continúan, y aunque cambiamos de una organización a otra esperando que los problemas se solucionen, siguen multiplicándose y las guerras nunca terminan.

La causa de las guerras son el nacionalismo, las divisiones económicas, lingüísticas, raciales, religiosas, económicas, también las divisiones culturales nos separan; y como todos somos seres humanos sufrimos, todos padecemos dolores, ansiedades, aburrimiento, soledad y desesperación, pero no tratamos de resolver esto, sin embargo, queremos resolver los problemas que tienen causas externas.

¿Puede un cerebro que reconoce y se da cuenta de que desde la infancia está condicionado para resolver problemas, liberarse de ese condicionamiento y, en consecuencia, afrontar los problemas? ¿Lo harán? La cuestión es: ¿podemos ser conscientes, darnos cuenta de nuestro cerebro, de que como seres humanos desde el principio de nuestras vidas estamos siempre luchando con problemas tratando de encontrar una respuesta acertada que los solucione? Sólo es posible responder adecuadamente cuando reconocemos que el cerebro está condicionado, porque mientras el cerebro siga condicionado para resolver problemas nunca encontrará la respuesta acertada.

Si uno no puede seguir con su esposa se divorcia y busca a otra persona, eso es lo que generalmente hacemos, aunque tengamos mucho tiempo y energía seguimos jugando, en mayor o menor escala, a este juego en el mundo, pero la dificultad no es el divorcio ni las múltiples complicaciones de la relación, sino comprender la profundidad y el significado de la relación. Tal como señalamos, la relación es una de las cosas más importantes en la vida, no sus expresiones emotivas, sus rabietas, neurosis, sino la profundidad de la relación, pero nunca lo enfocamos así, siempre intentamos solucionar los problemas de la relación, y por eso nunca lo logramos. Los psiquiatras, los psicoterapeutas, etc., aunque se multiplican como setas en el mundo actual, tampoco han solucionado los problemas, no han solucionado la raíz de todo esto.

Juntos debemos considerar el arte de vivir, ¿cuál es el arte de vivir?

Tenemos el arte de la poesía, el de pintar, el de cocinar, etc., pero nunca nos preguntamos cuál es el arte de vivir, ese arte que, quizá, es el arte más sublime. ¿Existe realmente ese arte o todo es una casualidad, algún cambio genético, biológico? Si de eso hacen un problema, entonces tirarán por la ventana cualquier arte.

Así pues, juntos vamos a descubrir qué es el arte de vivir. Estamos utilizando la palabra “arte” con la amplitud, con la profundidad de esa palabra, y no sólo como el contenido que hay en los museos, pero si nos preguntaran cuál es el arte de vivir, ¿cuál sería nuestra respuesta? Responderíamos de forma calculada, personal, emocional, romántica, con una respuesta sin valor,¿esa sería nuestra respuesta? Es decir, si respondemos de forma emocional diciendo: «¡Oh, el arte de vivir es la aspiración más alta, o el arte de vivir es la actividad intelectual más elevada!», esa respuesta es una pura tontería, es una respuesta muy parcial, o si decimos: «El arte de vivir es la forma holística de mirar la vida», aunque eso suena excelente no es un hecho, por tanto, ¿cuál es el arte de vivir? Como es lógico, el arte de vivir es no tener ningún conflicto, un cerebro que está todo el tiempo en conflicto, que todo el tiempo tiene problemas, que está tremendamente interesado por sí mismo, ese cerebro, inevitablemente, es muy limitado. Por ejemplo, si uno está pensando en sí mismo, ¿cómo puede meditar o hacer cualquier cosa, no será esa meditación un acto egoísta? Uno puede añadir más cosas, pero al parecer, el arte de vivir es vivir sin conflicto.

¿Es eso posible? O sea, comprender los elementos opuestos de la propia vida de uno: desear una cosa y oponerse con otro deseo, ya saben, esa combinación de opuestos, porque mientras exista el interés propio debe haber conflicto, el interés propio es limitado, es muy pequeño e insignificante. Aunque escuchan todo esto siguen igual, dicen que no es posible vivir sin egoísmo en esta sociedad moderna, que se necesita al menos un poco de egoísmo, pero ¿lo han intentado alguna vez, han vivido durante un día sin egoísmo, sin pensar en sí mismos, ¡o incluso durante una hora, no estar comprometidos con nada y ver qué sucede!? Sin duda, regresarán de nuevo a su egoísmo, nadie les dirá que está mal o que está bien, porque aparentemente este es el estado natural de los seres humanos. Así pues, intenten hacerlo ahora durante una hora, no intentarlo, sino hacerlo y ver qué sucede, porque si lo hacen durante una hora pueden ampliarlo, lo cual proporciona mucha energía, una gran pasión, no lujuria y todas esas cosas, sino pasión para examinar profundamente algo y llegar hasta su mismo final.

¿Qué es la atención, es un acto físico, es un movimiento del pensamiento, es una acción del deseo, que es la esencia de la voluntad? ¿Cómo surge la atención?, ¿puede suceder de forma natural, con facilidad, sin hacer grandes esfuerzos, sin aprenderlo en alguna escuela, de algún gurú, de alguien que nos adiestre? Vamos a examinar esta cuestión, no a encontrar una respuesta.

Atención implica no sólo escuchar con el oído, sino también escuchar sin el oído, atención significa observar, percibir, ver visualmente, pero asimismo ver con el ojo interno, por así decirlo, y aprender. Ver, escuchar y aprender, estas tres cosas están implicadas en la atención.

¿Qué es aprender, es memorizar como hacemos cuando vamos a la escuela, a la universidad, almacenar conocimiento de los libros, de los profesores, los maestros, los supervisores, etc., es acumular conocimientos y luego utilizarlos con habilidad o no? Un aprendiz de carpintero debe conocer la calidad de la madera, las diferentes maderas, las vetas, la belleza de la madera, la sensación de la madera y los instrumentos que debe utilizar, de esa manera aprende; y ese aprender es a base de experiencia, día tras día, mes tras mes acumulando conocimientos de carpintería, pero esa clase de aprender es, sin duda, limitada porque el conocimiento es limitado, ya sea ahora, en el pasado o en el futuro.

¿Existe un aprender que no sea limitado, que no sea un proceso de acumular los conocimientos que hemos aprendido, en el cual no sólo esté implicado escuchar la palabra, el significado de las palabras, las reacciones a esas palabras, las respuestas a ciertas palabras favoritas como “amor” y “odio”, sino también ver sin prejuicios, ver sin la palabra? ¿Pueden mirar un árbol sin la palabra, lo han hecho alguna vez? Eso significa sin dirección, sin motivo, sin las intervenciones del pensamiento bloqueando el ver; ese aprender es un proceso ilimitado.

La atención implica todo esto, y su inicio es el darse cuenta; ¿nos damos cuenta de lo que nos rodea mientras estamos sentados aquí, mirándolo todo sin una sola palabra? Darse cuenta. Pero en el darse cuenta empezamos a elegir, «me gusta más esa camisa azul que la mía que llevo puesta», «me gusta más ese corte de pelo que el mío», siempre estamos comparando, juzgando, evaluando, lo cual es elegir; ahora bien, ¿podemos darnos cuenta sin elegir?

¿Lo harán? Si lo hacen, entonces empezarán a descubrir que el darse cuenta es por completo diferente de la concentración. Concentrarse significa focalizar todo el pensamiento en una cuestión, en una página, en una palabra concreta, lo cual implica detener el resto de pensamientos, resistirlos, y eso se convierte en algo estrecho y limitado, de modo que la concentración es limitada. Sin embargo, uno tiene que concentrarse cuando realiza una actividad: cuando lava los platos tiene que lavarlos con cuidado, utilizando la cantidad necesaria de jabón y agua, ya saben todo esto, pero darse cuenta sin elección significa sin concentrarse, sin juzgar, sin evaluar, sin condenar, sin comparar y, a partir de ahí, actuar, eso es atención, una atención que es natural.

Si quiero escuchar la excitante historia de suspense que usted me cuenta, tengo que escucharle con suma atención; si me cuenta algo muy interesante tengo que prestar atención para comprender lo que está diciendo, lo que yo pueda pensar no es relevante porque estoy tremendamente interesado en lo que dice, de manera que estoy por completo atento con todos mis nervios, con todo mi ser, quiero comprender lo que está diciendo.

En esa atención no hay un “yo”, ¿lo captan? Cuando existe esa tremenda atención significa que pongo toda mi energía para comprender, dejo de pensar en mí mismo, por eso no hay un centro que diga: «Estoy prestando atención».

 

Preguntas y respuestas en Brockwood Park, Inglaterra

28 de agosto de 1984

Tomado del libro Krishnamurti Esencial.

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